Capítulo 8
La biblioteca de la Universidad de Ciencia y Química era un enorme edificio de una planta situado en el corazón de una llamativa plaza floral. Su fachada estaba decorada con cenefas oscuras cuya mera visión resultaba inquietante. Sus ventanas eran altas y estrechas, con los cristales tintados de distintos colores y maceteros apoyados en el alféizar; sus puertas macizas y su entrada, situada en lo alto de unas empinadas escaleras, una enorme apertura en la pared custodiada por dos estatuas.
La biblioteca era un lugar fuertemente vigilado. Situado muy cerca del complejo universitario, a apenas medio kilómetro, los alrededores del edificio eran vigilados las 28 horas del día helénico por patrullas de bellator que, envueltas en sus capas de camuflaje, lograban fundirse con la oscuridad del anochecer.
Un lugar bien de difícil acceso, en definitiva.
Oculta bajo la sombra de uno de los árboles, Ana consultó su crono. Según sus cálculos, en cinco minutos Leigh, Elim y Armin deberían aparecer en la plaza, en dirección a la biblioteca. Era poco tiempo, podría esperar. Retrocedió unos pasos para quedar tras el árbol y cerró los ojos. El corazón le latía enloquecido en el pecho producto del nerviosismo. Sabía que no estaba haciendo lo correcto, pero tal era su necesidad de entrar que ni tan siquiera se lo planteaba. Ella no obedecía órdenes de nadie.
Antes de salir del hotel, Ana se había librado del localizador que Helstrom le había asignado para vigilarla. Gracias a él, el maestro podría saber en todo momento dónde se hallaba. Afortunadamente, Leigh había logrado extraerlo sin dañar el dispositivo. Ahora éste yacía sobre la almohada de su cama, indicando una posición que hacía horas que había dejado atrás. Con un poco de suerte, no la descubrirían.
Unos minutos después, Ana volvió a consultar el crono. Había llegado la hora marcada. Volvió la mirada hacia la zona norte de la plaza, lugar por el que no tardarían en llegar, y aguardó unos segundos. Poco después, los tres hombres aparecieron.
Resultaba extraño verlos vestidos de modo tan juvenil. Acostumbrada a sus uniformes y ropas de trabajo, aquella peculiar visión logró arrancarle una sonrisa. Más que nunca, Leigh y Elim parecían niños, y Armin su hermano mayor.
Les observó atravesar la plaza con paso tranquilo, conversando entre ellos apaciblemente. Bajo el brazo, Leigh llevaba una carpeta llena de apuntes. Armin y Elim, en cambio, no llevaban nada, ni tan siquiera armas. Los tres eran conscientes de que para acceder a la biblioteca había arcos de seguridad, por lo que ni lo habían intentado. Entrarían desarmados.
Recorrida toda la plaza, entraron en la biblioteca y se encaminaron hacia el mostrador del vestíbulo. Tras éste, realizando sus tareas en completo silencio, había un androide de aspecto casi humano. Leigh se detuvo frente a él, le mostró su pase de acceso y, siguiendo sus instrucciones, lo pasó por un detector. Inmediatamente después, la puerta de acceso emitió un ligero silbido al abrirse.
Tres minutos después de que sus compañeros cruzasen el umbral de la puerta, Ana salió de su escondite y se dirigió hacia las escaleras. Según las indicaciones de Tauber, no tendría mucho tiempo, por lo que debía ser rápida. Ascendió los peldaños de dos en dos, atravesó la puerta y, ya dentro, se encaminó al acceso. Sacó del bolsillo el pase que la noche anterior habían robado a uno de los estudiantes en la calle, lo pasó por el lector del registro al revés, para que no pudiese leerlo, y caminó hacia la entrada.
Leigh se había asegurado de que la puerta no acabase de cerrarse.
La empujó con ambas manos y entró. Dentro la esperaba un pasadizo. Lo recorrió hasta alcanzar su final, donde había un mirador que daba a la primera planta de la biblioteca. Volvió la vista a su alrededor, descubriendo a ambos lados escaleras de caracol que descendían, y se encaminó hacia ellas.
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Dama de otoño - 2nda parte
Fiksi IlmiahDespués de la invasión de su planeta natal y de caer en manos de Mandrágora, Ana Larkin regresa diez meses después de su huida in extremis del bastión del rex del sector Scatha para dar respuesta a las preguntas que tanto la atormentan. Segunda part...