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Samantha se encontraba sentada en uno de los tantos parques de la ciudad, sorbiendo un poco de su frío café latte que recién había comprado, observando a las personas ir y venir a su alrededor, mientras su cabeza no dejaba de darle vueltas a lo sucedido unas semanas atrás.

Había pasado al menos quince días desde su ruptura con Ryan y el encuentro con Christopher,  ésto último era lo que la tenía al borde del colapso. Ahora Christopher Vélez parecía un nuevo miembro de la familia Rogers y no era que eso le desagradaba, pero si la perturbaba.
No sabía cómo actuar, así que sólo llegaban a saludos y sonrisas cordiales, pues sabía que sí reaccionaba de más por su presencia despertaría sospechas, no sería nada agradable de contar a sus padres lo que había sucedido entre ambos ; era verdad que desde lo que pasó esa noche no podía olvidar el cómo se sentía entregarse a él, lo que sus caricias le provocaban y la forma en que todos sus sentidos despertaban, por eso mismo tomó la decisión de no permanecer mucho tiempo en casa desde que él estuviese ahí y pasarlo en la universidad, haciendo deberes o sólo perdiendo el tiempo, pues ahora ya no tenía amigos con quiénes reunirse a pasar el rato.

Sabía que evadiendo a Christopher no iba a lograr mucho, pero lo quería intentar, quería obligarse a creer que había sido el despecho y la mala suerte los que habían logrado ese encuentro entre ambos y que fue sólo eso exactamente lo que le hizo sentir todo. Christopher había sido su primer amor, el primer hombre capaz  en despertar algo en ella cuando aún era una niña, pero se había desaparecido por casi 8 años y siempre pensó que jamás regresaría, por lo que simplemente se olvidó de ese amor infantil que en ella crecía ; ahora tenía que controlar ese deseo y esa atracción que parecía presentarse entre ambos. Ya no había ningún sentimiento infantil, ya era algo más complejo, y por eso debía evitarlo.

Ahora, las palabras de los dos no pasaban de la cordialidad, pues desde esa noche no habían vuelto a entablar conversación que fuera más allá de un simple saludo. Samantha sabía que la atracción era fuerte, podía sentir el magnetismo a pocos metros de él, por eso no debían estar solos, por eso lo evitaba a toda costa.
Esa noche en la bienvenida había aparentado estar en calma, con serenidad , mientras los demás hombres hablaban de temas que de verdad le apasionaban, ella respondía a sus preguntas y comentarios; más ella estaba centrada en el  hombre que permanecía a su lado. Por supuesto, él también le había cuestionado ciertas cosas e intentó en más de una ocasión hacerla centrar solamente en su presencia , Samantha trataba de que fuera todo lo contrario, sabía que él también la había reconocido y parecía que deseaba hacerla sentir en desventaja, pero ella jamás cedería, aunque su existencia la aturdía, se limitó a responder y sonreír, para luego disculparse e irse completamente desorientada.

-¿Qué pasa, mamá? - Respondió a su móvil que llevaba rato de estar sonando

-Hola mamá, ¿Cómo estás?- Ironizó su madre, con indignación - ¿Por qué siempre que te hablo crees que es porque necesito algo? Yo también me preocupo por ti.

-Lo siento - Se disculpó volcando los ojos ; ¿Por qué lo creía? Porque siempre era así, sólo le hablaba para informarle de un evento o algo similar.

-Hija, necesito que estés temprano en casa, tenemos un evento en la noche.

-De acuerdo.

-Temprano - Repitió Amber y cortó la llamada.

Samantha suspiró observando el vaso ya vacío que sostenía entre sus manos. Sabía que él iba a estar, eso era tan predecible, y su corazón dio un vuelco que se obligó a ignorar. El sólo hecho de pensar que iban a estar de nuevo juntos en un evento la hacía sentir a punto de colapsar, porque las posibilidades de hablar con él eran más altas y era eso lo que había estado evitando.

Embriagador Deseo || Christopher Vélez  || ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora