Eliot volteó a verla, muy sorprendido. Casi de inmediato, uno de los seres fue a atacarla, Eliot salió tras él pero el otro ser lo embistió agarrándolo del cuello. Micaela vio horrorizada todo, y cómo el extraño se venía a ella. Se vio cegada por un rayo que cayó del cielo y disparó al ser unos cuantos metros. Abrió los ojos y Gabriel estaba delante de ella, él enseguida mandó otro rayo al otro ser que tenía a Eliot aprisionado contra el suelo.
—¡Te dije que no vinieras! —le llamó la atención.
—¡No me lo puedes prohibir! —reclamó asustada— ¡Me preocupa Eliot!
Fue corriendo a ver a Eliot, dejando a Gabriel impresionado. A los pocos segundos fue tras ella luego de reaccionar. Eliot se puso de pie con debilidad, tosiendo. Micaela se le acercó.
—Estás lastimado…
—Descuida… —Se irradió algo de luz y la herida que tenía se recuperó rápidamente.
Gabriel, muy enfadado, volteó a ver hacia donde habían caído los seres, que ya se encontraban levitando a unos metros cerca de ellos.
—¡¿Qué es lo que quieren?! —exigió saber.
—Nos enteramos de lo que pasaba con su caso —respondió uno.
—Así es —agregó el otro—. Están rompiendo las reglas de su mundo, así que hemos venido a hacerles pasar una prueba.
—¡¿Cuál prueba?! ¡No estamos haciendo nada malo!
—¡¿Y ustedes quiénes se han creído como para venir a querer probarnos?! —reclamó Micaela.
—Seres vivientes ilusos, no crean que por ser seres de oscuridad no podemos venir a verlos.
—Así como los seres a los que ustedes llaman “arcángeles” pueden juzgarlos, nosotros también tenemos tanto derecho como ellos para venir a hacerlo.
—Tal y como en su mundo lo explica, el yin y el yang, dos partes iguales de un todo, así somos nosotros, los de las dimensiones divinas.
Los tres quedaron completamente sorprendidos y pasmados. El bien y el mal, en verdad eran dos partes de un todo. Todas aquellas historias sobre ángeles y demonios, no eran más que eso, historias. Con estos seres no se podía razonar o entablar relaciones ni de amistad, eran imparciales y sin sentimiento alguno, aparte de su apariencia para nada humana.
—¡Ahora lucharán contra nosotros!
Tan rápido como un parpadeo, los seres embistieron a los dos chicos. Micaela gritó y se cubrió de la tierra que salió volando a su paso. Volteó, terriblemente asustada, a ver lo que pasaba.
Eliot había logrado zafarse del ser, y éste volvió a irse contra él pero el muchacho hizo que se estrellara, levantando un grueso muro de tierra en su enfrente. El ser lo hizo explotar con una esfera de luz oscura, y logró alcanzar a Eliot. Apenas lo tomó del brazo, él volteó y le disparó un rayo de luz blanca que lo mandó unos cuantos metros lejos.
Mientras tanto, nubes negras se habían juntado en el cielo. Micaela miró a otro lado, sólo para ver con horror que el otro ser se venía hacia ella. Gabriel corría a un par de metros atrás. Un rayo bajó del cielo y golpeó al ser, cuyo impacto levantó una gran polvareda. Gabriel llegó a Micaela.
—¡Corre! —En ese mismo instante, el ser salió de la nube de polvo a atraparla pero Gabriel se metió en su camino, empujando a Micaela hacia atrás. El ser lo agarró y lo aprisionó del cuello con el antebrazo.
—¡Deja de meterte! ¡Quiero atraparla! —reclamó, de forma inexpresiva y siniestra.
—¡No te dejare! Primero muerto ¡¿oíste?!
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Dos historias
FantasíaMicaela, una estudiante de Universidad, está muy entusiasmada, ya que esta vez llevará curso con aquel apuesto muchacho, objeto de su amor platónico. Pero no sabe que él guarda luminoso un secreto.