CAPÍTULO DOS. LA HUMILLACION.

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COLE

Debo de admitir que la criada me atrajo.

Era lo único que me mantuvo sereno durante todo el estúpido baile de Presentación. Verla caminar de aquí para allá, luciendo aquel vestido de las criadas, que le marca cada una de sus curvas...

¡Diablos, necesito un trago! Pensé.

Me levanté de aquel banquillo y me acerqué al bar.

—¿Qué le puedo ofrecer de tomar, señor?—Preguntó el tipo que atiende el bar de Rania. Me encogí de hombros.

—Un whisky.

Asintió y se alejó. Me lo tendió y lo tomé de golpe, sentí el licor bajar por mi garganta y le ordene uno más. Observe a la morocha de ojos verdes en el balcón, limpiando un vaso roto del piso.

El traje se le subió y me permitió una mejor vista de sus piernas largas, suspiré ansioso.

Todas caen Cole; no importa el como o el por qué. Todas caen.

Y yo sé esperar muy bien.

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DOS SEMANAS DESPUÉS
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GRETEL

Siempre he sido una fanática de la cocina. Desde que aprendí a cocinar a los 13 años (cuando mamá enfermó) me ha apasionado. Es increíble el hecho de que algo tan básico pueda desestresarme.

Continuó cortando las zanahorias mientras recuerdo que mañana es mi día de descanso. Sonrió; hace varios días no he visto a mis padres.

—¡Gretel!—Escuchó la voz de la señora Erne, me levanto rápidamente y camino hacia el salón.

Al entrar en él, me encuentro con la señora Erne acompañada del prometido de la señorita Rania. Mi cara, sin poder evitarlo, hace una mueca y evitó mirarlo a toda costa.

—Gretel, el caballero Sprouse Dalí se quedará un par de semanas en la mansión. Así que necesito que por favor, lo guíes a la recámara de huéspedes y le colabores en todo lo que esté a tu alcance, ¿entendido?—Asiento.

Lo que me faltaba.

—Si, señora. Con su permiso, acompáñeme, por favor, señor Sprouse Dalí.

Tomó una de sus maletas y lo guió a la habitación de huéspedes. Cuando echo una mirada de reojo puedo observar que el muy cínico observa todo mi cuerpo y la rabia vuelve a mi.

Camino en silencio por los pasillos y cuando abro la puerta, Cole se adentra primero. Cierro la puerta y dejo la maleta al lado de su cama, suspiro.

—¿Le puedo ayudar en alguna otra cosa, señor?—Digo y en la voz se puede notar mi disgusto en ayudarlo.

—Si—Dice levantándose de la cama, pues estaba sentado. Se acerca a mi y toma mi mentón— podrías ayudarme quedándote aquí y pasando un buen rato conmigo...

Me suelto de él.

—Le he dicho que no me gusta que me falte al respeto de esa forma—Dije, mirándolo con disgusto.

Cole sonrió.

—Por ahora.

—Si no lo puedo ayudar en nada más, me retiraré—le digo, dando media vuelta dispuesta a marcharme y de repente sintió un golpe en mi trasero.

Una bofeteada en mi trasero, para ser claros.

Me volteó hecha una furia, sintiéndome avergonzada y sobretodo, humillada.

—¡Es usted un cínico, sin vergüenza y majadero!—Le digo, mi rostro arde y me percato que en mis ojos hay lágrimas.

Le doy una bofetada en las mejillas sin fuerzas suficientes para que realmente le duela, pues me siento tan...

Salgo de la habitación corriendo, sintiéndome humillada.

Las lágrimas bajan por mis mejillas, pensando en lo estúpido que es Cole Sprouse Dalí y en las enormes ganas que tengo de renunciar a este trabajo, en el cual he sido objeto de burlas y humillaciones.

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¿que opinan del Cole majadero?
Déjenme saber en sus comentarios y votos ❤️
¡Pobre Gretel!:(
Por cierto ¿les gustaría que siguiera narrando la perspectiva de ambos protagonistas?

POR CIERTOOOOO
FELIZ AÑO NUEVO, espero que este año esté lleno de la mejor de las vibras, un abrazo a todas. Xoxoxoxo

PIEL MORENA. ®️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora