Cuatro.

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El sábado de la fiesta de bienvenida para los de primer año llego rápidamente. Era esa misma semana, de hecho.

Mike me llamó, avisándome que estaba esperando afuera por mí.

Cuando llegue abajo, vi a Mike sonreírme desde su lugar, junto a su auto. Camine hasta el sonriendo también, pero  sentí que me tomaban de ambos brazos, y me empujaban en otra dirección, alejándome de Mike. De mi futuro novio... 

—Vámonos, llegaremos tarde—sonrió Jimmy, y ni siquiera miro a Mike. Mi cita. 

—Pero... 

—Calla y sube al auto—amenazó Louis, con una sonrisa en los labios, que incitaba a morderte la lengua de por vida.

Algo extraño se removió en mi cuando me di cuenta de que Mike ni siquiera había intentado detenerlos, solo –solo se quedó ahí, mirando cómo me raptaban. Fue algo así como un presentimiento de que él era un bueno para nada. O al menos me di cuenta de eso.

Y lo peor de todo es que los chicos parecían molestos. Yo no hice nada malo, solo acepte ir a una fiesta loca con mi amor platónico desde primer año y que según Louis eructaba por el trasero cuando se agachaba para hacer los estiramientos antes de jugar. No soy alguien de cartón, tengo debilidades como todos, y Mike era mi debilidad. O lo era hasta ese momento, claro.

Llegamos a la casa de quien-sea-el-dueño y a simple vista, no había empezado. Hasta que vi a un tipo salir de la parte de atrás y vomitar su alma en el pasto. Y sobre sus zapatos. Y después se cayó sobre su propio vomito. Muy delicioso. 

Dentro de la casa, estaba el desastre. Hacía un calor tremendo; no podías caminar y si lo hacías, tres cuartos de tu ropa quedaban en el camino, el resto cubría las partes esenciales (estoy practicando la exageración aquí); la música era muy fuerte, tanto que me sorprende que desde afuera no se oyera nada; Y estaban los típicos ansiosos por sexo salvaje haciendo de vampiros en los rincones oscuros de la casa. Si, definitivamente, un enorme desastre. Pero algo se podía disfrutar. 

Obviamente, y como todas las fiestas universitarias, los chicos me abandonaron a mi suerte. Tampoco me molesto mucho, la verdad es que nunca me molesta, pero esta vez me sentí un poco incomoda. No sabía porque, pero tenía esa extraña sensación de que alguien te estaba mirando mucho y no me gustaba demasiado.

Conseguí un poco de licor para las penas (ya saben, del fuerte) e intente deslizarme por entre los cuerpos sudorosos de la "pista de baile". Y luego, como si hubiese aparecido por arte de magia entre aquellas dos parejas que practicaban el sexo con ropa (muy poca, por cierto), comencé a bailar como Thom Yorke en Lotus Flower. 

Cuando me cansé, decidí ir a buscar algún lugar donde botar mi cuerpo sin tener que preocuparme de alguna posible violación. Encontré uno en el patio trasero de la casa. Estaba llenó allí también, pero habían lugares donde podías sentarte; donde al menos podías respirar aire relativamente limpio. Me senté en el columpio que estaba en el patio, bebiendo a pequeños sorbos mi cerveza y riéndome de los tipos que intentaban caminar y se caían.  

Pasaron unos minutos, quizás horas, (no lo sé, estaba medio ebria), en los que solo me divertí viendo aquel show y bebiendo a pequeños tragos mi cerveza para que me durara un poco, hasta que llego Mike a mi lado. 

Él se sentó en el otro columpio, luciendo ebrio y bastante besuqueado. Me sonrió de lado cuando me gire a mirarlo y yo fruncí mi ceño en desaprobación.  

—Se supone que hoy era nuestra cita—dijo él, balanceándose suavemente en el columpio, y sonando realmente ebrio. 

—Sí, pero para que haya una cita tienen que haber dos personas. Dos personas interesadas, por supuesto—dije yo, sin mirarlo a los ojos. —Y cuando llegue, no te vi por ningún lado.

Black watercolour; z.m auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora