Peter ya no es un niño (Starker)

4. PROMISCUIDAD

No. Eso no está bien. Tony sabe que no debería, pero acaba de correrse en mitad de la ducha mientras fantasea con la felación que le hizo Peter Parker la noche de su fiesta de cumpleaños.

Mientras el agua se precipita desde la alcachofa hasta su cabeza, y arrastra sus fluidos hacia el desagüe, el multimillonario apoya la frente contra los azulejos con un gesto de profunda vergüenza.

Lo ha vuelto a hacer. Otra vez. De nuevo, tocándose pensando en el chico.

Y eso que ya ha pasado una semana.

No ha vuelto a toparse con él. Más bien, lo evita, delegando cualquier contacto con Peter en Steve, o Pepper.
Ella siempre esta ahí. Tony siempre piensa que es triste que se hayan divorciado, pero realmente no están hechos para estar juntos.
Sin embargo, sigue admirando y agradeciendo la capacidad de la mujer para echarle una mano en todo y ayudarle a descargar de sus hombros todo el peso que, tanto como dueño de Industrias Stark como de la imagen de Iron-Man tiene que llevar a cuestas.

Potts prácticamente hace de intermediaria entre Parker y Stark, alegando que este último siempre está ocupado.
No es mentira. Tony intenta estar ocupado el mayor tiempo posible, ya sea en su taller como en reuniones de la empresa.
Cuanto menos tiempo tenga para pensar en aquel muchacho y en lo que le hace sentir, antes acabará por olvidar e ignorar sus sentimientos.

Pero las masturbaciones diarias protagonizadas en su mente por el joven no le están ayudando en absoluto.

"La última" se promete, tomando el bote de champú y vertiendo un pegote en la mano para luego pasárselo por el cabello "Esta es la última paja que me hago pensando en Peter".

Y comienza a sustituir las pajas por personas. No es que le cueste demasiado. Tony goza de una popular vida social y conoce a mucha gente. No le cuesta contactar con antiguos ligues o conseguir otros nuevos.
Durante unas semanas más, su cama se convierte en una pasarela de hombres y mujeres que fornican con él hasta altas horas de la madrugada.
La frecuencia es tal que Capi, quien lleva todo ese tiempo alojándose en la Torre, frunce el ceño cuando, mientras desayunan, ve salir a una despampanante morena de la habitación de Tony, que se cubre sus encantaos con una camisa de botones del hombre cuyos límites dejan al descubierto parte de su ropa interior de encaje.

—¿Estás bien?—le pregunta a su amigo, una vez la mujer se despide de ellos y abandona el edificio, dejándolos a ambos en el desayuno.
—¿Tú qué crees, Rogers?—responde su amigo, señalando hacia el lugar por donde la mujer se acaba de ir.
—Por eso lo digo, Tony. No soy quien para meterme en tu vida sexual. Sé perfectamente que te gusta ligar y llevas una vida sexual promiscua, pero nunca lo habías hecho con tanta asiduidad.
—Quizás, nunca me había apetecido tanto como hasta ahora, ¿no te parece?—Se encoge de hombros.

Steve nota que su compañero está muy a la defensiva, de manera que prefiere cambiar de tema, y seguidamente se limita a hablar de una misión que va a llevar a cabo ese día. No demasiado complicada, pero le propone acompañarle para resolverla más rápido.

Y a Tony le falta tiempo para decir que sí. Porque llevarse a gente a su cama cada dos por tres estaría todo lo bien que suena de no ser porque las está utilizando de tapadera para sus propios sentimientos.

Porque, así, evita caer en el pecado de desear a Peter.

Enfundarse en su traje de Iron-Man le viene bien para despejarse la mente. Siempre le funciona, de manera que desayunan rápido y ambos salen por una de las ventanas de la Torre Stark, listos para la acción.