CAPÍTULO SIETE, PARTE UNO. -VIERNES

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Cole

Ver a la morocha cruzar la puerta de mi habitación provocó que mi corazón se acelerara. Cerré lentamente la puerta detrás de ella, giré sobre mis tobillos y la observe.

Lucía consternada, decaída y un poco triste. Sus ojos estaban hinchados y siendo sincero, inspiraba lastima y en vez de atraerme me hacía sentir...un tanto mal.

—Siéntate—La invité, lo hizo un tanto dudosa y en una orilla de la cama demasiado pequeña— Entonces... ¿Qué haces aquí?—Pregunté lanzandole una sonrisa ladina. Ella bajo la mirada.

—Para ser sincera ni siquiera yo lo sé, señor Cole—Admitió, su voz sonó ronca y asentí.

—Entonces creo que deberías irt...—Su voz me cortó.

—Usted—Aclaro su garganta, me miró, asentí para indicarle que continuará—Usted me dijo que usted me podía ayudar.

Sonreí. Yo sabía perfectamente a lo que venía y ella sabía perfectamente que para mi el dinero de la operación de su madre era un chiste.

—Me dijo aquel día en la farmacia que...que—La interrumpí y avancé hacia ella.

Me detuve frente a su cuerpo delgado y me puse en cuclillas, tomé su mentón y con el afán de hacerla sentir humillada, la obligué a que me mirara.

—Creí que habías dicho que no te acostabas con cerdos.

—Y no lo hago—Dijo con la voz rota.

—Entonces no entiendo que estas haciendo aquí—solté bruscamente su mentón y me levanté rumbo a la puerta.

—Creí que podría haber un modo... algún otro de que me diera el dinero—Negué sin verla, apunto de abrir la puerta cuando ella saltó de la cama y se acercó a mi—Le juro que le pagaré cada centavo, señor Sprouse—Dijo suplicante, arrodillándose ante mi y mirándome con los ojos llenos de lágrimas.

—Cariño, por favor no, no te arrodilles ante mi—Dije divertido, la levante, suspiré e intente lucir afligido mientras fingía que pensaba en un acuerdo—La verdad es que no. Lo siento, no puedo darte tanto dinero a cambio de nada.

—¡Se lo devolveré! ¡Le daré el triple, se lo juro!—Gimió. Reí.

—¿En cuánto? ¿En cincuenta años? Por favor, amor, no me hagas reír.

La miré y en sus ojos únicamente había lágrimas. Gruesas y listas para salir, debo admitir que me divertía la situación, ¡por Dios! ella sabía que no le daría dinero a no ser de que pasaramos una noche juntos y aún así lucía tan esperanzada de que hubiera otra alternativa.

Soltó las lágrimas y mi sonrisa se esfumó.

La abracé cuando noté que estaba apunto de derrumbarse. Sentí opresión en mi pecho, vamos, que no soy tan cruel. Le acaricie la espalda y susurré en su oído:

—Tranquila, cariño, tranquila—ella soltaba pequeños jadeos y finalmente se calmó.

Se separó de mi y me miró directamente a los ojos y joder, nunca en mi maldita vida había visto a alguien que luciera tan bien estando tan mal. Sonreí inconscientemente, esperé un par de segundos y solté:

—¿Vamos a tener un trato o no?—Pregunté, me gusta ir al grano. Joder, odio el drama.

Ella calló.
Desvió la mirada.
Limpió sus lágrimas y sin mirarme avanzó hacia la puerta, tomó la perilla de la puerta y antes de salir murmuró:

—¿El viernes le parece bien?

Sonreí de lado y me encogí de hombros.

—Perfecto para mi. Mandare a alguien para que te recoja a las 9.

Asintió. La vi apretar los labios.

—¿Sabe dónde vivo?—Sus labios temblaron.

—Si—respondí simple.

Asintió de nuevo y sin más abandono mi habitación.

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Okay, dividí el capítulo en dos ya que me moría de ganas de compartir un punto de vista de Cole, nwjdkslskd

PIEL MORENA. ®️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora