Capitulo 39

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Su mano soltó mi muñeca de forma drástica, se echó incluso para atrás. Sus ojos no cabían en el correspondiente hueco. Nos sumamos en un silencio que duró bastante, más de lo que hubiera preferido. No podía hablar, él no podía hablar, sólo nos mirábamos y había veces que agachaba la mirada, me miraba todo el cuerpo y luego volvía su vista a mis ojos. No tenía expresión, intentaba descifrar algo en su mirada pero nada. Me acosté y le di la espalda, él seguía mirándome sentado hasta que de repente escuché un llanto, me levanté enseguida y lo miré fijamente

-No puede ser- me miraba con los ojos llenos de lágrimas, no se le diferenciaban ni el color azul de sus ojos

-Rober- puse mi mano en su hombro, me cogió fuertemente y me abrazó, me abrazó como si no hubiera un mañana. Lloraba en mi hombro empapándome el pelo

-Cómo no me habías dicho nada- susurraba una y otra vez en mi oído - Siempre estábamos juntos Dafne, juntos a todas y en todo- seguía abrazándome más fuerte, casi me asfixia, empecé a llorar junto a él

-No podía y no puedo, pero por favor prométeme que no lo dirás Rober prométemelo - le cogía fuertemente las manos

-¿¡Cómo no voy a decir nada!?¡No sé que es lo que me detiene en no partirle la cara!

-Matará a mamá e Irene si hablo - bajó las manos, las cuales las tenía alzadas

-¿Qué?

-Por eso no he hablado, por eso Theo no ha hecho nada. Ya lo intentamos, pero no pudimos- miré sus ojos- Por eso tuve que volver

-No me lo creo, ¿ese es vuestro tema?- asentí -Estoy flipando no me lo estoy creyendo Dafne, no puede ser verdad

-Nadie se lo puede creer, ni yo me lo pude creer. Pero esto es desde siempre, pero luego se cernió en mi sólo por haber intentado acabar con él.

-Es un hijo de la gran puta- se levantó

-No, siéntate. Por favor siéntate, piensa fríamente

-Osea que Theo, era el que te salvaba, el que te ayudaba. Tú te comiste todo esto sola, tu madre lo permite tu hermana lo permite y tu madre tiene miedo a denunciar- estuvo dando vueltas por toda la habitación- ¿En toda esa mierda estabas metida sola?¿Qué coño haces Dafne?- me miró fijamente mientras una lágrima se derramaba por su mejilla -¿Yo para qué cojones estuve aquí siempre?

-Rober, entiéndeme no me estás escuchando

-Te acuerdas cuando de pequeña estábamos montando en bici, era tu primera vez- sonrió mirando al suelo, no me dirigía la mirada. Se sentó y siguió hablando- Tenías miedo, yo te decía tú puedes y siempre podrás con todo

-Rober- mis lágrimas caían

-Pero entonces te caíste, me gritaste una y otra vez porqué no estuve ahí y porqué no iba a tu lado en vez de ir detrás. Me marcó ¿sabes?- me miró a los ojos -Me prometí nunca faltarte, que siempre notarás mi presencia

-Y la noté siempre, Rober, confiaba en tí y me desahogaba contigo como con nadie

-¿Y ahora?¿Y con esto?

-No es lo mismo- le agarré la mano -Mírame, sé que te duele como a nadie todo esto, que no te lo esperabas pero no pasa nada. Lo arreglaremos algún día ¿Vale?

-Y ahora ¿como pretendes que le mire con tanta normalidad?

-Pura como lo hago yo, sin pensarlo

-Eres muy fuerte, demasiado, no sé cómo mierda lo haces. Es que te admiro y a la vez no- me abrazó fuertemente y me pegué a él

-Te quiero, lo sabes- le di un beso fuerte en la mejilla

-Te quiero más aunque estoy enfadado contigo y me costará perdonarte

-Bueno vamos a dormir ya, que es hora- me acurruqué en su pecho y me abracé a él, él mientras  tanto me acariciaba el pelo dulcemente hasta que caí dormida.

La luz del sol me despertó, pronto me di cuenta de que estaba sola en la cabaña, me levanté rapido asustada, pensando en que mi primo habría ido a por mi padre. Entré corriendo a casa y los vi a todos desayunando pero Rober no estaba, pensaba lo peor

-¿Sabéis donde está Rober?

-Ha ido a desayunar al centro- dijo mi tía, respiré hondo pero entonces me acordé que podría haberse acercado a la comisaría y corriendo lo llamé pero como era de esperar no me contestaba. Me vestí y llamé a Theo, él siempre respondía

-Dime Dafne, ¿Todo bien? ¿Estás bien?

-Todo dejará de estarlo si no encuentro a mi primo, ayer se enteró o más bien le conté todo lo que pasaba y hoy ya no está - dije sin respirar a penas

-Tranquila, está conmigo

-¿Qué?

-Sí, me llamó y estamos desayunando

-Me iba a dar algo

-A él también, no sé como lo he podido retener - varias lágrimas escapaban de mis ojos, cogí las llaves del coche de mi madre y conduje hacia la ciudad

-¿Estás donde siempre?- pregunté

-Sí, dónde si no - colgué y me dirigí hacia allí, aparqué y entré viendo a mi primo con orejas y tomado café

-¿Sabes el susto que me has dado?- dije enfadada sentándome al lado de Theo, él sólo levantó la mirada y negó con la cabeza - Creía que habías denunciado o que te habías enfrentado a él- varias lágrimas salieron de mis ojos. Mi primo me agarró fuertemente la mano

-No podemos permitir esto, no más

-Rober- lo miré nerviosa, luego miré a Theo y su mirada indicaba que le estaba otorgando la razón a mi primo - No podéis hacer nada, no lo entendéis joder

-Lo entendemos pero si él no se entera, ellas estarán bien

-¿Para qué arriesgarnos? - dije fríamente mirándolos -La cosa no es vuestra, la cosa es mía. No debí contaros nada- me iba a levantar pero Theo me cogió el brazo

-Sólo miramos por ti - dijo mirándome fijamente

-Y yo por ellas- le quité el brazo y me senté, pedí un batido y me lo tomé en silencio, todos estábamos en silencio

-Algo podremos hacer - dijo Rober secándose las lágrimas

-No

-Por supuesto- dijo Theo a la vez que yo dije mi respuesta -Ya he estado intentando muchas cosas, pero aún quedan otras más

-¿Porqué no lo dejáis estar? Si denunciáis yo lo negaré y no podréis hacer nada- me levanté de la mesa y me marché.

Naciste sólo para mi..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora