21. Más que palabras

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Daciana Lupu estaba sentada en el suelo cerca de la puerta de la biblioteca. Estaba mirando al vacío mientras sus ojos continuaban cambiando de color. Abraza sus piernas y descansa su barbilla sobre las rodillas. Luego de haberse enterado sobre el pasado de Sorin y Dacia, Daciana había caído en cuenta que siempre había tomado a Sorin por sentado. Tras haber pasado tanto tiempo con él, había asumido que lo conocía, pero era todo lo opuesto. Ella había Sido egoísta y nunca había pensado en los que le estaban ayudando. ¡Hasta la había pedido a Sorin que acabase con su vida! ¿A caso había pensado en como Sorin se sentiría si le hiciese eso a ella? Por su puesto que no. Todo lo que ella quería era acabar con su dolorosa vida.

. . .

Sorin cierra la puerta tras sí  llevaba encerrado en esa habitación todo el día. Justo cuando estaba por irse, ve a una chica pelirroja dormida en el suelo. Sus ojos se abren un poco tras verla, pues no esperaba verla allí. Había recostado su cabeza sobre las rodillas y ya no abrazaba sus piernas fuertemente como lo había hecho tras llegar allí. Se agacha y se acerca para verle mejor el rostro. Sin despertarla, acerca su mano derecha hacia su rostro y le saca una hebra de pelo fuera de él. Sorin no pudo hacer más que sonreír para sí mismo mientras la toma entre sus brazos gentilmente.

-"Este no es el mejor lugar para una princesa durmiente."- dice en un tono de voz bajo mientras la carga pasillo abajo.

No le dice ni una palabra más hasta que llegan a su habitación. Allí logra abrir la puerta y cerrarla tras él mientras cargaba a Daciana, quién aún estaba profundamente dormida. Él sabía que ella se sentiría rara ya que ella nunca había estado en su habitación, pero él quería disfrutar de su compañía -un poco más- aunque ella estuviese dormida. En adición a eso, su habitación era la más cercana a la biblioteca. Justo en medio de la habitación, hay una cama con dosel cubierta con sábanas blancas y rojas. Él la recuesta en la cama y la arropa con una manta roja. Se acuesta justo al lado d ella chica y se le acerca a su rostro. Una vez más, le aparta unas hebras de pelo del rostro. De vez en cuando Daciana fruncía el ceño mientras dormía, él le colgaba el dedo índice entre las cejas y la ayudaba a relajarse. El payaso de Sorin se había endurecido después de varios días de haber estado metido en el asunto de los cambios de Daciana, pero ahora que estaba así con ella, parecía que sus facciones se habían suavizado un poco nuevamente.

Recuerda la primera vez que la visitó y se introdujo como su vecino amistoso. Para aquel entonces estaba muy nervioso. Él quería verse lo mejor posible cuando fuera a saludarla y quería que ella lo aceptara aunque él fuese un vampiro. Mientras más la observó, más asumía que era la reencarnación de Dacia, pero había estado equivocado. Daciana era una persona aparte y era muy diferente a Dacia, su abuela. Puede que su cabello rojizo hubiese sido el mismo al igual que el color de sus ojos, pero los colores los tenían invertidos. Luego de pensarlo un rato, Sorin sonríe para sí. Se sentía un poco tonto al saber que era tan apegado a la pequeña alfa que dormía en su cama. Él es un vampiro y ella es una loba. Naturalmente hablando, se supone que fuesen enemigos, pero no lo eran. Sorin se sienta y dirige su mirada hacia la ventana. Se incorpora y se acerca a la misma. Estaba lloviendo y habían rayos iluminando el cielo nocturno de a ratos.

-"Si solo no hubieses hecho tú imprenta en mi hermano humano..."- dice Sorin en voz baja mientras la mira sobre su hombro izquierdo.

A pesar de que tenía una pequeña sonrisa en su rostro, sus ojos se veían bastante tristes mientras la observaba, hasta que decidió regresar su mirada a la lluvia que caía fuera del castillo.  

. . .

Daciana Lupu se sienta en la cama mientras estira sus brazos y suelta un largo bostezo. Lentamente abre sus ojos y se percata que no está en su habitación. Toma la manta y se cubre hasta el cuello. Sus mejillas se tornan carmesí mientras le lanza una rápida mirada a su cuerpo bajo la manta y se da cuenta de que aún lleva puesta la ropa del día anterior. Parpadea unas cuantas veces sorprendida y continúa observando la habitación desde la cama; la habitación estaba limpia y muy organizada. La manta que sostenía entre sus brazos era suave y cálida. Decide levantarse y darle una vuelta a la habitación. Hay una mesa de noche justo al lado de la cama donde hay un marco con una foto familiar. Los ojos de Daciana se agrandan tras reconocer a las personas de la foto: era el pequeño Sorin y su difunta madre. No había duda alguna...estaba en la habitación de Sorin.

Regresándola ||completada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora