13. CELOS

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Luce un día soleado y caluroso en Malibú. Hay gente en la playa, aunque en la zona cercana al acantilado coronado por la mansión de Tony apenas se ven bañistas. Es un sitio de difícil acceso y restringido, con acceso únicamente a las familias más pudientes de la zona.

Tony, a pesar de ser famoso y multimillonario, siempre ha odiado ese tipo de clasismo en cuanto a lugares públicos se refiere. Privatizar un paraíso como aquella zona de la costa le parece una aberración, pero en el fondo, aunque se sienta culpable, es un alivio para él.
De esa manera, nadie podrá molestarle. Porque las pocas personas que visitan esa zona tampoco quieren ser molestadas. Si le ven con Peter, podrán hacer sus conjeturas, pero sabe que no abrirán la boca. No aparecerán fotos robadas (a menos que un buen paparazzi se cuele) porque allí, quien más y quien menos tiene algo que esconder: un amante, algún vicio...
Los secretos están a salvo.

Stark abre su silla reclinable y la coloca debajo de la sombrilla, que ha pedido a Peter que clave en la arena. Con la fuerza del chico, está claro que esta no se moverá del sitio ni aunque les asole un tsunami.

Se acomoda, protegiendo sus ojos tras sus gafas de aviador, y enciende el eBook para leer el libro sobre física cuántica que ha adquirido el día anterior.

No se está tan mal, piensa. Puede tomarse aquella mañana como la hora de sacar al perro.
Sólo que el perro es Peter, la pelota es la tabla de surf y el banco del parque donde se sienta a leer mientras el perro juega es su silla reclinable.

Claro que... Su perro jamás tendría los abdominales del muchacho.

¡Ni siquiera tiene perro!

Stark aprovecha la privacidad de sus gafas reflectantes para mirar, cada cierto tiempo, por encima del eBook y ver al chico peinando las olas.
Se mueve con soltura, luciéndose, colándose por el tubo de la ola y acariciándolo con la mano, saltando sobre las crestas...

Todo sin caerse. Haciéndolo genial.

¿Hay algo que a Peter Parker no se le dé bien?

Le ve salir del agua, sosteniendo la tabla bajo la axila y chorreando agua de mar.
Se dirige hacia él mientras sonríe.

—¡Señor Stark!—lo llama, acercándose—. Venga al agua. Le enseñaré a surfear.
—¿A mí?—Se señala el pecho, esbozando una sonrisa—. ¿Te recuerdo la edad que tengo?
—¡Vamos! ¡Es Iron-Man! Le he visto surcar el cielo mil veces, enfrentarse a todo tipo de enemigos y peligros, hacer maniobras increíbles en plena batalla...
—Dentro de un traje de ultimísima tecnología diseñado especialmente para ese tipo de actividades.
—¡También le he visto pelear sin el traje!
—¿Puedo inventarme otra excusa?

El chico se ríe.

—No. Están agotadas. Y ahora venga.

Extiende su mano mojada hacia él.
No la puede rechazar.

Resopla, haciendo ver que le fastidia mucho tener que aceptar, se quita las gafas y las deja sobre la silla junto al eBook.

—Peter 2, Tony 0—bromea el genio, dejándose arrastrar por él en dirección a la orilla.

A pesar de tenerla justo al lado, Tony no es muy fan de la playa y no mucho más del mar.
Peter parece tan emocionado por haber conseguido hacer que se levante de la silla, que sólo por seguir haciéndole feliz se mete en el agua de una sentada, en cuanto esta le cubre hasta las caderas.
Está condenadamente fría, pero aguanta la impresión y deja que su cuerpo comience a acostumbrarse.

El chico pasa por su lado, subido a su tabla, con el pecho pegado contra la superficie de la misma y usando los brazos como remo.

—Mire cómo lo hago para que pueda imitarme luego.

Peter ya no es un niño (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora