Capítulo VII Hospital

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    Alexander reprendido por sus palabras se disculpó— Tienes razón... Fui un completo cretino... Espero y puedas perdonarme Amanda.

Amanda le hizo una señal de perdón moviendo su cabeza y sonriendo, luego Mirando por la ventana dijo señalando— Miren... Allí está el hospital...

Se detuvieron en el estacionamiento del hospital frente a la puerta corrediza, la cual iluminada por luces blancas alumbraba toda la cuadra al igual que la gran cruz roja luminosa que posaba sobre el hospital.

Bajaron a Valeria entre Miranda y Amanda, brindándole sus hombros como muletas. Alexander bajó por la puerta del chofer y le pidió a Miranda que le dejara ayudarla y esta se dio dos pasos atrás sosteniendo a Valeria para que él le tomará.

Adentraron a Valeria quien avanzaba saltando en un pie hasta ver a un doctor que rápidamente busco una silla de ruedas y le llevo a una sala de enfermería donde le anestesiarían y curarían la pierna. Amanda junto a Miranda entró a la sala de enfermería y Alexander decidió esperar en la puerta mirando por el vidrió.

Un estruendoso ruido le asustó. Su teléfono sonó entre su pantalón y el decidió salir fuera del hospital para atender la llamada.

El doctor les dijo a las chicas que por favor esperaran un momento afuera su información —Si podrían llevarse a Valeria a casa o no—, ellas salieron y se sentaron en una hilera de sillas acolchadas azules recostadas de la pared blanca al lado derecho de la puerta. Desde allí pudieron observar a Alexander contestar el teléfono. Mientras esperaban con impaciencia podían observar muchos heridos y enfermos que entraban junto a doctores con prisa a salas de emergencia. Cada 30 minutos uno nuevo aparecía, el trabajo del hospital parecía ser estresante, pero a la vez benigno para la ciudad.

A las 12:00A. El doctor, un hombre de 50 años alto piel morena ojos verdes intensos y claros, cara alargada, cuerpo robusto, cabello plateado que caía por sus orejas y una bata blanca brillante, una sudadera azul y un pantalón blanco. Salió por la puerta corrediza de la sala con vidrios extremadamente limpios. Se acercó a ellas y les interrogó con voz ronca y amable.

—Claramente... Está Herida... No fue causada por algún objeto colocado inconscientemente, sino por el rose de una bala de revolver. No hay nada que diga lo contrario porque los residuos hablan por sí solos. Y lamentablemente tendré que retenerlas hasta que venga la policía y me dé su aprobación para dejarles ir. Amenos... Que... Me digan la verdad de lo ocurrido y me convenzan de dejarles ir sin hacerles perder más tiempo de sueño. Unas jovencita como ustedes deben tener clases mañana.

Miranda leyendo su nombre en el membrete de su chaqueta blanca dice— Doctor... John... Mendoza... Le contaré todo para evitarnos molestias. Somos estudiantes reporteras y como ya sabe las reporteras somos intrépidas como Lois Lane. Nos adentramos a la cueva de lo que parece ser una pandilla para averiguar lo que tramaban. Al retirarnos del lugar los pandilleros nos dispararon. Gracias al cielo fuimos salvadas por el chico de allí— Señaló a la puerta donde Alexander contestaba el teléfono caminando en vaivén—, pero mi amiga fue herida cuando estaba por subir al auto. Esa es toda la verdad doctor John.

El doctor riendo dijo— Las chicas de ahora están algo dementes. Recuerden que Lois Lane siempre era salvada por Clark kent, quien sin los lentes era Superman... Esto sólo son historias inventadas, por lo tanto... Son irreales. Deben dejar de meterse en problemas, ¡algo peor pudo haberles pasado! Y... No creo que Superman hubiese llegado a tiempo para salvarles... —Dijo con sarcasmo y dando la espalda reiteró—, afortunadamente les creo. Afortunadamente escaparon y afortunadamente para su amiga fue un leve rose insignificante... ¡En hora buena son tres en una! Aprovechen su día de suerte y vallan a casa y recapaciten sobre su proyecto o lo que sean que hagan. Y... Si vale la pena jugarse la vida por ello— Asintieron con una sonrisa entraron a la sala y tomaron a Valeria con su pierna vendada.

—Ya podemos irnos Valeria... —Le ayudaron a colocarse en pie y apoyada en sus hombros salieron del hospital mientras el doctor John les gritaba de lejos.

—Suerte... Con su trabajo... Espero y hayan dejado suerte para mí también... Recuerden cambiarle las vendas... Y limpiarle la herida cada doce horas...— añadió con picardía—, ojalá fuera tan afortunado de conseguir una chica tan linda como ustedes con algunos 20 años más y su mismo entrometimiento y atrevimiento— con una carcajada no habló más.

Al salir vieron terminar de hablar a Alexander y guardar el teléfono celular en el bolsillo derecho de su pantalón. Luego de mirarles con una sonrisa curioseó— ¿Qué tal les fue? ¿Qué tan grave fue la herida? —Miranda miró a Amanda y le jaloneó con odiosidad para que no le dijera nada luego mirándole con una sonrisa malévola le dejó con la incógnita y él dijo incomodo— S-supongo que... Todo... Estuvo bien porque le dejaron salir...— Luego de que ellas subieron al auto el subió y aceleró dejándoles a cada una en sus casas excepto por Amanda a quien llevaba a su casa.

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