La mirada de Uriel me heló completamente, sin saber qué hacer. Turel quedó paralizada entre mis brazos y capté como su respiración se cortó de golpe, al igual que la mía.
Uriel frunció el ceño extrañado al vernos ahí, pero esa confusión se transformó en una sonrisa de medio lado al darse cuenta de que le habíamos facilitado el trabajo.
-¿Qué sucede? - inquirió Zedequiel asomándose, quedando junto a su hermano, mostrando otra sonrisa de satisfacción.
-Esto sí que es suerte... - se acercó a nosotras con una sonrisa divertida -. A ti te estábamos buscando muy preocupados, ¹Toltorn cicale - bromeó, agarrándome del cuello y elevándome como si de papel me tratara, separándome de Turel.
Me estrelló contra la pared del almacén, apretando su agarre con firmeza.
-¡Déjala! - gritó Turel incorporándose del suelo.
Zedequiel la apuntó con la daga que llevaba en su mano libre, quedando a centímetros de su garganta.
-Oh, ¿sois amigas? - sopesó Uriel con un tono falso de tristeza, sin embargo, enseguida se rio con diversión sin apartar su mirada de la mía -. Que emotivo, ¿verdad? - sonrió de nuevo -. ¡Llama a Gabriel para que venga! - ordenó a su hermano -. Que la quite las esposas de la misericordia y acabemos con este asunto de inmediato. Solo quiero concentrarme en Lucifer - entornó los ojos, apretando su agarre para asfixiarme, pero su mano se iba aflojando, molestándolo aún más.
-Es una pena que tu padre te impida matarme ahora - mascullé con un tono falso de tristeza al no notar nada de presión.
Sin dejarlo contestar, agarré la mano que aprisionaba mi cuello con fuerza y levanté mi pierna para darle una patada en la cara, provocando que me soltara al instante. Salí corriendo tan rápido como pude, llevándome la atención de ambos hermanos y, así, permitiendo a Turel escapar en la dirección contraria. A Uriel le costó reaccionar, aunque enseguida salió corriendo detrás mío con espada en mano y con su mirada llena de rabia clavada en mí.
En un abrir y cerrar de ojos, me agarró del pelo y me tiró al suelo brutalmente, haciendo que me llevara una mano al costado, ya que todavía no se me habían curado del todo las heridas y los hematomas de la anterior vez.
-Pensé que ibas a ser poca cosa, pero al parecer me equivocaba - sonrió con maldad apuntándome con la espada que era de un color anaranjado, casi inapreciable.
Elevó la espada y, aunque no pudiera matarme, podría herirme gravemente con ella; me cubrí con los brazos, intentando protegerme del golpe, pero nunca llegó. Aparté ligeramente mis brazos para ver qué pasaba, viendo que Luzbel se encontraba frente a mí con sus alas negras completamente abiertas, dejándome ver distintos cortes abiertos, manchando sus hermosas plumas de sangre.
No nos dijo que habían herido sus alas.
Había puesto su brazo a la altura de sus ojos, parando el golpe de la espada que iba dirigido a mí. Uriel lo miró con puro terror en sus ojos, mezclado con una pizca de confusión por haberme protegido.
Luzbel le arrebató la espada en un rápido movimiento, tirándola lejos de nosotros. Apresó su cuello y lo elevó del suelo, como habían hecho ellos conmigo. Uriel empezó a retorcerse como podía, intentando liberarse, pero fue inútil.
Me incorporé torpemente sin despegar mi mirada de ellos. Luzbel tenía su mirada grisácea puesta sobre su hermano, disfrutando del terror que emanaba por cada poro de su piel.
-¿Cómo... es posible que vueles todavía? - balbuceó Uriel con ahogo.
-¿De verdad pensabas que te permitiría hacerme cortes lo suficientemente graves como para no poder volar? Los cortes que me hiciste son un asco - sonrió de medio lado con superioridad -. Seguís siendo unos mediocres que no saben hacer nada bien, no sé cómo Padre está feliz de teneros como hijos - el brazo de Luzbel se tensó, apretando con más fuerza.
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Lucifer (1° Parte) || En Físico ||
Genç KurguSi un día te despertaras en mitad del desierto, ¿qué harías? ¿Y si lo hicieras esposada a alguien que no conoces y dice ser el mismísimo Lucifer? Ashley Wells deberá dejar toda su vida de lado cuando el Arcángel Gabriel le transmite el mensaje del A...