Capítulo IV: "Que Empiece el Juego"

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SEIS AÑOS ATRÁS DEL TIEMPO ACTUAL.

MANHATTAN, NEW YORK.

— ¿Estas segura de esto?. —preguntó Camila viendo hacia todos lados.

— No estoy segura de nada. —respondió Dinah—. Pero prefiero hacer esto a vegetar en la cama mientras te veo leer.

— No quiero meterme en problemas —dijo la morena apretando su libro  contra su pecho—. La última vez que hicimos esto mamá me castigo.

— ¡Oh vamos, yo lo hice con Lauren y ella si se divirtió! —dijo sujetando una de las pequeñas jaulas—. ¡No seas tan aburrida!.

Lauren. Pensó Camila. Solto un suspiro recordando a su mejor amiga, aquella a la que quería sin importarle nada. Aún recordaba como había llorado día tras día después de la noticia del accidente. Jamás pensó que ese sería el final de aquella pequeña de ojos esmeralda.

— ¿Cuando me presentarás a tu amiga?. —preguntó. Dejó su nuevo libro en el suelo y se paró al lado de Dinah—. Siempre he creído que es algún inventó tuyo.

— No creo que quiera conocerte. —le dijo a la morena que entrecerró los ojos—. Ella no es mucho de hacer amistades.

— Bueno, no quiero ser su amiga, solo quiero verla, aunque sea de lejos. —explicó y tomo la otra jaula—. ¿Algún día vendrá aquí?.

— No creo que mamá Ford le de permiso de venir, pero puedo decirle a tu madre que te dé permiso para ir conmigo a Miami para su cumpleaños. —los ojos de Camila se iluminaron de alegría—. ¿Crees que te den permiso?.

— Claro, mamá no es tan mala.

— Pero tu padre si. —dijo Dinah dejando de lado la jaula—. ¿Porque siempre está molesto?.

— Es porque hace diez años perdió a su mejor amigo. —comentó Camila con tristeza—. Iba en coche junto a su mujer y a su hija y tuvo un accidente donde todos murieron. Desde ese día pasa metido en la oficina, es raro cuando habla conmigo o con mi madre.

— Eso es muy triste. —Camila asintió a las palabras de Dinah—. ¿Pero tú padre estará para tu fiesta?.

— No lo sé. —respondió restándole importancia. No sería el primer cumpleaños que lo pasaría solo al lado de su madre—. Puede que tenga mucho trabajo.

— ¿Y Chris, va a venir?. —Camila sonrió con perversidad y vio a Dinah que se puso más roja que un tomate—. ¿Porque sonríes idiota?.

— ¿Crees que no se qué te gusta Christopher?. —pregunto y Dinah negó horrorizada—. No te hagas Cheechee, sé muy bien que el año pasado tú y el se besaron.

— Eh, bueno, es algo que... —en ese instante el maestro de química salio de su clase y esto fue luz verde para que ambas pudieran entrar—. Apresúrate, el cascarrabias acaba de irse.

— Salvada por la campana. —dijo Camila mientras seguía a Dinah. Ambas entraron en el salón que estaba completamente vacío. Ya eran las cinco de la tarde por lo que no había nadie en las escuela además de ellas y el profesor.  Abrieron las jaulas dejando salir las ratas que estaban dentro—. ¿No me puedo quedar con una de ellas?.

— Camila, ya tienes una. —Inicio Dinah—. Y nisiquiera es comprada. Adoptaste la rata que vive detrás del refrigerador.

— ¡No te metas con Jerry! —gritó y en ese instante escucharon pasos acercándose.

— ¡Mierda, salgamos por la ventana! —Ambas chicas corrieron hacia la ventana, sacaron las jaulas primero y luego salieron ellas, en ese instante la puerta del salón se abrió dando paso al maestro.  Dinah se puso de cuclillas asomando nada más que la mirada para ver la reacción del maestro—. Viejo cascarrabias, ojalá y aprenda a no ponerme una F.

Contigo Quiero Estar. [CAMREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora