19. El Maestro Kiva

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Estaba de pie sobre una nube, perdida en mis pensamientos

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Estaba de pie sobre una nube, perdida en mis pensamientos. A veces lo hacía, era como apartarme del mundo que me rodeaba para gozar de una absoluta soledad. Veía los acontecimientos en perspectiva, habiendo pasado poco más de una semana desde el primer día de clases.

Llevaba Educación Energética e Introducción al Mundo Energético todos los días, pero Economía y Biocontenedores tan sólo dos veces por semana. Desde que pude entregar el tonto reporte que tantos problemas me había traído, pude volver a disfrutar de las prácticas en el gimnasio. Resulté ser especialmente buena en el tiro energético, aunque necesitaba seguir afinando mi puntería. A veces me preguntaba cómo estaría Selene, en dónde estaría Mateo, o si Velasco estaría usando todo este tiempo para ocultar más y más las pruebas que lo incriminaran, sin embargo, desechaba todas esas ideas al recordar que no estaba preparada para todo eso.

Las noticias del incidente volaron haciendo honor al nombre de la academia, alcanzando todo rincón. La peliblanca que enfrentó a Kremura. Esa chica no era sólo una alumna alfa, sino que, además, resultó ser una miembro de la selección de dominorium de la Academia del Viento Eterno. Era bastante popular entre los suyos y, por supuesto, ya se había encargado de convertirme en la conejita blanca, burla del momento. Al menos inspiraba terror en aquellos que no querían problemas, y eso mantenía alejados a la mayoría de estudiantes, algo que agradecía.

En realidad, no me importaba cómo me llamaran, lo verdadero malo era la secuela acarreada por dicho incidente. El viejecillo calvo que daba clase de Introducción al Mundo Kiniano, en toda su benevolencia que creía tener como director, me había dado un castigo peor de lo que imaginaba.

Hubiera preferido que me colgaran desnuda de un poste o que me azotaran cien veces con un látigo espinoso. ¡Pero no! Ahora tenía que trabajar en la granja escolar, junto con Kremura, por la mitad del ciclo escolar. ¡Seguir viendo la cara de esa engreída, día a día, era lo peor!

Esa era mi nueva vida, una en la que no era tan especial como yo creía. Aquí todos eran muy fuertes, todos podían usar energía, y yo me sentía como un pez fuera del agua. Extrañaba esa sensación de libertad, al recorrer la ciudad con aquella armadura. Sin ella, la misión de acabar con individuos podridos como Velasco, parecía muy lejana. Lo único que me daba esperanzas de mantenerme en la jugada, eran las clases especializadas que el Gran Sabio Keitor había preparado para mí.

Adicionales a las clases de la academia, se me había asignado a un maestro especial, traído de España, quien me prepararía físicamente para los retos de mi futura vida. ¿Y yo? Estaba encantada.

—Concéntrate Kat, ¿qué estás pensando?

Una voz masculina, dura y directa, me trajo de vuelta al presente.

De pronto, fue como si mi mundo se arremolinara hasta volver a mi interior. Sentí que caía de mi nube para volver a un suelo firme y plano. Mis alrededores se tiñeron con los colores de la madera y metal que conformaban la habitación en la que me encontraba. Frente a mí, había una persona de piel cobriza y cabello lacio, corto y alborotado debido al ejercicio.

Esclava de la Realidad 2: Mundo EnergéticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora