Capítulo 16

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Muchas preguntas rondaban mi cabeza mientras sentía aquella presión en mi pecho que era muy difícil de describir. Pensé que sería una mentira o un malentendido, pero cuando se lo pregunté, lo afirmó y sin darme más contexto, tan solo se mantuvo en completo silencio.

Había dejado mi vida en sus manos y lo que estaba haciendo realmente era ponérselo más fácil.

-No pensé que te fuera a afectar tanto - ​miré de reojo a Gabriel, quien caminaba junto a mí.

-¿Y cómo quieres que me lo tome? - se encogió de hombros.

De pronto, se paró en seco mirando hacia arriba con el ceño fruncido; copié su acto por reflejo. No había nada interesante salvo que estaba empezando a llover, hasta que algo impactó contra el coche de nuestro lado, con tanta fuerza que hundió toda la parte superior y reventaron los cristales de las ventanas. Luzbel se incorporó de entre los cristales, sacudiéndoselos despreocupadamente, sin apartar la mirada del cielo con molestia. Tenía cortes y algún que otro cristal incrustado en su piel, pero sabía que no le dolían y que en cuestión de minutos sanarían como si no hubiera pasado absolutamente nada.

-Lu... ci... fer... - ​canturreó alguien alargando cada sílaba a unos metros de nosotros.

Luzbel se incorporó un poco sobre el coche, hincando rodilla sobre el capó destrozado con las manos apoyadas entre la pierna adelantada, la cual se pegaba a su pecho. Sus alas negras aparecieron a su espalda, expandiéndose, pareciendo aún más grandes de lo que eran. Sus pies se clavaron sobre el coche y se impulsó con todas sus fuerzas hacia el desconocido que iba con una toga negra, ocultando su rostro con la capucha.

Luzbel se abalanzó sobre él, estrellándolo contra el suelo, hundiendo el asfalto a su alrededor.

Gabriel y yo estábamos tensos, observando lo que estaba pasando e intentando asimilarlo.

Empecé a preocuparme por si le pasaba algo a Luzbel, aunque no debería después de todo lo sucedido.

-Gabriel - ​me miró -, ​tienes que detener esto - ​supliqué.

Arqueó una de sus perfectas cejas.

-¿Por qué debería? Son cosas de hermanos - ​observó de nuevo a Luzbel y el otro Arcángel, los cuales estaban peleando sin ningún pudor.

-Por eso... - ​volvió su atención a mí -, ​porque son tus hermanos deberías detener esto. Tus propios hermanos están peleando entre ellos con intención de acabar con el otro - ​tragué con algo de dificultad por el nudo que se mantenía en mi garganta -. ​Sois familia, no enemigos. ¿En serio te gusta ver cómo están enfrentados por tu padre? - ​miró a sus hermanos pensativo.

-Muy bien, Gabriel - ​una tercera voz se unió a nosotros, provocando que mi cuerpo se paralizara por el miedo.

Ambos miramos hacia nuestra izquierda, viendo a un chico de piel morena y ojos verdes con una sonrisa impecable.

-Zedequiel... - ​susurró Gabriel sorprendido.

-¿Qué tal, hermanito? Al parecer, has accedido a ayudarnos con ellos dos​ - su mirada cayó en mí, haciendo que retrocediera un par de pasos -. ​Uriel está teniendo problemas con Lucifer - ​se rio con amargura viendo a sus hermanos peleando.

Gabriel me observó con preocupación.

Sin pensármelo salí corriendo, pero no di más de tres pasos antes de que Zedequiel apareciera frente a mí con una sonrisa divertida.

-¿Realmente piensas que puedes escapar de nosotros? Puede que mataras a uno de los guerreros de Mikael, sin embargo, es distinto con nosotros. Somos superiores al resto de nuestra especie - ​en un movimiento, me cogió de tal manera que ahora veía su amplia espalda.

Lucifer (1° Parte) || En Físico ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora