Capítulo 11

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El cielo se encontraba particularmente nublado, aunque no llovía.

Suigetsu  miró el féretro que se encontraba entre rosas blancas y se tragó un sollozo. Él no lloraba. No ahora. A Karin  no le hubiera gustado que fuera débil, pero él quería serlo. Oh, Dios, quería tanto llorar y esconderse bajo las sábanas como el niño que ya no era.

Se acercó al féretro en el que descansaba Karin , y que aún se encontraba abierto. El sepelio iniciaría en media hora. Temeroso de mirar, tragó duro y bajó la cabeza. Las lágrimas se le agolparon en los ojos, amenazando con salir. Ella se veía tan hermosa y calmada, con un largo vestido blanco que jamás habría querido usar y flores en la cabeza. Su liso cabello Rojo  le caía sobre los hombros, y ella tenía una tenue sonrisa en los labios que era... angelical. Todo lo contrario a lo que ella fue. Pero Suigetsu  pensó que era perfecto.

«Perdí a mi familia, de nuevo». El pensamiento lo atravesó tan profunda y dolorosamente, que Suigetsu fue incapaz de contener un sollozo, las tibias y saladas lágrimas que finalmente brotaron. Ya no solo se trataba de su madre o Setsuna , ni siquiera de Mitchell y la propia Karin ; sino de una pequeña vida inocente que se extinguió antes de haber iniciado. Y era doloroso como el infierno mismo.

«Mi bebé». Él no tenía idea de si Karin  lo supo antes de morir o no, pero la sola idea de no conocerlo, de no tenerlo entre sus brazos era insoportable.

Suigetsu  se limpió las lágrimas que le mojaban las mejillas y respiró profundamente. Él no era un niñito llorón, era Bestia, la Mano Derecha del Colmillo del Diablo. Él mataba, desgarraba y destruía; no se lamentaba. Nunca.
Lamentarse jamás ayudó a nadie, y ciertamente esta vez no sería distinto.

«Cuida de mi hijo, Setsuna ». La plegaría salió desde lo más profundo, el único rincón iluminado de su alma marchita y miserable. «No dejes que tenga miedo. Cuida de mi bebé, Setsuna , por favor... Por favor...».

Suigetsu acercó su rostro al de Karin y la besó en la frente. Su piel fría lo estremeció, recodándole que no volvería a verla, tocarla o incluso discutir con ella hasta el cansancio.

—Perra idiota —susurró—, te dije que tuvieras cuidado... Joder, ¿por qué nunca me escuchas?
Su voz se rompió triste y dolorosamente.

—Te dije que... —Suigetsu  se tragó el nudo en su garganta—... te dije que tuvieras cuidado... Maldita sea, Karin , yo te dije...

Incapaz de contenerse, Suigetsu  se dejó caer sobre el cuerpo gélido de Karin y lloró. Lo hizo por ella y su joven vida terminada, por su hijo no nacido y por él mismo. Por su amarga soledad. Alguien le apretó el hombro, mirando hacia arriba, se encontró con los ojos de Sasuke . Él lucía casi... triste.

—Minino...

Suigetsu  se limpió las lágrimas y le dio una pequeña sonrisa rota mientras sacudía la cabeza, negando.

—Estoy bien.

—No lo estás.

—En serio, papi, no hay nada de qué preocuparse. Solo jodíamos.

—Minino...

La sonrisa de Suigetsu  se volvió más amplia, casi burlona. Sí, este era él: el jodido-maldito-eterno idiota que no sentía dolor.

—Estoy bien —repitió más para sí mismo que para su jefe.

Él lo estaba. Él lo estaba, por supuesto, y eso que había en sus ojos no eran nuevas lágrimas. Respirando profundo, Suigetsu  acarició los labios de Karin con sus nudillos.

«Estoy bien».

Se inclinó una vez más sobre ella y la besó de nuevo en la frente.

—Al fin descansas en paz, cariño —susurró contra su piel.

Con las manos en los bolsillos, Suigetsu  abandonó el cementerio sin mirar atrás.

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NOTAS FINALES: 

Hola chicos se que es corto pero para tener más capítulos que leer así vendrán de ahora en adelante espero no se molesten  y disfruten el capítulo y les guste.

No siendo más me despido nos leemos en otra ocasión .

Besos 😘😘😘

BESTIA  (Adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora