15: No hay otra

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Pasaron unos días. Eliot les contó a Ditmar y María sobre lo que había pasado, ellos decidieron que querían estar ahí cuando su amiga despertara.

—Qué emoción —decía María—, al fin la encontraste.

—No puedo esperar para verla volver —agregó Ditmar.

Micaela sonreía al verlos tan felices, de pronto una voz la hizo estremecer.

—Creí que ya se habían retirado del negocio. —Era Gabriel que venía a su encuentro.

—No es eso —refutó la chica de rizos—, me enfureció saber que no iba a poder ayudar.

Gabriel se acercó más. Micaela trató de no cruzar su mirada con la de él y tampoco quería que viera el ligero rubor que le había producido.

—Bien —habló Eliot—. Vamos a tener que prepáranos aún unos días más, así que los llamo cuando vayamos a ir por ella.

—Claro.

—Pero no la otra semana, porque tengo exámenes finales.

—Igual que todos —se burló el rubio.

—Yo también —dijo Eliot—. Me apuraré entonces, nos vemos. Micaela, más tarde coordinamos lo del trabajo por internet. —Se fue.

Ella apenas respondió. No quería que la dejara sola con Gabriel, aunque se alivió al recordar que los otros chicos seguían ahí. Miró a su lado y se asustó un poco al ver que Ditmar y María ya se habían ido también. Gabriel la estaba mirando. Ella se volvió a sonrojar, trató de que no lo notara pero él mostró una tierna sonrisa.

—Hola.

—Hola —respondió nerviosa—. ¿Qué tal?

—Estoy bien —se acercó—. ¿Estás nerviosa?

—Claro que no —rió nerviosa—, no.

—Oye... lo que pasó...

—Ah, no. No te preocupes ya pasó, no pienso en eso...

—Yo sí, ¿o estás molesta conmigo?

—Bueno —se armó de valor—. Casi, es que... me agarraste completamente por sorpresa, yo… no me había topado con alguien así antes.

—¿Cómo “así”? —arqueó una ceja— ¿Alguien malo? Te pareció algo malo…

—No, no, no. Es sólo que tú eres de esos chicos... Ay. El típico chico malo y rebelde que vuelve locas a todas y...

—Y no como Eliot que es el chico bueno —interrumpió con cierto enfado—, ya lo he oído antes.

—No es eso... es que…

—Tú misma has dicho que soy bueno... —sonrió— Así que puedo ser el chico bueno.

—Los chicos buenos no andan robando besos.

—Claro que sí, hasta el bueno de Eliot lo hizo una vez.

—Bueno. Está bien, tú ganas.

Gabriel sonrió satisfecho y ella se perdió en su mirada azul, la sensación de mariposas en el estómago y el rubor de su rostro no la dejaban en paz.

—Igual él es él, y tú eres tú —murmuró apenas.

—¿Crees que lo hice por simple gusto o malcriadez?

—No lo sé, dímelo tú…

—Ya me voy, ¿no me darás un beso de despedida?

Micaela se sorprendió.

Dos historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora