Sam me había hecho reflexionar diferentes cosas, ¿debía aguantar la situación por más tiempo? ¿Estaba capacitada para soportarla?
Estaba perdida en un punto fijo mientras ayudaba a Anna. Mis manos cubiertas de masa pero con la dedicación que debía tener.
La inseguridad me estaba matando, y debía pensar ya no solo en mi. Tenía que pensar en el futuro de Loretta y el pequeño bebé que venía en camino.
Y me dije a mi misma que finalmente haría lo que fuera necesario, aunque tuviera que sufrir yo nuevamente. Mis hijos no se merecían eso.
Pero me dolía el pecho solo el hecho de dejar a Damián. Me dolía.
Pero mi conciencia, mi conciencia me decía que ya no más. Era la última vez que soportaba la situación.
Me fui a mi casa, pensando. Me puse los audífonos ignorando todo el mundo. Damián salía a la misma hora que yo, pero no me importó siquiera esperarlo.
Le pedí a mi madre que se llevara a Loretta, y que no la llevara hasta el día siguiente.
Ese día haría algo muy difícil, y aún no sabía cómo empezar. Mi corazón latía a full, y más por que las canciones que estaba escuchando eran bastante triste.
¿Por qué siempre que estas triste escuchas música triste? ¿Es acaso para fomentar la tristeza? Si, estoy segura de que así era.
Observaba a la gente en la calle, decidí ir caminando para meditar un poco, y observé a mi alrededor. Mi corazón golpeó fuerte cuando vi a una pareja abrazada en una esquina, y sentí unas enormes ganas de llorar.
Inhalé y exhalé repetidas veces hasta que mi respiración se controló y mi corazón se tranquilizó un poco.
Me demoré más de una hora en llegar a mi destino, deje que la brisa llegara a mi rostro, sentí mi nariz fría. Estaba jodida. Me puse la capucha de mi chaleco y me sentí más abrigada.
En el departamento la luz estaba encendida. Di un último respiro profundo que me salio del alma.
Tomé las llaves de mi bolso, y abrí la puerta. Sentí que fueron años en los que se demoro en abrir. Fue como en cámara lenta, incluso la luz encendida se vio más incandescente. Y pues, ahí me di cuenta de que el susto y los nervios que podía haber sentido antes ya no estaban.
Observe al comedor, ahí en el mesón estaba Damián, tenía su trago en la mesa, pero no había llenado la copa aún.
A penas entré, me observó, su rostro se notado preocupado.
Se acercó a mí, y me tomó del rostro.
-¿Donde estabas? Te demoraste mucho.
-¿Eso te preocupa?
Mi voz sonó increíblemente fría. Pero él pareció no notarlo, lo que me hizo enfurecer.
-Por supuesto, Alex. Siempre me preocupo.
¿Era normal que sintiera que el mismísimo demonio me estaba dominando?
¿Era normal querer hacerle daño?
No podía soportarlo, ya había sufrido lo suficiente, ya había pasado la etapa en la que dejaba pasar esas cosas.
-¿¡Ahora te preocupa?! - Su rostro parecía no entender, pero ya no me sorprendía nada, para él yo hablaba en Chino, cuando ni sabía que hablaba ese idioma.
-¿De qué hablas, Alex? - Lo mire con rabia, el fomentaba mi odio.
-¿De qué hablo? ¡De qué estoy aburrida de ti! ¡De qué me tiene harta observarte y verte con alcohol en el cuerpo hasta no poder más!
-¿No entiendes en la situación que estoy? - Su voz sonaba dolida. Pero más dolida estaba yo por lo inconsecuente que estaba siendo él.
-Entiendo que Brooke falleció y no digo que lo tengas que superar, pero ¡pon los pies en la tierra! ¡Tienes una hija! ¡Ella merece tu atención tu buen ejemplo y no se lo estas dando!
Su cara cambió drásticamente, parecía muy dolido, casi horrorizado, no sabía cómo describir su expresión.
-Yo no estoy dispuesta a aguantarlo más, no lo voy a soportar, Damián.
Su rostro cambió, estaba asustado. Sabía que podía inferir a lo que me refería.
-¿Qué es lo que harás? - Su voz sonó cómo hilito. Temblorosa, bajita.
-No continuaré así, quiero que lo dejemos hasta aquí.
-¡No puedes hacer eso! ¡No puedes dejarme!
Sentí la rabia dominarme, ya no sentía pena. No quería seguir así, no, no, no. No me doblegaría por nada.
-Ya lo hice, Damián. Nada me hará cambiar de opinión.
-Tiene que haber otra razón. No puedes dejarme así, ¡dime la verdad!
La malicia se apoderó de mi, no podía decirle la verdad. No podía dejar que todo resultará mal como en el inicio.
-Estoy con alguien más... - me costaba mucho mentir. Siempre me pillaban antes. Pero ese día no me tembló ni la voz. Sonaba tan real que la cara se le descompuso al mismo Damián.
-¿Me engañaste? - El dolor se transmitió en su voz.
-"No te engañé, simplemente me enamoré de alguien más..."- Su rostro se endureció. Sabía lo que significaban esas palabras. Eran las mismas que el me había dicho hace un par de años, antes de dejarme con Loretta.
No quería seguir discutiendo, era suficiente de todo ya. Dejé que él se sentara a llorar. Sentí que el mundo se me venía encima, no me gustaba verlo sufrir, pero no iba a volver atrás. Fui a la habitación, tome la mayoría de cosas mías y de Loretta, y decidí salir de ahí. Él no me detuvo, no se movió un centímetro. Y debo decir que igual espere que lo hiciera para cambiar de opinión.
Apenas me subí al taxi que había pedido mientras guardaba la ropa, las lágrimas cayeron por si sola. Quería gritar con fuerza, pero no lo haría. Una vez más me iba con el corazón roto. Y muchos dirán por que hice lo que hice. Y es que mi corazón estaba tan frágil ya a causa de Damián, que ya no podía dejar que me dañara de esa forma.
Adiós, Damián.
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Cooking Our Love
RomanceA Alexandra Blair le rompieron el corazón, destruyendo su mundo por completo y dejándola con solo unos pocos meses de embarazo. Pero a pesar de esto, ella no se daría por vencida. Tiempo más tarde, siendo una de las mejores pasteleras de la ciudad...