Capítulo 10

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Lago Negro era un lugar curioso. Para empezar no había ningún lago cerca y parecía más bien salido de una película de terror.

Era oscura y peligrosa, con calles vacías y... también tenía la apariencia de un desierto. literalmente.
Tenían poco más de una hora vigilando la guarida del Perro y Suigetsu comenzaba a perder toda su paciencia.

—¿Ahora? —Desenfundó su Magnum 47—. Aquí estamos, ¿qué, nos lanzamos a la mierda y ya?

Sasuke movió un hombro, restándole importancia.

—Básicamente.

Karin gimió, haciendo girar un sai que tenía en la mano.

—Tú y tus ataques suicidas, jefe.
—Se rascó el puente de la nariz—. Mira, mañana tengo una cita con un chico y planeo llegar, así que dame algo más que eso.

Suigetsu  contuvo la respiración por un momento. ¿Por qué mierda Karin estaba hablando sobre su nada profesional, poco convencional y muy prohibida relación? ¿Qué, estaba loca? De enterarse los jefes no solo los forzarían a separarse, sino que el castigo por romper una de las normas de la organización sería terrible y doloroso.

Sasuke se pasó la mano por la húmeda cabellera negra, que ya le llegaba los pectorales. En ese momento, ninguno llevaba puesta una máscara. No era como si pensaran dejar vivir al Perro por mucho más.  Por tanto, ¿qué importaba si veía sus rostros? Sasori de la Arena  no iba a contárselo a nadie.

Jamás.

—Entramos, lo matamos y salimos.

Ella se palmeó la frente.

—¿En serio? ¡No-me-jodas!
Sasuke esbozó media sonrisa. Suigetsu , en cambio, se echó a reír.

—¿Te importa ofrecerte como carnada? —Karin negó, por lo que Sasuke  continuó empleando un tono más serio—: Entonces...
El principal problema con los esclavistas era lo posesivos que podían llegar a ser. Y arrogantes.

Una cosa contradictoria, siendo que se dedicaban a marcar, empaquetar y vender a otros seres humanos como simple mercancía. Suigetsu  sabía cómo era, más que cualquier otro. Él aún llevaba las marcas en su cuerpo y alma.

Emitiendo un largo y cansado suspiro, Karin se apretujó los pechos mientras caminaba hacia la puerta del almacén, siendo seguida por la mirada de Suigetsu . Él tenía un mal presentimiento sobre esta misión y maldito si supiera por qué. Solo tenía el estómago contraído y su corazón latía furioso.

Karin llamó al portón, fingiendo una sonrisa. El plan era sencillo: ella simulaba ser una prostituta y se colaba en el lugar. Aunque ninguno sabía si funcionaría, estaban preparados para el Plan B: hacer explotar el depósito, con o sin rehenes.

La idea era cortesía de Suigetsu , para variar.

Momentos después, asomó la cabeza calva un hombre de piel cenizosa y amarillenta, que sonrió de forma lasciva tan pronto como vio el pronunciado escote de Karin . Ella se llevó el cabello detrás de la oreja y se lamió los labios, incitándolo. Suigetsu hizo el intento de moverse, Sasuke lo detuvo.

—Aguarda. —Sasuke buscó en su cintura su 9 mm—. Ella todavía...

Karin giró ligeramente el cuello y vio hacia atrás, se lamió el dedo del medio simulando una felación y continuó seduciendo al hombre calvo.

Suigetsu arqueó una ceja.

—¿Ahora sí, papi?

Sasuke  vio hacia arriba, fastidiado.

—Ya, bebé. Vamos a jugar.
Suigetsu  gimió de placer, antes de lanzarse corriendo hacia la puerta, siendo seguido por Sasuke . En ese instante, Karin  se abalanzó sobre el hombre y le enterró uno de sus sai en la espalda.

BESTIA  (Adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora