Capitulo 35

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De nuevo aquí, de nuevo respirando el aire neoyorquino, cruzándome con la gente y sintiendo la presión de la propia ciudad. Y aunque parezca absurdo, me encanta. Esta ciudad tiene algo que no tienen ninguna otra en la que haya estado, volver ha sido como una relajación aunque poco me duraría al escuchar la irritante voz de Mike advirtiéndonos que llegaríamos a casa de los tíos en una hora. Tan irritante como siempre.

-Ya entiendo porque te gustaba tanto Nueva York- dijo Irene -La otra vez- tosió mirando a Mike -No vimos a penas nada

-Normal, no estuviste ni un día casi-miré hacia delante-En fin, ahora me tendré que inventar una mentira para tía Eli, el por qué me fui sin avisar y sin despedirme, y por qué mi teléfono no funcionó y cambié de número

-En crear una historia eres experta ¿Cierto? Pues hazlo- la voz desafiante de Mike resonó por todo el coche el cuál se encontraba en completo silencio

-Mamá diré que estabas enferma, que estuviste ingresada por infección en el riñón. Tuve que ir porque estaba preocupada y dejé el teléfono en casa- vi a través del espejo la sonrisa picarona de Mike-Decimos que hubieron complicaciones y de ahí para estar dos años cuidándote

-Está bien hija-sonrió de forma triste. Bajé del coche cogiendo mi maleta, me acerqué a la puerta pero entonces tía Eli salió disparada a abrazarme

-¿Cariño estás bien? Estaba muy preocupada por ti,  no me respondías a las llamadas y a los mensajes- y aquí venía la mentira. Pues sí, coló aunque su mirada al principio fue intensa

-¿Ya estás bien no?-mi madre asintió-Bueno, ¡Qué alegría que por fin esteis aquí! Los demás irán llegando poco a poco

-Siempre somos los primeros, ¿Verdad?- dijo Mike pasando su brazo por mi hombro

-Tal cual -sonreí avanzando y entrando en la casa. Saludamos a Filippo y a mi primo, nos fuimos instalando como podíamos. Irene y yo en una cama y otra para dos primas que llegarían, eran las ocho de la tarde y todos nos íbamos a cenar al restaurante estrella que Filippo me llevó cuando llegué aquí

-Dafne os puede decir cómo es el restaurante, a los pocos días de llegar fuimos ¿A que es el mejor?- me guiñó el ojo por el retrovisor

-Es la mejor comida que he probado-dije riendo

-Esa risa suena a insulto- todos reímos por el tono de ofensa en sus palabras

-No tío, es enserio. Estaba deliciosa y todo con risas es mejor- miré al suelo sonriendo, un silencio inundó el coche y Mike sacó el típico tema de baloncesto, mi hermana me miró acariciándome el hombro, mi madre también lo hizo a la vez. Llegamos al restaurante y  estuvimos conversando mucho, por todo lo que había pasado estos dos años, qué estaba haciendo yo...Eli me preguntó como dejé la casa o el trabajo de aquí para volver a Alemania de un día para otro, me costó responder pero lo hice

-Vivía con Theo-dije mirando mi plato, no me atrevía a levantar la mirada- El colegio llamé e informé del problema- levanté la vista y todos estaban mirándome, mi tía tosió dejando el pañuelo sobre la mesa

-Dafne ¿Vienes conmigo a pedir el postre?- notaba esa mirada, quería hablar conmigo. Miré a Mike, neutral.

-Claro, vamos. Estoy deseando un postre bien dulce-dije sonriendo. Nos adentramos dentro del bar, cruzamos toda la gran sala y llegamos al camarero con los grandes postres. Pedimos para todos pero entonces me agarró del brazo

-Dafne ¿Estás bien?

-Si, claro, muy bien ¿Por qué iba a estar mal?- mis palabras sonaron de todo menos convincentes

-Estás muy delgada, pálida, Dafne no sonríes como antes- miré sus ojos, los míos se aguaron instantáneamente, entonces ella me abrazó desatando todas las lágrimas que pedían salir a gritos-Tranquila cariño, ven- me abracé a ella llorando, se separó y me apartó las lágrimas

-¿Qué está pasando Dafne?- dijo tocándome el brazo justo dónde tenía un moretón, entonces recordé, Mike.

-Nada tía, me costó mucho irme de aquí

-No me engañas, Dafne, puedes confiar en mi

-Me costó separarme de Theo, mucho-la voz se me trababa- Es como que si al separarme de él- no podía continuar la frase, porque lo sentía tan real que me costaba decirlo- Por esto no quería enamorarme- rompí a llorar

-Mi niña bonita, el amor es bonito pero muy duro a la vez. Tenemos que tener paciencia, estás en Nueva York ¿No? ¿Quién te dice a ti que no os volvéis a encontrar? El destino es muy caprichoso, si no mírame a mi- me acarició el pelo, sabía que eso me relaja mucho

-No quiero encontrármelo, no podría mirarle. Me fui dejando una nota, una puta y simple nota-mis ojos estaban irritados

-Vino a verme- dijo, levanté la cabeza tan rápido como oí esas palabras- Me dijo que por favor no te dijera nunca nada, pero vino a mi casa. Me encontró, no sé como

-Es abogado, tiene contactos. ¿Qué te dijo?- dije histérica, ¿le habrá contado lo de Mike? Aunque si mi tía se hubiese enterado no creo que no hubiese hecho nada en dos años

-Hablamos de ti, de como te fuiste, de cuanto te quería y de cómo te entendía. Pero no sabía porqué no confiabas en él sobre vuestro tema, vino a desahogarse. Estaba destrozado, vino a los tres meses que te fuiste- me miró sonriéndome- Nunca me quiso decir el tema, dijo que si me lo dijera tú no le perdonarías jamás y él, me dijo, que siempre iba a estar esperándote- alzó los hombros- ¿Qué tema es ese Dafne?- limpié mis lágrimas, era tiempo de recoger los postres y regresar a la mesa

-Ninguno tía, nada importante. ¿Vamos?-cogí varios postres, ella me miró seriamente

-Sólo espero que estés bien, al igual que tu familia y que no pase nada malo- asentí sonriendo y volvimos a la mesa, la primera mirada que recibí fue la de Mike, era desafiante y me limité a levantar la ceja, miré a mi tía la cual estaba sonriendo, él entendió que no se había enterado de nada si no estuviese como loca. Me senté, intenté entablar alguna conversación pero mi cabeza sólo hacía girar entorno a las palabras de mi tía ¿Theo fue a verla? No lo puedo creer

-Me quiero ir a casa- solté en mitad de la mesa

-¿Por qué hija?- dijo Mike,miré a algún cómplice que me ayudara a salir del paso, no se me ocurría ninguna excusa

-Yo también, tengo algo de sueño ¿Jet lag?- dijo mi madre sonriéndome

-Pues listo, vosotros mandáis- dijo mi primo- Vamos y descansáis, vamos papá deja de comer ya- todos rieron, yo sólo quería salir de allí, necesitaba aire puro y fresco.

Cuando llegamos no entré en casa, anduve por el terreno que tenían y fui en busca de la caseta del árbol, pequeñas luces alumbraban el camino. Tenían una casa muy bonita, llena de luces para ver que nadie entra y nadie de dentro se pierde, pensado para mí. Anduve hasta que la encontré, allí estaba sola, intenté subir sin darme ningún golpe pero no me fue posible, por lo menos llegué arriba. Encendí la luz que había en tono naranja y vi que habían varias cajas y algunos cuantos cojines, se ve que mi primo sigue viniendo aquí y lo entiendo, es tan acogedor que yo aún vendría.

Salí a fuera y me senté en el borde, con los pies colgando y moviéndolos a la vez que el viento fresco de la noche rozaba con ellos, se respiraba tan bien aquí...Todo era paz y armonía, como si todo lo que estuviese pasando no importase, como si estuvieses en un mundo paralelo y que nada te afectase, aquí todo era tan perfecto. El viento rozaba las hojas de los árboles haciendo sonar dichas de una forma tan armónica, relajando cada parte de tu cuerpo, algunas estrellas centelleando en el cielo, solas pero a la vez acompañadas por cientos y miles de ellas. Alumbrando a nosotros desde tan lejos, nunca permitiendo que se apague su luz incluso cuando se apagan en ese momento crean una cosa única.

Cerré los ojos ingresando en mí todo lo que respiraba, oía y sentía y dejé que todas las lágrimas contenidas durante el trayecto de vuelta cayesen por mi mejilla con tanta fuerza que incluso empapaban mi cuello, pero no me importaba, lo necesitaba, necesitaba desenvolver el nudo en mi garganta, en mi estómago y sobre todo y dónde más duele, en mi corazón...

Naciste sólo para mi..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora