32. Lágrimas del pasado

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Detuve mi caída con brazos y piernas, permitiéndome descender lentamente

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Detuve mi caída con brazos y piernas, permitiéndome descender lentamente. Escuché a Kremura quejándose un poco más abajo. Llegué a su lado y encendí la luz de mi E-Nex.

—¿Qué estás haciendo? ¿También vas a matarme a mí? —preguntó, temblando de miedo.

—Si no me dejas opción, lo haré —respondí—, así que mejor guarda silencio, y ven conmigo si quieres salir con vida de aquí.

—Siempre supe que estabas loca, pero jamás creí que fueras una psicópata.

Sus palabras me hicieron reír.

—Y no sabes cuan loca puedo estar, así que haz lo que te digo. Estamos en un lugar muy peligroso, lleno de vampiros. ¿Has oído hablar de los vampiros?

El rostro de Kremura se tornó tétrico.

—¿Vampiros? —preguntó—. ¿Q-Qué tienen que ver los vampiros?

—Oh, ya lo verás —le dije—. Vamos, y no te alejes.

La chica me dirigió una mirada de desconcierto. Quizás estaba en lo cierto, yo estaba loca, pero era ella la que había metido la nariz en donde nadie la había llamado. Tal vez debí haberla dejado afuera, inconsciente, pero no sabía cuánto tiempo iba a tardar en esto como para arriesgarme a que despertara y me delatara.

Flexioné mi brazo derecho y di un toque a mi E-Nex. Como respuesta, se proyectó una imagen tridimensional de un complejo de ductos de ventilación, igual que en un partido de dominorium. Conseguir los planos del edificio en el mercado negro no había sido difícil, considerando que había usado una parte de las UPE que mi padre me brindaba para subsistir.

Avancé con precaución, siguiendo una presión energética que me resultaba familiar, siempre asegurándome de que Kremura no hiciera alguna tontería. Al ser un edificio público, al cual tenían acceso tanto humanos como kinianos, no había mucha seguridad, y esa era una gran ventaja que no podía desaprovechar. Si de verdad tenía una oportunidad de hacer algo, cualquier cosa, en contra de Velasco, era aquí y ahora.

Descendimos hasta el piso 43, en donde se suponía estaban los invitados. La emoción y los nervios comenzaron a invadirme otra vez al sentir que me acercaba a la fuente de aquella energía. Me moví, buscando entre las rejillas, observando los pasillos iluminados, lujosos y modernos. Seguí el rastro, hasta que la presión se volvió clara y estable. Y entonces lo vi. Ahora lo sabía, había dado en el clavo. Bueno, tampoco es que esos sujetos se estuviesen escondiendo.

Ahí abajo, sólo separado de mí por una rejilla de ventilación, estaba un hombre alto y delgado de rostro sereno, aburrido, vistiendo de traje negro: Sullivan.

Me detuve a observarlo. Kremura también lo hacía, con bastante curiosidad. Ya se le había pasado el susto de los guardias, era una chica más fuerte de lo que aparentaba, algo como eso habría traumatizado a muchos.

Esclava de la Realidad 2: Mundo EnergéticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora