Capítulo 19

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-¿Aquí? - ​analicé nuestro entorno, viendo el almacén de Grigori a unos quinientos metros de nosotros.

Era todo descampado y no había edificios ni coches cerca.

-Sí, lee esto y esperemos que funcione - ​me entregó un cacho de papel.

-Vale...

Me alejé de ellos unos pasos antes de observarlos con inquietud. Semyazza estaba apoyado en su moto con los brazos cruzados y con el ceño levemente fruncido; en cambio, Azael estaba de pie junto a su moto roja con las manos ocultas en los bolsillos de su sudadera blanca sin ocultar su preocupación.

Todavía estábamos algo empapados y la lluvia estaba regresando, pero hasta que no contactara con Gabriel, no tenía pensado moverme de allí.

-San Arcángel Gabriel... - ​tragué saliva antes de continuar leyendo -, bendito ser de luz. Gloriosísimo Ángel de la paz y la esperanza; fiel y noble mensajero del Padre Eterno y dulce y tierno amparo de nosotros los hombres - ​miré a Azael, quien asintió levemente, animándome a continuar con el llamado -. Hoy te invoco desde lo más profundo de mi ser para que acudas en mi ayuda - finalicé.

Esperamos unos minutos, sin embargo, no había ninguna señal de él; lo volví a releer en alto, esta vez más de prisa, pero Gabriel no se presentaba ante mí.

Arrugué con molestia la pequeña hoja de papel que me dio Azael y la tiré al suelo con impotencia.

-¡Gabriel! - ​grité con la voz entrecortada por las lágrimas que estaban amenazando con derramarse.

Él era mi única esperanza para encontrarlo.

-No grites, escandalosa - ​abrí los ojos de golpe, viéndolo frente a mí con su pelo y ropa blanca empapados.

Sus alas, del mismo color, adornaban su espalda hasta que desaparecieron de mi vista.

-Gabriel... - ​susurré con una sonrisa antes de acercarme a abrazarlo, haciendo que se tensara por mi acto -. ​Gracias, muchas gracias por venir - ​agradecí con alivio.

-Deberías estar escondida en algún sitio - ​me separó de él, colocando ambas manos en mis hombros.

-¿Dónde está Luzbel? - ​pregunté sin tapujos.

-Si lo que te preocupa es si lo hemos llevado al infierno... - ​me asusté -. ​No, sigue aquí. Hasta el Juicio Final no podrán llevárselo - ​suspiré al escuchar esa buena noticia.

-Tengo que ayudarlo... Tenemos que ayudarlo a escapar - me corregí.

Apartó las manos de mis hombros para poder cruzarse de brazos.

-No es tan sencillo, Ashley...

-Entonces dime dónde está e iré a por él. Haré todo lo que esté en mi mano para poder ayudarlo - masajeó el puente de su nariz con los dedos antes de observarme pensativo.

-No hay forma de que lo puedas ayudar...

-​Sí, si es con tu ayuda.

-¿Y cómo piensas hacerlo? Lo tienen vigilado las veinticuatro horas del día, además de que él tampoco ha intentado escaparse desde que te vio en el callejón - ​la lluvia se tornó fuerte, empapándonos en cuestión de segundos.

-Tengo algo pensado, pero te necesito a ti... - ​murmuré, provocando que frunciera el ceño.

-¿Y qué te hace pensar que te volveré a ayudar?

Lucifer (1° Parte) || En Físico ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora