(Ragh)
Estoy furioso.
William solo me necesitaba para tener mi opinión respecto a la forma en la que va a organizar nuestro ejército para asegurar el palacio...
¿Y Kenneth está coqueteando con otros frente a los invitados en mi ausencia?
¿Vendiéndose y haciéndome quedar en ridículo?
¿Por quién demonios me ha tomado? ¿Por algún tipo de idiota que va a soportar sus malos hábitos de joven promiscuo y lascivo? ¡Que no se le ocurra hacerme ver como idiota ante los ojos del imperio! Ahora es mi esposo. Mi propiedad. Su vida entera me pertenece. Él depende de mí, su estadía aquí en mi palacio depende de que mi buen humor esté a su favor. Y ya todos sabemos cómo es que tiene que pagarme.
Con su cuerpo, ese cuerpo por el que vale la pena malditamente casarse.
El sexo será su pago por mi alianza con su reino...
Rudo, brutal y salvaje sexo.
Eso es lo único que quiero hacer con él, porque justo ahora mirándolo hablar con más alegría de la necesaria con el Príncipe del Oeste, sin ningún cuidado o sin hacer ningún esfuerzo por ocultar de otros Alfas sus suculentas feromonas de Omega necesitado de sexo duro, joder, me llena una ira increíble. Aunque solo de imaginar lo bien que pasaremos la noche me estremezco de deseo.
Aunque también de furia.
Le haré pagar con mucho sexo rudo todas sus insolencias.
Maldición, que ya es mucho tiempo de abstinencia desde que llegué aquí.
Por otro lado, sólo de recordar cuando lo vi "charlando" con el Príncipe Anders del Norte y con el Emperador de Soltrem, me invade una furia tremenda. Últimamente, sólo ese sentimiento es el que me domina y no puedo hacer nada, porque él es el que lo provoca. Ese maldito mocoso, un tonto muchacho que no se ha fijado en que todo este tiempo desde que me aparté de su lado, no he dejado de observarlo... Dejándose olfatear el cuello por Anders, permitiendo que su mano sea besada por Kendrew y riendo como un niño con Arthur. ¿Cree que no me he dado cuenta? Pues está muy equivocado, y no voy a permitir que mi nuevo consorte revolotee por ahí regalándose como un cualquiera.
Tiene que aprender a comportarse.
Ahora mismo, miro sus ojos azules como diamantes, llenos de temor, y aprecio sus mejillas de su natural color rosado, mientras me enfrento a él indicándole que me obedezca en seguirme una vez que lo encuentro con el Príncipe Arthur. Y pienso en una razón por la cual él podría huir. Y no encuentro una, sino miles de razones. Y ya he sido testigo de esa chispa de rebeldía y desobediencia que se instala en sus ojos cada vez que considera estar acorralado por las órdenes. Así que antes de que pueda decidir algo por sí mismo, tomo su mano sin tacto alguno y lo alejo de ese estúpido Alfa de bajo nivel de inmediato, sacándolo de ese condenado balcón y llevándolo conmigo hacia una mesa donde nuestras familias se encuentran reunidas.
Observo a mi madre y a la suya, las cuales están charlando animosamente como si hubieran sido amigas toda la vida.
―Madre, Reina Madre Ágatha... Es hora de retirarnos, Kenneth acaba de decirme que ya se siente muy cansado y no soporta el fragor de la recepción ―Les informo y ellas miran al aludido, el cual me está mirando con una furia tremenda por la mentira que acabo de soltar, siendo conscientes los dos de que sólo soy yo y mi urgencia por follar.
―¿Es eso cierto, Kenneth? ¿Te sientes bien? ―Mi hermana se pone de pie de inmediato y va junto a él, haciendo que suelte mi mano. Frunzo el ceño y la miro fijamente, molesto―. No debes forzarlo, Ragh... Deja que descanse esta noche ―Me dice Corinna.
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El Vínculo - SAGA DESTINADOS #1. (+18)
De TodoKenneth estaba bien en su palacio, entrenando con la espada para defender a su pueblo y sin preocuparse por nada más que el bienestar de su familia. Sin embargo, todo lo que conocía quedó atrás cuando su destinado lo reclamó como el medio para acaba...