Llamada.

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La curiosidad invadía a ___, aquella nota que se encontraba dentro del billete doblado decía "llámame" junto con un número de celular.

La mirada de la joven permanecía en aquella nota, intentó identificar la letra... Pero no la reconoció.

–¿Debería... Llamar?– se cuestionó.

Tomó su celular, marcó el número de aquella nota, su dedo temblaba sobre la indicación "llamar". Los nervios comenzaban a invadirla. No lo pensó dos veces y oprimió aquella indicación.
La habitación permaneció en un profundo silencio, de pronto un par de pitidos se hicieron presentes, la llamada había sido hecha, ahora solo era cuestión de esperar a que alguien la contestara.

Los segundos pasaban, ___ esperaba con paciencia pero al notar que nadie contestaría decidió colgar. Cuando estaba a punto de colgar, alguien al otro lado del celular tomó la llamada.

–Heya, ¿Con quién hablo?– se escuchó a través de la bocina.
___ no sabía que decir, cómo actuar, ni como reaccionar. Aquella voz le era hacia familiar pero al ser presa de los nervios no lograba recordar quien era.

–¿Hola?– la voz masculina del otro lado del celular no recibía respuesta por parte de ___.
La joven tomó una bocanada de aire para hablar, pero en lugar de que las palabras salieran de su boca, un gran suspiro fue quien ocupó su lugar. Después de eso, ___ colgó la llamada y apagó el celular.

–Yo... No pude hacerlo... Je– dijo para sí misma, suspiró pesadamente y se dejó caer sobre si cama. –No creo que sea de importancia... Pero por si las dudas, no encenderé el celular hasta mañana que esté en clase.

A la mañana siguiente, ___ despertó antes de que sonara el despertador, al parecer su lado optimista había reinado dentro de ella.
Preparó el que al parecer seria el mejor desayuno de la semana, lo comió alegremente, se preparó para salir y encaminarse hacia su destino, la universidad. Metió su celular (el cual aún permanecía apagado) en su bolso, tomó las llaves y salió de casa.

Todo estaba bien en el trayecto hacia la universidad, el tiempo estaba a su favor, hacia un buen día. Al parecer sería un maravilloso día para ___.
En cuestión de minutos, la joven había llegado a la institución, caminó con tranquilidad por los pasillos, y al llegar a su aula, notó que era la primera en llegar.
Se sentó en su determinado lugar, miró por la ventana y observó como poco a poco llegaban los alumnos y compañeros a clase.

Sacó su celular, miró la pantalla. Por un momento cruzo por su mente la idea de encenderlo, pero sacudió la cabeza intentando desvanecer aquella idea. Pero... ¿Esa persona estaría despierta a las 7:00 de la mañana?  Esa era una pregunta sin respuesta, quizá era de esas personas madrugadoras o era una persona tan vaga capaz de despertar a las 14:00 del día. No lo sabría, en este mundo las personas y sus costumbres son un misterio.

Pasaron algunos minutos cuando comenzaron a llegar sus compañeros, entre ellos sus amigas Alice y Connie.
La segunda mencionada no tenía buena cara, parecía como si se hubiera peleado contra morfeo, o como si el hada de los sueños no hubiera llegado anoche a su casa.

–¡Hola! Buen día, Connie. Buen día Alice.– ___ saludó energéticamente.

Connie la miró con mala cara, provocando que la sonrisa de ___ desapareciera. Alice contestó el saludo, no con la misma energía que ___, pero al menos fue más agradable que ver la cara de desveló de Connie.

–No sé qué tiene de bueno el día. No pude dormir en toda la noche– Connie se sentó en su lugar y a causa del cansancio se recostó sobre su mesa.

–¿Una mala noche?– Preguntó ___. Connie sólo asintió.

–¿Qué lo provocó?– preguntó Alice llena de curiosidad.

–Llegué tarde a casa, recibí un par de llamadas de unos amigos que estaban metidos en problemas, así que tuve que salir a ayudarlos. Gracias a eso... No logré descansar– Connie dio un gran bostezo. –Espero que no veamos nada importante en clase, no creo soportar tanto tiempo despierta.

De pronto ___ recordó la llamada de anoche, la voz de aquel hombre que contestó a su llamado resonaba en su cabeza pero por desgracia aún no lograba reconocerla. No entendía si era por los nervios o estaba tonta en ese momento.

–Deve ser divertido pertenecer a una pandilla y que te ayuden cuando estas en problemas– Alice fantaseaba con ser parte de la pandilla de Connie.

–Si, es divertido. Pelear con otras pandillas, ser perseguido por la policia- Los ojos de Connie brillaban al recordar toda la adrenalina que provocaban sus recuerdos.

La sonrisa dibujada en la cara de Alice se borró con rapidez al escuchar eso.

–Eh... Si, muy divertido... ¿Tú qué opinas, ___?– Alice intentó cambiar el tema, pero ___ estaba pérdida en sus pensamientos... Otra vez.
Antes de que Alice pudiera hacer reaccionar a ___, Sans entró al aula.

–¡Buen día! Si, se que están sorprendido al verme llegar temprano, yo también lo estoy– Se colocó frente a todos. –Welp... Espero que sus proyectos tengan un avance, porque hoy es día de revisión de avance.

Los quejidos no se hicieron esperar, Sans sonreía al ver las caras de disgusto de sus alumnos.
Mientras tanto, ___ abría los ojos como platos al escuchar aquel anuncio.

–Demonios... Olvidé traer mi laptop, tan bien que iba mi día...– Cerró los ojos por un momento – ¡Pero!– dijo para ella misma mientras sonreía –Por suerte tengo una copia en mi celular. Que lista eres, ___.

Encendió su celular y esperó a que este se iniciara. Sans hablaba del orden en el que pasarían para su revisión, ___ sonreía triunfante, Connie dormía sobre su mesa y Alice miraba su reflejo en su pequeño espejo portátil.

–Welp, yo los llamaré, así podrán sufrir mientras piensan quien será el siguiente. Así que vayan preparándose– Caminó hacia el escritorio, colocó su lista y se sentó a observar como sus alumnos sacaban libros, libretas, tablets, laptops y como otros se peleaban por no traer nada.
De pronto, su vista fue dirigida hacia su querida alumna quien observaba sonriente a su celular. Sans sacó el suyo, buscó algo. Su sonrisa desapareció y un gesto de seriedad ocupó su lugar. Tecleo un par de veces, miró atentamente la pantalla en la cual se mostraba la leyenda "Llamando...". Cuando de pronto, un celular comenzó a sonar, todos guardaron silencio y dirigieron sus miradas hacia la persona duela de aquel celular. Sans al ver quien era el dueño de aquel celular sonrió. ___ miraba su celular con sorpresa, terror y nervios. El número desconocido que aparecía en su pantalla lo recordaba, era al que llamó la noche anterior. La joven al sentir una mirada fría miró hacia enfrente, encontrándose con el usuario que la estaba llamando.

Sans canceló la llamada, su sonrisa no desaparecía, tomó aire para hablar pero antes de que pudiera hacerlo la puerta fue abierta.

–¡Sans, a mi oficina!–

Mi profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora