Siete.

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A finales del mes de octubre, las cosas estaban un poco frías. No porque con El Señor Oscuro nos estuviésemos llevando mal, sino porque el invierno estaba más cerca de lo que quisiera, lo que significaba acelerar el proceso de pintado del mural. No podíamos pasarnos tanto tiempo pintando como el mes anterior, pero avanzábamos más que los demás, lo que era bastante bueno.

En fin. Como necesitábamos notas, la profesora Carter nos daba pequeños trabajos en clases, que no eran tan difíciles como para tardar más de dos clases en hacerlos. En el que más tardamos fue en una maqueta. No fue tan difícil tampoco, pero fueron cerca de cuatro clases las que se utilizaron para hacerla. Aquel miércoles, a finales de octubre, la profesora decidió que era momento de ver nuestras capacidades en el dibujo de rostro.

—Elijan a alguien a quien dibujar. Doy dos minutos para que lo escriban en un papel y me lo entreguen. El su nombre y el de quien quieren dibujar. Si quien quieren dibujar ya ha sido elegido, deberán dibujar a otro—la profesora dijo, con voz autoritaria, lo que significaba que teníamos que comenzar en ese mismo instante.

Yo entré en un verdadero dilema. ¿A quién diablos iba a dibujar? No lo sabía. Había varias chicas con rostros bastante agradables que dibujar, pero nunca había hablado con ellas, y acercarme y decirles «oye, me gusta tu rostro, te puedo dibujar» sería totalmente vergonzoso. Y tampoco quería dibujar al Señor Oscuro. No estoy muy segura de porqué, pero se me revolvía el estómago de una manera muy extraña cuando pensaba preguntarle si no le molestaba que lo dibujara. Así que decidí quedarme ahí, sentada mirando a la nada, esperando a que la profesora dijera los nombres. Ni siquiera los escuche, pero moví mi cabeza en busca de la profesora Carter cuando me nombró.

—Malik la va a dibujar a usted, lo que quiere decir que usted tendrá que dibujarlo a él.

Intenten no sonrojarse cuando alguien dice que estas «emparejado» con otra persona. Inténtenlo, y verán que si no lo hacen, es porque han pasado por esa situación muchas veces.

La verdad es que soy bastante conocida en la universidad. Y si no me conocen por mi nombre, lo hacen por «la chica que sonríe» o por «la chica que me saludo el otro día». Me gusta repartir mi felicidad con los demás, así que siempre estoy sonriendo y saludando a la gente que parece triste. Es una costumbre que atrapé de mi padre. Él es trabajador social, pero de esos que ayudan a la gente pobre y esas cosas, así que siempre que iba con él al orfanato o a algún albergue, él estaba sonriendo y riendo. Yo también lo hacía, pero no porque mi padre lo hacía, sino porque descubrí que era genial hacer sonreír a la gente.

Y bueno, como decía, siempre sonrío y río en la universidad. Sin embargo, no muchos chicos se me acercan y me invitan a El Árbol. De hecho, solo lo han hecho tres chicos en mis dos años universitarios. Dos de ellos querían una cita y todo terminaba muy mal, y el tercero fue El Señor Oscuro. Ya ven, mi tipo de popularidad es distinta, lo que significa que si alguien me dice «te quiero» o «me gustas», a excepción de los chicos, claro, yo me sonrojo y me pongo terriblemente nerviosa.

—Esto es tan injusto—se quejó una chica detrás de mí—, yo quería que Zayn me dibujara. Laila no es tan bonita...

Indignada, me di la vuelta de manera fílmica (ya sabes, el cabello en cámara lenta y eso) y les dije: —Bueno, yo no soy tan bonita, pero tu pareces una mula.

La clase río ante eso, y la chica hizo un mohín con su boca, como si no supiera que contestar y que su única solución fuese poner cara de perrito mojado.

—Basta chicas, ahora empiecen con el boceto...—dijo la profesora, riendo suavemente.

A la clase no le quedaban más de quince minutos, así que solo alcancé a dibujar formas sin sentido, lo que significaba que tendría que reunirme con El Señor Oscuro para terminar el dibujo. Y eso también significaba que tendría que verlo dos o tres veces más en la misma semana. No es que me molestara, pero vamos, ya era mucho un miércoles y un viernes. La gente iba a comenzar rumores y eso no sería bueno.

Black watercolour; z.m auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora