El picnic

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Salimos de la casa y tomamos el auto. Poche me llevó al lago y mientras manejaba tomó mi mano; sin duda alguna estaba perdidamente enamorada. Llegamos y en verdad el lugar estaba hermoso, eran cerca de las 11am así que el sol iluminaba los árboles y el lago de manera perfecta. Buscamos un sitio para sentarnos, como en película romántica americana Poche sacó un mantel de cuadros y lo colocó en el suelo. Abrimos la canasta y sacamos el almuerzo, prepararíamos sándwiches. Yo preparé el suyo y ella el mío. Platicábamos de muchas cosas, con ella jamás faltaban temas de conversación.

Nos recostamos a ver las nubes, sus manos entraron bajo mi camisa y me tomó por la cintura. "Me encanta sentir tu piel Amor, es tan suave que me vuelve loca" Me dijo mientras acariciaba mi abdomen. Me sonrojé un poco y la coloqué sobre mi. "Son tus ojos los que me vuelven loca y esa sonrisa la que me hace perder el control." Le dije, la tomé del cuello y nos besamos. Eran nuestros labios y luego nuestras lenguas que despertaban emociones en mi que jamás había sentido. Sus manos recorrían mi cuerpo y a cada toque erizaba mi piel. Sentía sus besos en mi cuello y todo mi cuerpo entraba en calor. Esas pequeñas mordidas se fueron intensificando por todo mi cuello y sabía que me dejaría marca. "Ay amor, más vale que mis padres no lo vean o despertarán sus dudas" Le dije mientras se dirigía hacia mi por un beso. "No calle, te prometo que no los verán" me dedicó una mirada muy coqueta. Desabotonó un poco mi blusa, me siguió besando el cuello y bajó un poco hacia el hombro. Con un movimiento la cargué y la coloque debajo de mi, desabotoné la parte de debajo de su blusa y besé su perfecto abdomen. Comencé con pequeñas mordidas y sentí su piel erizada, me acerque a sus pechos y al besarlos Poche soltó un par de gemidos. Volvimos a besarnos y nos recostamos otro rato a ver las nubes, recorría mis manos por su piel y descubrí que ella me había hecho perder la razón.

Regresamos a la casa y sus padres estaban en la cocina preparando las cosas para irnos. Cerca de las 6:00 de la tarde, la madre de Juana trajo a las otras 2 chicas del equipo de vuelta a casa. Terminamos de empacar y partimos de vuelta. Poche se recostó sobre mi hombro y me abrazó, la rode con mi brazo y comencé a jugar con su pelo hasta que se quedó dormida.

Solo ella...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora