Capítulo 5

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Karin  era divertida y también una perra dura, incapaz de sentir clemencia por nadie. Ella era una demente incluso peor que Sasuke, aunque no tan cruel.

Era solo la forma en la que se entregaba al asesinato lo que le hacía pensar que algo no estaba bien con ella. Pero ¿no tenían que estar todos ellos un poco-mucho-muy locos para dedicarse a esto? Infernum pedía más que tu lealtad, al unirte entregabas tu cuerpo y tu alma. Y sin derecho a devolución. Sin embargo, a Suigetsu  no le molestaba en absoluto. Hasta lo ponía caliente.

Porque, mierda, ¿quién no querría una mujer como esa en su cama? Karin  era la fantasía húmeda de los hombres como él.
Y sí, Suigetsu  sabía que también estaba un poco loco. Que lo demandaran por eso.

Pero sabía que enredarse con ella ahora no era una opción. Significaba romper algunas reglas importantes de Infernum, y él no iba a traicionar a la única familia que había conocido solo por un polvo.

Ella le regaló una sonrisa después de retirarse su máscara antigás. Él no sabía por qué había elegido algo tan inútil, pero de nuevo: se trataba de Karin . Nada con la chica tenía sentido.

Él no se quejaba, sin embargo, utilizaba un simple pañuelo negro con los ojos bordados de un león. Cualquiera podría quitárselo en medio de una pelea. Buena cosa que fuera ágil y veloz, por lo que hasta ahora le había funcionado.

Sasuke se quitó su habitual máscara kabuki con forma de demonio japonés. Oni o alguna mierda de esas. Y bufó mirándola con desaprobación.

—¿Qué te dije?

Karin  se encogió de hombros. Mientras que Suigetsu  era un bromista continuo y un hijo de puta insoportable con Sasuke , sabía al menos una cosa: nunca se le desobedecía al Colmillo del Diablo durante una misión.

Jamás. Si querías conservar la piel pegada a tu cuerpo. Él se lo había explicado de todas las maneras posibles, pero Karin  simplemente lo ignoraba. Ella quería conocer al demonio y lo haría de seguir actuando como una niñita inmadura.
Quizá no saliera con vida del encuentro.

—¿Qué-mierda-te-dije? —repitió, entrecerrando los ojos sobre ella.

Karin  pareció entenderlo entonces y negó retrocediendo dos pasos.

—L-lo siento, señor..., jefe..., Colmillo. Me dejé llevar.

—Que no vuelva a suceder. —Se apretó el puente de la nariz, mirando el desastre—. No me empujes, niña, no te conviene.

—No...

—Minino. —Sasuke  pasó su mirada furiosa hacia Suigetsu —. Llama a los Limpiadores, que se hagan cargo.

Él vaciló. Oh, infiernos, no. Los Limpiadores eran los hijos de perra más grande de la organización. Bastardos asesinos sin escrúpulos que se encargaban de los desertores. Obito  y Madara solo los enviaban detrás de miembros que se habían vuelto peligrosos.

En todo este tiempo, Suigetsu  solamente los vio actuar una vez y aún tenía pesadillas con ello. La atroz carnicería, todos esos gritos y la sangre. Su cuerpo se estremeció al recordar.

—Papi, no creo que sea para tanto. La bruja lo arruinó, pero...

—Si alguien va a matarla, ese seré yo. Los Limpiadores también se encargan de esta mierda. —Bufó fastidiado—. ¿Cuándo coño vas a poner atención?

Suigetsu  se rascó la mejilla, sonriéndole.

—Es aburrido como el infierno, papi, simplemente mi cerebro se desconecta. Además, tengo que ir a la jodida academia y eso...

BESTIA  (Adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora