11: Confundida

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Después de un par de días, Micaela estaba andando con Eliot, Ditmar y María por el campus.

—Vamos por aquí para que nadie nos vea —avisó Eliot.

—¿Qué tiene de especial este lugar?

—Tiene bastantes portales a otros mundos y dimensiones.

—Pero ¿y si ya no podemos volver de una dimensión errónea a la que nos metamos? —preguntó Micaela, asustada.

—Tranquila, las personas no pueden volver… pero por algo tenemos dones.

—Dirás: tú —contradijo María—. Porque creo que sólo tu poder de luz podría sacarnos de ahí.

Eliot se detuvo.

—Ahora que lo pienso, quizá sí…

Eso asustó más a Micaela.

—Ay, ¿ya ves? ¿Qué tal si alguno se pierde solo?

—Entonces no se separen de mí.

Abrió un portal y entraron al planeta uno, de ahí pasaron al planeta dos. Aparecieron en un lugar lleno de vegetación extraña y un agujero.

—¿Iremos por ahí?

—Sí.

Empezaron a bajar, todo era oscuridad. Llegaron a un túnel, y mientras avanzaban, empezaba a iluminarse un poco el lugar con algunos cristales en la tierra que botaban un brillo celeste.

—¿Qué será esto? —cuestionó Ditmar— ¿Valdrá mucho?

—No lo sé —negó Eliot—. Pero de preferencia no los toquen, quizá son peligrosos, este es otro mundo recuérdalo.

María estaba embelesada con los cristales.

—No importa —dijo ella—, quiero sacar uno —sacó uno escavando un poco en la tierra de su costado—. ¡Guau!

Eliot hizo un gesto de desaprobación y siguieron avanzando hasta llegar a una cámara amplia, apenas iluminada con la luz de los cristales.

—Ahí es.

Se percataron de que en el lugar había bastante distorsión, indicando la presencia de portales.

—Un paso en falso y podríamos irnos a otro lugar si no nos fijamos bien donde hay distorsiones.

María le tomó del brazo a Ditmar y avanzaron un poco. Micaela se quedó un poco atrás, algo atemorizada.

—Creo que deben formarse por el magnetismo que producen los cristales, o lo que sea que haya aquí —continuó explicando Eliot.

Se detuvieron al escuchar un ruido por una zona oscura. Micaela no se percató y seguía estando un poco apartada de ellos. Pero además, pensaba que era maravilloso. Todas las ideas que tenía sobre el universo no eran tan descabelladas como esta, tal vez sí, pero de todos modos, ¡cuántos mundos por descubrir!

Se quedó mirando hacia una zona oscura porque le pareció ver algo. Una forma alargada pequeña que se ocultó rápidamente, como si fuera el extremo de una cola. No sabían si había seres en ese lugar, debía preguntar.

Pero su atención fue llamada nuevamente hacia la zona oscura al ver que frente a ella salió una especie de murciélago bastante grande, como un perro, con dos colmillos que sobresalían. Empezó a gruñirle mientras se acercaba, ella quedó horrorizada y paralizada del miedo, lo único que pudo hacer fue gritar con todas sus fuerzas.

Al instante una bandada de esos seres empezó a volar por toda la caverna y los demás empezaron a correr.

—¡¿Qué son esas cosas?! —chilló María.

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