17. Aptitud Energética

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El gimnasio seguía tan vivo como al principio, lleno de voces, música y luces doradas, producto de las prácticas energéticas de otros bloques, que escapaban hacia las paredes reforzadas del recinto

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El gimnasio seguía tan vivo como al principio, lleno de voces, música y luces doradas, producto de las prácticas energéticas de otros bloques, que escapaban hacia las paredes reforzadas del recinto.

Vestía mi uniforme deportivo. Lo obtuve de un casillero con mi nombre, en el área de vestidores. Kori estaba a mi lado. No hubo ninguna reprimenda por llegar tarde, pero nos habíamos perdido la explicación inicial. Aun así, amablemente, la profesora Kimira se había tomado la molestia de mostrarnos, a grandes rasgos, lo que hacíamos.

Era una especie de examen, o prueba de aptitud. Cada kiniano podía ser afín a uno de tres tipos de energía: positiva, negativa o neutra. La positiva significaba facultad para desarrollar habilidades curativas; la negativa era sinónimo de destrucción; y la neutra, era útil en el desempeño mental. Descubrir qué tipo de energía teníamos era el objetivo de la sesión.

Nuestro grupo ocupaba un sitio en el centro. Estábamos con los pies descalzos sobre frías plataformas circulares, mientras nos daban las instrucciones.

—Para usar energía necesitan concentrarse, conectar con su forma etérea y sentir el palpitar de su propia existencia. No hablo de su corazón, sino de la energía que fluye en cada uno de ustedes —decía la profesora, paseándose entre las filas de alumnos—. La sentirán. Puede ser cálida y reconfortante, pero también peligrosa y destructiva. La energía es lo que ustedes son.

Se suponía que teníamos que descubrir nuestro poder, conectar con la energía interna para que la plataforma, sobre la cual estábamos de pie, arrojara un resultado. «La energía es lo que soy», pensé, cerrando mis ojos, tratando de hacer lo que pedía.

—Tal vez nunca hayan usado energía, o tal vez sí, sin darse cuenta. Si no lo han hecho, no piensen que no pueden hacerlo. Habrá algunos más hábiles que otros, pero todo kiniano es capaz de usar energía, sin excepción. Está en ustedes, está en su naturaleza, encuentren su poder interior.

La maestra Kimira comenzó a acercarse a cada uno de nosotros, observando la plataforma y dando consejos para alcanzar el objetivo de la clase.

Mientras lo hacía, yo observaba mis pies, posados sobre la plataforma. Parecía una báscula a nivel del suelo, formada de un material transparente que recordaba a la cerámica. Podía ver su interior, en el cual había circuitos electrónicos que alimentaban una pequeña pantalla central.

—Se preguntarán cómo podemos producir energía —seguía hablando la profesora—. La respuesta es muy simple: somos energía. Ya deberían saberlo, pero lo repetiré. Su verdadera forma es etérea, no física. Nuestros Bio-C nos permiten canalizar la energía para aprovecharla de forma ventajosa. Esa capacidad se mide en unidades kinianas, KU, que es equivalente a la fluctuación etérea producida en un segundo. Unidades que se miden con respecto a la fuerza humana, ya que nuestros cuerpos tienen forma humana.

Esclava de la Realidad 2: Mundo EnergéticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora