Capítulo 34

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Luzbel estaba cabreado, tanto que hasta yo misma lo tenía miedo.

Todos retrocedimos un par de pasos cuando derribó a Zedequiel, inmovilizándolo en el suelo durante un instante, y, al igual que yo, sacó su navaja del bolsillo de su pantalón y posó su pie entre las alas de su hermano para después cortarlas lentamente.

Los gritos de Zedequiel me hicieron retroceder un par de pasos más al no soportar esos gritos tan desgarradores, los cuales Luzbel parecía ignorar por completo, ya que agarró las alas cortadas con desinterés y las lanzó por la ventana rota del escaparate para que las consumieran las llamas.

Hice una mueca de desagrado al percatarme del panorama que nos rodeaba:

Sangre.

Lamentos.

Cuerpos inertes.

Lo único que me consolaba era ver a todos mis amigos bien, hasta que noté algo frío sobre mi cuello, tensándome por completo. Bajé poco a poco la mirada, percatándome de una mano empuñando una espada plateada y negra con intenciones de cortarme el cuello en cualquier momento.

Abrí la boca para pedir ayuda mientras el sujeto me obligaba a retroceder, dejando a los chicos a unos metros de mí, centrados en Luzbel y Zedequiel, pero él se adelantó y me tapó la boca con su mano libre.

—Yo que tú no empeoraba la situación — susurró en mi oído —. Si me haces caso... incluso te​ dejaré vivir unos minutos más, pero debes mantenerte en silencio — ​cerré los ojos por un segundo, intentando pensar en algo que pudiera sacarme de esta situación.

Observé a los chicos con desesperación, pero seguían dándome la espalda.

Miré a Tamiel, recordando el collar y las palabras que me dijo:

"Necesito que lleves esto, por si sucediera algo y nos separáramos en algún punto, que puedas llamarme en cualquier momento y saber dónde te encuentras."

Llevé una de mis manos temblorosas a mi pecho, notando las dos alas y el cascabel.

Lo arranqué disimuladamente y lo hice sonar con suavidad hasta tres veces, casi al instante, Tamiel se giró hacia el sitio donde me encontraba unos segundos antes, y, al no verme, se giró rápidamente para buscarme, alarmado.

Su mirada azulada conectó con la mía, molesto con el Ángel, sin embargo, al observar bien al sujeto, su rostro cambió a puro terror, creándome aún más miedo por su extraña reacción.

Pronunció algo que no logré escuchar al estar alejándome cada vez más de ellos.

Luzbel se giró hacia Tamiel antes de mirar a los chicos y, seguidamente, observó a su alrededor, dejando a Zedequiel tirado en el suelo desangrándose por la espalda al igual que Zophiel a unos metros de ellos. Sus ojos grises conectaron con los míos, su rostro cambió radicalmente de relajado a uno cabreado. Se acercó a nosotros con paso seguro y empuñando la daga de su hermano con fuerza, tanta que tenía los nudillos blancos por la presión que ejercía sobre ella.

—Suéltala — ​ordenó Luzbel, parándose a unos metros de nosotros, manteniendo una distancia prudente.

—¿Por qué? — ​cuestionó, apretando un poco más la espada contra mi cuello.

—¡He dicho que la sueltes, Mikael! — ​rugió Luzbel.

¿Mikael?

Lo miré de reojo con miedo, viendo su sonrisa divertida al saber que tenía, por completo, la situación bajo su control.

Lucifer (1° Parte) || En Físico ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora