Capítulo 2

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—¿Eso es todo?

Mirándolo desde arriba, Sasuke hizo girar la daga de oro sólido, con empuñadura en forma de cráneo, en su mano derecha. De nuevo él tenía esa media sonrisa burlona en los labios, que no le llegaba a los ojos. Ellos siempre eran serios y distantes, atormentados. Suigetsu hundió los dedos en el lodo, buscando algo en lo que apoyarse. El cuerpo entero le dolía y había comenzado a sangrar..., de nuevo..., alguna parte de él.

—Me decepcionas, Minino. He visto abuelitas de noventa años con mayor resistencia que tú. —Se burló—. ¿Por qué no nos haces un favor a todos y te mueres? Nadie te extrañará.

Suigetsu ignoró sus comentarios, después de veinticuatro meses en Infernum sabía cómo funcionaba la organización. El entrenamiento era duro y cruel, y parecía que su único propósito era quebrarlos desde lo más profundo.

Solo unos pocos conseguían soportarlo, él no sería la excepción por mucho que Sasuke lo torturase física y mentalmente. Él ahora estaba motivado, quería la justicia que le prometieron Madara y Obito Otsutsuki, los líderes de la organización. Más que eso, quería su venganza; la misma que Sasuke obtuvo tiempo atrás.

Él la conseguiría. Iba a asesinar a los malditos hijos de perra que esclavizaron y mataron a su madre, a su propio padre y a los de Setsuna . Cada uno de ellos pagaría con su sangre y al final, cuando hubiera saciado a la bestia en su interior, entonces él le daría justicia al mundo.
Por ahora...

—¡Eres patético! —Sasuke lo pateó, haciéndolo caer en el lodo—. ¡Una pérdida de tiempo! —Otro golpe—. ¡Basura insignificante!

Suigetsu trató de ponerse de pie, falló miserablemente. Estaba tan jodido y cansado. No había una parte en él que no estuviera golpeada o rasgada por el cuchillo de Sasuke . Además, llevaba tres días sin probar alimento y más de ochenta horas sin dormir. Entre su maestro, y el psicótico Colmillo del Diablo estaban haciendo su vida miserable. Pero también lo volvían una persona más fuerte.

Él era capaz de sentirlo: no era el mismo chico débil que ingresó, incapaz de defenderse, que solo sabía insultar y hacer comentarios estúpidos. Él ahora sabía cómo empuñar un cuchillo y atacar con él, manejar un arma de fuego; defenderse... Más ágil y veloz, él poco a poco se transformaba en una persona diferente. No, no una persona. Un demonio salido de las profundidades del dolor.
Inclemente.

Inhumano.

Un monstruo.

La gran Bestia.

—Aún no he terminado. —Su voz fue apenas un susurro—. Yo puedo...

Sasuke le aplastó la mano con su pulida bota de cuero negro. Suigetsu se mordió la lengua para no gritar. No lo haría, no volvería a darle esa satisfacción a nadie. Nunca. Sasuke continuó apretando vez tras vez, frustrando sus esfuerzos. Riendo de él, recordándole su miseria.

—Eres patético. —Escupió su cuerpo sangrante—. Setsuna estaría muy decepcionado.

De rodillas, Suigetsu lo miró entre su cabello lleno de barro y sangre. La sola mención del nombre de su amigo avivó el dolor en él, la ira.

—Cierra la boca. —Casi gruñó.
Sasuke alzó una ceja.

—¿O qué? ¿Qué harás? Yo voy a decírtelo: nada, igual que hace veinticuatro meses. Serás el mismo inútil de mierda que dejó morir al pobre chico.

—¡Cállate!

Suigetsu apretó la tierra húmeda entre sus manos. Los ojos de Setsuna, desprovistos de luz vivieron a su mente.

Tan dolorido como estaba, consiguió ponerse de pie. Sasuke seguía mirándolo con burla y arrogancia, como si él no valiera ni un soplo de su aliento. Y Suigetsu sintió que la sangre en sus venas era lava.

BESTIA  (Adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora