Capítulo 1: I'm Back!

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La mirada atenta de mi buen amigo Anthony Miller, me escaneaba completamente de pies a cabeza. Sus ojos castaños estaban achinados observándome, y su cabello del mismo color se movia a compás del viento.

-¡Estas mas buena que antes!-Finalmente sonrió abriendo sus brazos a más no poder, esperando mi saludo. Obviamente corrí a sus brazos y lo apreté con fuerza. Anthony había sido mi mejor amigo en el colegio, y me había ayudado bastante a seguir con mi camino y no derrumbarme.

-Obvio, yo soy como el vino.-Respondí siguiéndole el juego.

-¿Mientras mas viejo mejor?-Preguntó alzando una ceja. Ambos explotamos a carcajadas.

-¡No molestes! ¡Solo tengo veintidós años!-Lo golpee suavemente en el brazo. Anthony bajo su vista atrás de mí

-y tú, ¿Cómo estas, pequeña?-Preguntó Anthony a esa pequeña personita que se escondía detrás de mi. Se agarraba con su manita de mi chaqueta algo avergonzada.

-Saluda, Loretta.-Le dije a mi pequeña, quien resultó ser muy timida. Anthony se puso al nivel de mi pequeña hija extendiendo su mano.

-Yo soy tu tío, Anthony. Puedes decirme lo que tú quieras...-Sonrió mientras que Loretta observaba con curiosidad a aquel sujeto que estaba en frente . Después de analizarlo unos segundos, finalmente sonrió.

-Soy Loretta...-Simplemente dijo mi pequeña, la cual era blanca como la nieve, con una cabellera oscura y los ojos celestes como... como ese maldito.

Habiamos vuelto a la ciudad de California luego de cuatro años. Habia decidido marcharme a estudiar a pesar de estar embarazada de Loretta, a pesar de que mi madre me rogó que no, pero en esos tiempos, donde era una adolescente no podía mantenerme aquí. Mucho menos con Loretta, siendo que nunca le dije a él.

Estudié pastelería, ya que siempre me gustó inventar decoraciones y sabores. Me costó mucho terminar mis estudios con Loretta a mi lado, pero finalmente lo hice. Y ahora había vuelto para quedarme.

No me iría nuevamente donde mi madre, Iriamos a vivir junto con Anthony en su apartamento hasta que pudiera encontrar algún lugar mas fijo para Loretta y para mí.

Estabamos arreglando la habitación donde dormiríamos Loretta y yo. Mi pequeña veía televisión, un programa llamado "My Little pony", era muy fanatica de ese programa, por lo que se la podía pasar horas y horas viéndolo.

Anthony me ayudaba a poner las sabanas de la cama, mientras yo le contaba mis experiencias en la otra ciudad.

-¿Cómo lo hacias para cuidar a Loretta?-Preguntó mi amigo.

-La dejaba en la sala cuna, y la veía cada vez que podía. Por suerte la Universidad nos daba esa facilidad.

-Que bueno. ¿Quién dice que un hijo es un impedimento para cumplir tus sueños?-En cierto aspecto Anthony tenia razón. Mi hija era lo mejor que me había pasado en la vida, y nunca fue un impedimento. De hecho, ella fue lo que me impulsó y motivó a seguir. Solo por ella había llegado donde estaba.

-Tienes razón, Anthony. Esas son simples excusas de la gente.-Le sonreí, a pesar de todo me agradaba estar de vuelta.

Despues de unas largas horas ordenando, y ubicando nuestras cosas, decidimos ir a visitar a mi madre.

No la veía hace aproximadamente seis meses. Cuando ella había ido a visitarme por navidad.

Vestí a Loretta con un bello vestido azul, sus pequeñas calcetitas blancas y sus zapatos de charol negros.

Debía verse guapa. Era muy vanidosa por lo que debía estar siempre presentable cuando salía a la calle.

Cuando yo estuve lista y preparada, salí de la mano de mi hija. Decidí tomar un taxi ya que no recordaba mucho que tomar para llegar a casa de mi madre. Le di la dirección al chofer y nos encaminamos.

Cuando estuvimos en la puerta escuché los pasos presurosos de mi madre, quien abrió la puerta y extendió efusivamente sus brazos.

-¡Mi niña!-Gritó mientras Loretta corría a sus brazos. -¿Como esta la pequeña mas bella de este mundo?-La apretujó y le besó las regordetas mejillas.

-Bien. Te extrañe, abuela..-Dijo mi pequeña sonriendo.

-¿Cómo estas, hija?-Preguntó mi madre una vez que soltó a Loretta, dándose  cuenta de mi existencia.

-Muy bien...-Sonreí yo abrazando a la mujer que me dió la vida.

Aproximadamente una hora despues, estabamos las tres sentadas a la mesa cenando. Hace mucho que no probaba los platos de mi madre, por lo que me sabian a gloria.

-Asi que, ¿Mañana tienes tu primera entrevista de trabajo?-Preguntó mi madre.

-Sí. Es en un retaurant muy conocido por aquí.-Expliqué-

-Y, ¿dónde dejaras a Loretta?-Cuestionó.

-La inscribiré en un jardín, ya tiene cuatro. Es hora de que haga nuevos amigos.-Miré a mi pequeña quien estaba evidentemente feliz con la noticia.

-¿Quieres ir a un jardin, Loretta?-Preguntó mi madre.

-Shi...-Respondió Loretta con toda la boca llena. Mi madre sonrió a más no poder ante la gracia. Era la unica nieta que tenia, ya que yo no tenia hermanos.

La cena continuó amena. Todo muy tranquilo donde le conté a mi madre como había sido mi ultimo semestre. Le comente que me gradué con honores, ya que era una de las mejores en mi trabajo.

A eso de las once de la noche nos marchamos, luego de que mi madre decidiera jugar con Loretta.

Llevaba a mi pequeña acurrucada en mis brazos ya que se había dormido debido al cansancio.

La observé cuidadosamente, era perfecta. Mi pequeña Loretta era mi razón de ser en todo. Su respiración estaba relajada y acompasada. Acaricié su rostro con delicadeza, tratando de no despertarla. Sonreí en cuanto hizo un gesto de desagrado.

-Te amo pequeña...-Susurré.


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