Prólogo

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Estaba en una fiesta en el pueblo de al lado. Habia acabado mi copa y la había dejado en una de las mesas. Mis amigas se encontraban a mi alrededor, formando un circulo, donde bailaban, bebían y se echaban fotos. Miré los horarios de los autobuses que salían para llevarme a casa. Mis amigas se quedaba aqui repartidas por casa de algunos de sus amigos, yo tenía que llegar a casa antes de que mamá se levantara.

Noté a alguien a mi lado y volví el teléfono para que no viera lo que estaba mirando. 

- Eres mala.

- ¿Por qué?

- ¿Que estabas viendo? - ignoró mi anterior pregunta y puso el móvil para el poder ver la pantalla.

- Tienes que coger el de las seis de la mañana.

- No, no llegaría a tiempo. Quiero ir a la playa, además, tengo que dormir.

- ¿Así que tú eres de las que duerme? Pues puedes irte a las seis - dijo tocando la pantalla de mi móvil - y puedes coger el autobus de las cuatro y vas a la playa.

-¿Estás planeando mi día?

- Es más, si quieres puedo llevarte en coche.

- No, gracias.

- Tu te lo pierdes, pero recuerda coger el autobus de las seis - se alejó de mí y lo vi irse a donde estaba su grupo de amigos.

- ¿Que ha sido eso? - me preguntó Lucy.

- No tengo ni idea, estaba borracho.

- Era guapo - dijo Annie.

- Ni siquiera me he fijado - me encogí de hombros.

Me quité los tacones y corrí a la parada del autobus. No llegaría a tiempo, y así fue. Él autobus se fue cuando estaba llegando. Maldije. ¿Que hacía ahora?

- Al final cogiste el de las seis- escuché la misma voz que hace unas horas. Me giré para ver a un chico apoyado en una barandilla.

- No, no lo cogí. Se fue. ¿Que haces aquí?

- Sabía que lo perderías.

- ¿Y cómo sabes eso? - me crucé de brazos aún con los tacones en mi mano.

- Te vi salir del club, demasiado tarde como para llegar aquí a tiempo si vas andando. - él estaba ahora a un metro de mí. Pude fijarme mejor en él debido a la luz de las farolas.

Su pelo estaba peinado hacia arriba, llevaba pendientes en sus orejas, tenía unos labios besables, sus brazos llenos de tatuajes, hasta donde podía ver, ya que llevaba una chaqueta remangada hasta debajo del codo. Su camiseta de tirantes blanca se pegaba a su pecho, haciendo que...

Él carraspeó y miré a sus ojos, que me miraban divertidos. - ¿Has terminado de examinarme?

Me sonrojé y me giré. Esperaría al siguiente autobús. - ¿Quieres que te lleve? - se puso a mi lado. Este chico me sacaba dos cabezas.

- No, gracias.

- Bien... - suspiró. Vino una pequeña ráfaga de viento y me encogí. Debería de haber traido una chaqueta. - En las zonas de costa hace frío sobre esta hora.

- Lo tendré en cuenta para la próxima vez.

- Vamos, te llevaré. No te haré nada, si eso es lo que temes.

- ¿Como puedo fiarme de ti?

- Bueno, no soy un psicópata, ni quiero sexo a cambio de llevarte. Si quisiera algo de ti, ya lo habría conseguido, no hay nadie en la calle. - miré a mi alrededor. Era cierto.

- Si no eres un psicópata, y no quieres nada a cambio, ¿Por que te ofreces a llevarme?

- Llamaste mi atención - se encogió de hombros. - ¿Vienes? - caminé hacia él y este sonrió. Abrió el coche y me metí en el asiento del copiloto.

- ¿Estás bien para conducir? - me puse el cinturón.

- Perfectamente - arrancó mientras que mi pulso iba a cien por hora. Él puso la radio a un volumen moderado y me dio conversación, supongo que porque veía mis manos jugar nerviosas.

- Bien, sana y salva. - paró frente a mi casa.

- Gracias - me quité el cinturón y abrí la puerta deseando estar fuera por si acaso.

- No se tu nombre - dijo antes de que cerrara la puerta.

- Nikki. ¿Y el tuyo?

- Justin - sonreí. - ¿Me das tu número? - él lamió sus labios nervioso.

Si no le daba mi número el perfectamente sabía donde vivía, estúpida Nikki. Me arriesgué y le di mi número.

One last timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora