Capítulo 11

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Que Aray dejase la puerta sin cerrar con llave no fue un descuido. Al día siguiente, Bella intentó abrirla y se sorprendió gratamente al comprobar que cedía. Y no fue la única vez, lo intentó durante unos días más y la puerta siempre estaba abierta.

Era evidente: Aray confiaba en ella. Y la chica no le decepcionó, pues no intentó marcharse en ningún momento, aunque sí tuvo la tentación de salir a la calle a tomar directamente el sol. Las nubes lo cubrían casi todo el tiempo, pero aun así seguía habiendo luz natural. No obstante, ya se iba notando la cercanía de la primavera, no por la disminución del frío —que Bella sentía igual o incluso más agudo—, sino porque algunas flores de la estación templada ya empezaban a aparecer. Bella las veía desde el balcón en el barranco.

—He visto que has dejado de cerrar la puerta con llave —dijo Bella con suavidad—. Gracias.

—Llevaba tiempo dándole vueltas en la cabeza a lo que dijo mi madre en Nochebuena. Así que... esperaba que si pasaba algo, salieras corriendo de la casa y me llamaras por teléfono.

—Por suerte, no ha pasado nada de eso —dijo la chica y se metió en la cocina—. Y eso que estuve cocinando.

—¿En serio? ¿Tú sola?

—Sí, ya no tengo miedo a encender el fogón.

—Qué bueno. ¿Y qué has hecho?

—Bueno... algo sencillo: una tortilla española.

—Joder, qué rico. Vamos a comer, me muero de hambre.

A Bella le hizo ilusión que el chico mostrase tanto entusiasmo por algo que había hecho ella para comer en lugar de preocuparse por si sabría bien.

—Esto está buenísimo.

Bella se emocionó al escucharlo decir aquello y comió con más ganas su trozo.

—Gracias —dijo, incluso sonrojada por los calores que le había producido la emoción.

—Oye, Bella. Pregúntale a Inés si tiene el sábado libre. Voy a ver a mi madre y podrías decirle a tu amiga que se acerque.

Bella sonrió ampliamente, con una alegría que le llegó a los ojos.

—¡Vale! —exclamó y entonces cayó en la cuenta de algo— Pero espera... ¿y si te ve?

—Yo estaré con mi madre, tú puedes irte al jardín con ella.

La chica lo miró, conmovida.

—Gracias por confiar en mí. —Le dijo, a lo que él alzó las cejas, sorprendido, y negó con la cabeza.

—No tienes... no debes darme las gracias, Bella. El que debe estar agradecido soy yo, por colaborar conmigo.

Bella lo miró con fijeza.

—Me he dado cuenta de que más que mi secuestrador, fuiste mi salvador.

Aray se quedó mirándola largamente, pero no dijo nada. Y, de hecho, no hablaron mucho más. Bella esperaba que esos finales de conversación tan en el aire acabasen pronto.

Después de almorzar, habló con Inés para comentarle el plan y resultó que su amiga le dijo que por supuesto que iría a encontrarse con ella, así que Bella se puso aún más contenta. Tras cuatro meses, al fin podría volver a ver y abrazar a su mejor amiga, algo que jamás pudo soñar siquiera cuando descubrió que su padre no había pagado el rescate.

 Tras cuatro meses, al fin podría volver a ver y abrazar a su mejor amiga, algo que jamás pudo soñar siquiera cuando descubrió que su padre no había pagado el rescate

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