Paz

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Al despertar me vi tranquila, me sentía diferente, completa, como si por una vez el rompecabezas que era mi mundo se mostraba sencillo, permitiéndome acomodar cada una de sus piezas. Aquella sed de momentos por vivir había sido saciada, aquel deseo de sentir cosas sin nombre, de esas que dan color y sentido a los días, había sido apaciguado la noche anterior cuando por fin pude estar con él. Después de tantos peros, después de excusas innecesarias de mi parte, al fin pude tocarle, sentí sus manos apropiándose de mi piel que ardía en sintonía con el fuego de sus labios. Y si, es probable que no debiera hacerlo, pero lo quería, necesitaba ser suya, sentirlo mío al menos una vez y aquí lo tengo, aquí lo llevo aún sobre mi cuerpo, adherido a cada partícula de mi ser. Es mío aunque no lo pueda tener.

-Jürgen Rodríguez.

Versos de Pasión OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora