38|Hasta luego.

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Un gran estruendo, luego silencio.

Akira trató de levantarse, pero Ryaku estaba a la defensiva, demasiado protector.

—Estoy bien, está bien— Akira sonrió.

Le costó trabajo dejarla ir, pero al final Ryaku cedió.

Akira se levantó poco a poco, se sentía demasiado relajada ahora, sus músculos volvieron a el punto en el que estaban cuando despertó esa mañana, era como si el recorrido que hizo desde Suna hubiese desaparecido.

Se balanceó hasta que los músculos de sus piernas le respondieron adecuadamente, el cielo se nubló, las gotas cristalinas descendieron desde las nubes y comenzaron a empaparlo todo. Akira comenzó a correr, podía sentir a Ryaku justo detrás de ella.

—¡Sasuke! — Akira dejó salir un gran grito al ver la escena frente a sus ojos.

El cabello rubio y despeinado cubierto por pequeñas manchas de sangre, el cuerpo lastimado y la lluvia empapando su rostro, Naruto estaba en el piso, como muerto.

Sasuke estaba lastimado, su camisa estaba rota de la espalda y su banda ninja estaba en el piso, miraba a Naruto fijamente, cuando el Uchiha elevó la mirada hacia Akira, la peli plata sintió una oleada de sentimientos encontrados.

La mirada de Sasuke dolía, se clavaba en tu pecho y dolía, sus ojos estaban tan tristes, tenía la definición de soledad impregnada en su ser.

Akira se acercó lentamente, Ryaku se transformóen una pequeña ficha para pasar desapercibido. Los pasos en medio de la lluviay la mirada de Sasuke, hacían que Akira se sintiese retraída.    

—¿Está bien? Dime que está bien— Akira se arrodilló junto a Naruto.

—Está vivo, lo siento—

—No, no te disculpes conmigo, yo te entiendo— Akira acarició el cabello rubio —Te disculparás cuando llegue el momento, con las personas que merezcan una disculpa—

Sasuke asintió, pero parecía estar en otro lugar.

—Sasuke— lo llamó— ¿En serio quieres esto? ¿Necesitas este poder que esa persona te ofrece? —

Sasuke sintió de nuevo, esta vez parecía prestar más atención.

—Lord Orochimaru no es una persona que haga caridad—

El Uchiha la miró sin entender.

—¿Lo conoces? —

—Sí, fue mi maestro, mi salvador— dejó salir un suspiro— Mi padre se acerca, debes irte—

—¿Cómo es que lo conoces? —

—Te llevarán de vuelta si te encuentra aquí— dijo ignorando su pregunta— Cuídate, nos volveremos a ver—

Sasuke desapareció. Akira se mantuvo en su lugar cuidando de los débiles latidos de su preciado amigo rubio, aplicó un jutsu medico mientras esperaba a su padre, lo sentía cada vez más cerca.

—Akira ¿Qué haces aquí? — Kakashi se acercó rápidamente a su hija y a su alumno.

—Vine con el Kazekage, cuando llegué aquí Naruto estaba así— explicó rápidamente.

Kakashi tomó a Naruto en brazos y comenzó a caminar, Akira se quedó en su lugar observando. El mayor dio media vuelta.

—Vamos Akira, a casa—

La peli plata casi pudo sonreír, casi, pero se contuvo abruptamente, no podía lanzarse en los brazos de su padre rogando por no tener una maldición encima, no podía simplemente rogar, porque las cosas no eran así de simples, al menos no en este mundo.

—Tengo que hacer un reporte en Suna— dijo bajando la mirada— Cuando termine, volveré a casa— sonrió.

Kakashi asintió, debía llevar a Naruto de vuelta a la aldea.

—Está bien, nos veremos luego—

—Hasta luego— Akira siguió sonriendo.

Akira no midió el tiempo que estuvo quieta en medio de la lluvia, pero cuando la voz burlona del Shukaku la hizo aterrizar sus pensamientos ella ya estaba empapada.

—¡Hey fea! —

—Akira, vámonos— Gaara tocó el hombro de la peli plata.

Akira giró levemente la cabeza para poder mirar directamente a los ojos de Gaara. Lo miró fijo durante algunos segundos, lo miraba intensamente y después de algunos segundos más finalmente una sonrisa se pintó en el rostro de Akira. Gaara no sabía que decir o como actuar, ella simplemente lo miraba y sonreía.

—Oh vamos, no me digas que te gusta la fea—

Akira contuvo la risa.

—¿Qué? No, no le hagas caso, es así siempre, lo sabes— Gaara aclaró su garganta, tratando de no mostrarse nervioso.

Akira dejó salir su risa, ella estaba volviendo, el dolor y la frustración de hace unos minutos se desvanecían, ella lo había tomado una decisión, estaba dejando un peso encima atrás, ahora podía permitirse reír.






Final de temporada

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Final de temporada.

Papá [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora