Cap. XXXVI

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–Vas a cavar una zanja en la duela carísima de tu amada Natalia Lacunza con esos tacones si sigues dando vueltas como el techo de mi habitación cuando tengo resaca –le advirtió María a una Alba que se notaba tremendamente nerviosa.

¡Y no era para menos! ¡Hoy era su gran noche!

La noche mágica en la que por fin llevaría a cabo el acto físico del amor con la primera mujer que había sido capaz de llenar su vida y sacudirle el corazón.

–Dios, esa mujer me moja el alma –fue lo primero que salió de su boca sin pensar demasiado.

–Y las bragas –se burló su mejor amiga.

–Sí, las bragas también –respondió como autómata, absorta completamente en sus pensamientos más profundos –¿Y si a Natalia no le gusta la ropa interior que elegí? –preguntó angustiada.

–¿Estás loca? Pero si yo te ayudé a elegirla, aunque sigo sin entender por qué despreciaste ese conjunto rojo de seda, era pff...

–El rojo me parece increíble si lo que buscas es solo buen sexo –exponía Alba –En cambio, creo que con el blanco Natalia captará el mensaje de que esto que siento por ella va mucho más allá de una aventura o un experimento.

–¿Quién se hubiera imaginado que Alba ninfómana Reche utilizaría lencería blanca y decoraría la habitación con pétalos de rosas?

–Tú... –comenzó a reír más por los nervios que por otra cosa –Recuerdo que hace unos años me dijiste "algún día conocerás a alguien que pondrá tu mando patas arriba y te hará escribir las cartas de amor más cursis que jamás imaginaste que serías capaz de escribir".

–Y me escupiste tu cipa de tinto en la cara con la carcajada que soltaste –rememoró algo enfadada. Siempre que recordaba a Alba salpicando su cara con baba y cabernet terminaba reclamándole de nuevo.

–Bueno, pues finalmente esa persona llegó y ante todos los pronósticos responde al nombre de Natalia Lacunza y esta noche será la más romántica, increíble, espectacular y especial de toda mi existencia, así que no te atrevas a pedirme que me calme.

–Estás exagerando, wifey.

–Es que te juro que cuando Natalia me besa veo el cielo de colores como cuando en noche vieja encienden fuegos artificiales en el Támesis y se ilumina todo el Big Ben y el London Eye.

–Eso es amor, Alba –afirmó María muy seriamente abriendo la boca en forma de una gran O. La fotógrafa asintió en señal de que no pensaba seguirlo ocultando.

Amaba a Natalia.

–Se lo pienso decir esta noche, es como el cliché más hermoso que cumpliremos juntas, ¿te imaginas? Voy a susurrarle un "te amo", el primero de toda mi existencia y todo eso mientras hacemos el amor.

–Ya sé que soy cinta negra en arruinar momentos románticos, pero se me ha olvidado decirte que la Rafi llamó mientras estabas en la ducha –recordó María.

–¿Qué quería? –por lo regular las llamadas de su madre eran emergencias como informarle que se le había roto una uña o su crema anti arrugas de confianza se encontraba agotada. Eso sin contar que aún estaba resentida por haberle negado su voto de confianza durante la junta de consejo.

–Pues decidió adelantar la fiesta de aniversario y bueno, quería que ambas estuviéramos al tanto porque seremos las encargadas de organizarlo todo.

–¿Adelantarla? –preguntó algo sorprendida.

–Quiere hacerla el próximo sábado en los jardines de la mansión de la familia Reche.

Misión, visión, valores y objetivos de una empresa no cumplidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora