10. DUELE

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Comienzan a pisar la arena con sus sandalias. Además de la luna llena, el faro ilumina la playa con su haz de luz que gira una y otra vez.

Peter se deja llevar por el sonido del mar, de un mar calmado ya exento de olas, pero con una marea que traza vaivenes hipnóticos.
Se descalza, y corre hacia la orilla para mojarse los pies. Se gira, con una sonrisa de oreja a oreja, y saluda a Tony con la mano, quien se ha quedado parado a varios metros de distancia con las manos metidas en los bolsillos.

—¡Venga aquí! ¡El agua está tibia!
—¡No me gusta que se me arruguen los pies!—le grita de vuelta.

El chico muestra el labio inferior con actitud de súplica. Un pucherito que el mayor no puede pasar por alto.

Chasquea la lengua, negado con la cabeza, y acaba por descalzarse y caminar hacia él.

El muchacho vuelve a sonreír, cual niño mimado que consigue lo que quiere.

—Este sitio es una pasada, señor Stark. Me alegra haber venido.

"Y a mí me alegra que estés aquí, Peter, pero no puedo decírtelo. No, porque si dejo escapar una cosa, el resto saldrá solo"

—Espero que le digas a tía May lo bien que te estoy cuidando—le advierte.
—Se lo diré, descuide.

Comienzan a caminar juntos por la orilla, con el mar mojándoles los pies y el faro a lo lejos, iluminándoles a ráfagas.

Entonces, Peter nota cómo Tony le da la mano.
¿Lo está soñando? No. Tony Stark acaba de agarrar su mano y la sostiene en alto.

Aunque la magia acaba pronto. Al momento, se da cuenta de que lo que realmente está haciendo el mayor es comprobar que la herida de la palma definitivamente se ha terminado de curar.
Y, para terminar de cerciorarse, usa el dedo índice de la mano contraria para rozar la zona en busca de la herida.

—No eres Deadpool, pero no está mal—le dice.

Ahora la tiene ahí, piensa Tony. Su mano contra la del chico, piel con piel.
No quiere dejarla escapar. No ahora que ha conseguido una excusa perfecta para buscar un acercamiento.

Baja la mano, pero lo hace sin soltársela.

El chico no da crédito a lo que está pasando, pero están caminando con las manos entrelazadas.
Quiere decir algo, preguntar a qué viene eso. Pero ni él pregunta, ni Tony explica.

Sólo dejan que pase.

Stark comienza a hacerle preguntas banales: qué tal con tía May, cómo te va en la uni...
No quiere sacar el tema, pero está ahí. Sus manos siguen entrelazadas y sin ninguna intención de soltarse.
Y es un hecho que aquello no es nada normal, y que tendría que tener una explicación.

Pero Tony no quiere darla. Sólo quiere seguir así. No lo menciona. Teme que cualquier intento de justificación acabe pro romper el contacto, de manera que pregunta. Prácticamente acosa al muchacho a preguntas vacías y convencionalistas, de esas que todos saben que se hacen por compromiso y no por verdadero interés.

—...y... bueno... Estoy conociendo a una chica—le comenta Peter, recordando a la chica que conoció en una fiesta juvenil a la que acudió no hace mucho.

Tony se tensa. Sólo quería saber qué tal le estaba yendo el comienzo del verano, pero jamás pensó que Peter pudiera saltar con algo así.

—¿Ah, sí?—Algo se le ha roto muy dentro. Acaba de experimentar un dolor que jamás creyó ser capaz de sufrir por culpa de un veinteañero—. ¿Y qué tal con ella? ¿Habéis llegado a algo?

Le importa una mierda. No. En realidad, le importa. Quiere saber si ha pasado algo, aunque duela. Necesita saber si Peter realmente se tomó en serio sus palabras el día del cumpleaños, si de verdad ha olvidado aquello y ha conseguido hacer como que no ha pasado.

Aunque duela, necesita saberlo.

—No, no todavía—Ese todavía hace que Stark apriete la mandíbula—. En realidad no sé si pasará algo, pero creo que tenemos feeling. Está estudiando Derecho, es muy inteligente, madura, simpática y... por qué no decirlo: es preciosa.

Preciosa. Si hay algo contra lo que Tony sabe que no podrá competir, es sin duda la belleza y el encanto femenino.
Mujeres. Siempre tan hermosas, ahora empoderadas, fuertes y jóvenes.

Juventud y belleza. Algo que él perdió hace mucho tiempo.

La mano de Tony abandona la de Peter. La realidad ha vuelto a golpear al mayor, recordándole quién es, qué edad tiene y qué posibilidades reales tiene de sacar algo bueno de ahí.

No es para ti. Es muy joven. Tiene otras inquietudes. Tú tienes medio siglo de existencia y el muchacho apenas acaba de empezar a ligar.

Agradece tener puesto un reloj de muñeca en la mano que ha tenido entrelazada con Peter, porque así puede excusarse en que se ha soltado para consultar la hora.

—Es hora de ir a dormir, ¿no te parece?

Peter ya no es un niño (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora