(Ragh)
Quiero follarlo como un loco.
Reclamarlo.
Poseerlo.
Dejarle mis marcas por todo su lindo y pequeño cuerpo.
Mientras paseo mis labios, mi lengua y mis dientes por todo su cuerpo, dejando marcas de mordidas, pequeños moretones al clavarle mis dedos en la piel y chupetones en cada rincón suyo, no puedo evitar pensar que estoy enloquecido por él, por su dulce aroma a flores, miel y primavera, por sus lindos ojos azules llorosos y por su pálida y delicada piel llena de lunares, que enrojece por mis caricias.
Él es único.
Y es mío.
Es mi Omega.
Paseo mis dientes por sus tiernos y pequeños pezones, endureciéndolos e hinchándolos, hasta dejarlos rojos y muy erectos. Lamo y chupo esos botoncitos, hasta dejarlos llenos de mi saliva, arrancándole gemidos y haciéndole temblar. Bajo por su abdomen, mordiendo, lamiendo y succionando, también acariciando y apretando. Me vuelvo loco cada vez que hacemos esto. Pierdo el control completamente con él y no pienso en nada más que en poseerlo y llenarlo de mi aroma, de mis feromonas y de mi miembro.
No hace falta hablar, y a pesar de que quiero transmitirle todo lo que me hace sentir, no quiero sonar patético. Suficiente fue con llamarlo pequeño, pero es que él es mi pequeño. Llego a su ombligo precioso, lamiendo y mordiendo alrededor, para luego colocar mis manos en sus caderas y apretar mientras sigo avanzando. Pronto llego a mi objetivo. Paseo mis manos por su bajo vientre, acariciando y apretando, allí donde en su interior muchas veces he dejado mi semilla. Kenneth jadea, y ya que liberé sus muñecas, cubre su boquita con sus manos cuando mi mirada choca con su miembro.
Aspiro hondo su aroma y gruño.
Joderrr...
Me enloquece.
―No te cubras la boca, pequeño, quiero oírte gritar a pleno pulmón el placer que yo, tu Alfa, te hago sentir ―ordeno suavemente, presionando con una mano en su pelvis y acariciando su pene con la otra. Kenneth hace caso y suelta un sonoro gemido, llenando de orgullo a mi Alfa―. Eso es, eres un buen chico, mereces que mi boca te dé placer, ¿verdad? ―Kenneth suspira y me mira con los ojos abiertos como platos, respirando aceleradamente y con sus mejillas sonrojadas―. Dime, pequeño Kenneth, ¿quieres que mi boca trague tu tierna erección? ¿Eh? ¿Quieres sentir mi lengua alrededor de tu precioso pene? Respóndeme ―sentencio.
―Sí... Quiero ―Su voz es un susurro y no quiero burlarme esta vez, porque me encanta como suena su voz, tan suave, tan frágil y tan excitada, mientras me pide lo que quiere.
―Bien.
Y así, llevo mi lengua a la punta de su miembro. No aparto mis ojos de él mientras lo pruebo, no queriendo perderme ninguna de sus expresiones. Y es que mirando sus pupilas dilatadas y sus lágrimas no derramadas amontonarse en sus largas pestañas rizadas, no puedo evitar pensar que esa ardiente combinación de ternura y erotismo que desprende, sin ser él consciente del todo que posee, es lo que me tiene ahora mismo a su merced, loco, desquiciado, hambriento de sus sonidos eróticos y desesperado por arrancar placer de su cuerpo.
Mis labios envuelven completamente la punta de su erección, mi lengua se pasea de un lado a otro y de arriba abajo por toda su longitud, arrancándole esos sensuales jadeos que me ponen mucho más duro y pronto toda mi boca está tragándolo hasta el fondo. Jamás había hecho esto, quiero decir, nunca le había hecho sexo oral a un Omega varón. Siempre lo hacía con las Betas y las Omegas de mi harén, pero esta es la primera vez que siento la urgencia terrible de reclamar un pene con mi boca. Y todo es por él. Kenneth es el que últimamente me empuja a hacer cosas que nunca he hecho, como casarme o complacerlo.
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El Vínculo - SAGA DESTINADOS #1. (+18)
De TodoKenneth estaba bien en su palacio, entrenando con la espada para defender a su pueblo y sin preocuparse por nada más que el bienestar de su familia. Sin embargo, todo lo que conocía quedó atrás cuando su destinado lo reclamó como el medio para acaba...