Era algo en la pólvora que lo encendía más que la cocaína. Un cuerpo que se está apagando sin duda es más atractivo que uno desnudo, de qué manera explicarlo. Le enloquecía la violencia, estaba en todos y cada uno de los poros de su cuerpo. Y aún así su primer asesinato fue casi como en defensa propia. No le gusta recordarlo, le llena de rabia pensar que debió ser el mejor recuerdo de su vida y acabó siendo cualquier cosa sin gracia. De todas formas él es más de contacto, de peleas que de armas. No como Stan que prefiere los tiros por la espalda ni como Kenny que prefiere los venenos. Él es violento, no homicida aunque siendo justos, ultimamente las líneas entre uno y otro están cada vez más borrosas. No recuerda cómo empezó a ser así, como cada día se volvió una batalla por quien podía llegar a ser más cruel, más osado e hijo de puta pero sin duda comenzó a pelear por el título con gusto. Exhaló el humo de su cigarrillo, buscando por enésima vez en el refrigerador a ver si por arte de magia había aparecido algo. Desistió, maldiciendo, encontrándose en el piso de la sala todavía a Sheila.
-Jodida vaca alcohólica- escupió con desprecio, apenas conteniéndose para no patearla al pasar a su lado. Era una mierda tener una familia así de jodida. Sus padres se divorciaron cuando él era muy pequeño y aunque su padre nunca olvidaba mandar la pensión, su madre se encargaba de agotarla en alcohol y fiestas. Sobraba decir que nunca estaba en casa y él se decidió a hacerse cargo de su hermano desde que ella lo había llevado a casa, sólo un par de meses atrás. Jodida familia le había tocado, asquerosa y maldita. Buscó en sus bolsillos los escasos dos dólares, maldiciendo con más rabia- en cuanto tenga edad para quedarme con Ike te voy a poner una bala entre los ojos, maldita ramera- apagó su cigarrillo en el cenicero del piso y comenzó a subir las escaleras, entrando en la habitación de su madre. Escuchó los balbuceos del bebé en la cuna, haciéndole sonreír como por magia.
-Hola, pequeño- su sonrisa se ensanchó ante el brillo en los ojos celestes al reconocer su voz. Lo cargó, buscando en el revoltijo de ropa sucia el portabebés, acomodándolo- ¿Tienes ganas de dar un paseo?- bajó las escaleras, apretando en sus bolsillos los dos dólares.Como no robaran alguna tienda más tarde, no sabía cómo iban a sobrevivir. O quizá sí lo sabía. Se rascó la nuca antes de tocar la puerta de esa casa, planteándose seriamente ir al supermercado del pueblo vecino a robar un par de cosas. Pero la forma en que Ike chupaba el extremo del suéter que le puso a modo de cobija le hizo tragarse el escaso orgullo que pudiera tener. Uno, dos toques.
-¿Kyle?- el muchacho regordete se talló los ojos, asueñado-¿Qué haces tan temprano?-
- Necesito dinero- en cualquier otro momento se hubiera burlado de la cara de Eric, cubierta por su ridícula pijama de osos- sabes que no te pediría nada si no lo necesitara, te pagaré en la noche- los ojos amielados del chico se fijaron en el bulto que hacía el bebé en su pecho- de haber sabido que esa perra gorda no había dejado nada de comida en la casa no hubiera salido anoche con Rebecca-
- No te preocupes- sonrió suavemente, alejándose un momento de la puerta y volviendo deprisa con su cartera- ¿Está bien cien dólares? Por el momento no tengo más-
-¿Cien dólares? Es demasiado, sólo quiero un poco de leche y papillas para Ike. Bueno, y pañales-
-Tú también necesitas comer- le reprendió, haciendo un puchero- no me sentiría a gusto sabiendo que estás pasando hambres cuando yo pensaba usar este dinero en un videojuego, acéptalo por favor- Kyle tragó saliva, estirando la mano pero apartando la vista. Eric sonrió dándole los billetes. Le gustaba poder ser de ayuda para sus amigos, sobre todo de Kyle quien cargaba la responsabilidad del pequeño niño.
-Oye...¿Vas a volver a dormir? ¿No quieres acompañarme a hacer las compras?- Eric pestañeó más de dos veces, creyendo haber oído mal- Ike se está poniendo enorme y no sé si pueda cargar todo solo-
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Soda atómica
FanfictionMirrorVerse AU South Park. South Park nunca ha sido un lugar común ni pacífico. Desconfía de los más callados, dicen.