La casa había quedado envuelta en una fina niebla idílica que nada tenía que ver con la que había rodeado la casa en tantas ocasiones durante el invierno y que, tras la llegada de la primavera, apenas se había dejado ver.
La tierra que se encontraba frente a la casa, al otro lado de la carretera, donde estaba el imponente eucalipto del que habían hablado durante su paseo, había comenzado a llenarse de margaritas salvajes y las flores violetas de los cardos empezaban a florecer, como el bebé que abre por primera vez sus ojitos a la vida.
Para Bella, la casa que había sido su jaula se había convertido en un nido de amor construido entre ella y Aray.
Habían salido más veces de la casa, a los pueblos vecinos y a ver a su madre. La reacción de Carmen al enterarse del noviazgo de su hijo con "la encantadora Bella", como se había referido a ella alguna vez, fue tan llamativa que todos sus compañeros residentes del centro —y algunos cuidadores que se encontraban por allí— se giraron a mirarla.
Bella se había reído por la gracia que le había hecho el proceder de su ahora suegra y porque le hacía feliz que a ella le alegrase la noticia, aunque ya se lo esperaba, pero no de esa manera.
Hablaron largo y tendido sobre el tema. Carmen les preguntaba al respecto, como que cuándo habían comenzado y si estaban usando protección. Los dos se sonrojaron y se negaron a contestar a semejante pregunta, a pesar de que la respuesta era afirmativa.
La última vez que habían salido, habían ido al cine, a ver una película de cómics que disfrutaron como un niño disfruta de un juguete nuevo. Además, para Bella era estupendo poder hacer cosas normales con Aray, como si su relación no hubiese comenzado a partir de un secuestro. ¡Si habían ido al cine! Y afortunadamente no habían tenido ningún problema, el haber pasado toda su vida en el anonimato le había servido para eso.
La muchacha no podía pedir más, era muy feliz en aquel momento. Y quizá aquel halo de felicidad no fuese sempiterno, pero lo disfrutaría junto a Aray mientras durase.
Es curioso cómo suceden las cosas en la vida: si supuestamente las mujeres buscan en su pareja a un hombre que sea como su padre, Aray no tenía nada que ver con el señor Bethencourt. Y era normal, puesto que David no era el padre cariñoso con el que una hija podía sentirse a gusto o en el que se pudiese confiar.
En cuanto a Inés, Bella no se atrevía a contarle lo que había sucedido. Quizá, cuando se lo dijera, la matase por haber tardado tanto en hacerlo, pero creyó que era más conveniente esperar un poco, ver si las cosas cambiaban lo suficiente como para que fuese adecuado que su mejor amiga lo supiera. Sin embargo, las dudas al respecto la asaltaban sin descanso, así que decidió comentárselo a él.
Y aquello lo cambió todo.
—Tengo miedo de que se enfade.
—Si se enfada será porque te quiere, así que ¿de qué tienes miedo?
—Supongo que no quiero discutir con ella... no quiero sentirme incomprendida por mi mejor amiga.
—Cuéntaselo cuando la veas, Bella.
—Pero será igual...
—Cuando dejes de vivir aquí.
—¿Qué?
—Se acabó, Bella —sentenció el chico y Bella agradeció que siguiese hablando, pues había sonado muy determinante—. No puedo seguir reteniéndote aquí, no después de todo lo que hemos vivido y de lo que sentimos. No puedo mantenerte secuestrada más tiempo, quiero que seas libre, feliz.
—Pero yo soy feliz aquí...
—Pero no eres completamente feliz. Aún temes que me enfade cuando haces algo que podría descubrirme como tu secuestrador. Quiero que termines tu libro y que lo mandes a todas las editoriales que puedas, quiero que compartas todas las fotos que nos hemos hecho juntos o las que me has sacado a mí creyendo que no me daba cuenta si así lo quieres, quiero que vayas a donde te apetezca cuando te apetezca, que vuelvas a ver a tus amigos y la gente que te quiere. Tienes que seguir estudiando y convertirte en profesora, como tú deseabas. Te has olvidado de todas tus metas y todos tus sueños por mí y eso no puedo seguir permitiéndolo. No podemos seguir así.

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Estocolmo
Fiksi RemajaUna joven de Gran Canaria lo tiene todo excepto el cariño de sus padres. Su padre, un millonario dueño de una cadena de hoteles, siempre la ha culpado por la muerte de su madre, por lo que la vida de Bella es un infierno oculto tras las apariencias...