Cap. I

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Todos los seres humanos somos presa del destino, y precisamente, nos convertimos en su presa porque no podemos enfrentarle, no es como con los miedos, porque a los miedos los miras a la cara y te das cuenta de que ellos son quienes deben temerte a ti, porque tú los creas, de ti depende de su existencia, en cambio, al destino no puedes mirarle a los ojos, porque aunque intentes alcanzarlo, él siempre te llevará varios pasos por delante...

Londres, Inglaterra

Entrar a hurtadillas nunca había formado parte de sus planes, pero esta era la primera vez que se perdía toda la madrugada durante una borrachera y le apagaba el móvil a su mejor amiga y compañera de piso.

Deslizar la llave del apartamento a las nueve de la mañana, aún en estado de ebriedad, tampoco era su especialidad.

Así que terminó haciendo mucho más ruido del que hubiese deseado.

—Quitarte los tacones no te va a salvar esta vez —reconoció la silueta de María sentada en el sofá, sujetando un termo de color gris con café.

—¿Qué haces levantada? —preguntó Alba entre nerviosa y asustada e inexorablemente pillada.

—¿En serio? —preguntó medio en broma, medio seria —No pude pegar ojo en toda la noche.

—Me quedé sin batería —la chica de ojos avellana agachó la cabeza avergonzada —Te juro que no me di cuenta en que momento sucedió.

—Alba, no soy tu niñera, así que no tienes que esforzarte en buscar estúpidas excusas, esas guardátelas para la Rafi, que ha estado llamando toda la madrugada.

—Lo siento, de verdad —se volvió a excusar —Ya sabes que siempre olvida que nos encontramos en dos horarios completamente distintos.

—Está bien, tranquila, además me sirvió para ponernos al día. ¿Por qué no me habías contado que Miguel Ángel no se ha sentido nada bien últimamente?

—Porque mis padres suelen exagerar las cosas para forzarme a volver a casa.

—¿Quieres una taza de café? He preparado suficiente como para un ejército.

Alba asintió con agradecimiento y pasó a la cocina para llenar su taza favorita de Harry Potter que había adquirido en su última visita a los estudios Warner.

—¡Dios! —exclamó despojándose de su abrigo y la bufanda —¡Qué calor hace aquí!

—Debe de ser que comienzas a transpirar todo el alcohol que te habrás bebido anoche por cada poro de tu cuerpo, querida.

—Es en serio, María, necesitas apagar la puta calefacción.

—¿Estás de coña? Estamos a siete grados afuera.

—Estamos en Londres, eso casi casi es como lo equivalente al calor en esta época del año —se desplomó a su lado en el sillón de color rojo que habían elegido entre las dos cuando compraron el mobiliario.

—No me cambies de tema —le miró con cara de que dejaría caer un gran sermón.

—Lo sé, lo sé, odias que duerma con Julia.

—No es que odie que duermas con Julia, es que odio la manera en la que te manipula para que duermas con ella.

—Ella no me manipula —se defendió bebiendo un sorbo de su bebida caliente y bastante cargada —¡Dios, María, esto no tiene una mierda de azúcar!

—Y ni te atrevas a hacer que eso cambie porque necesitas bajarte ese pedo.

—¡Te odio!

—¡Me amas!

Misión, visión, valores y objetivos de una empresa no cumplidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora