Cap. XI

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–Bonita oficina –felicitó Alba con agrado todo el entorno del nuevo lugar de trabajo perteneciente a su mejor amiga.

–Mimi me cedió amablemente la suya, ya sabes, mientras terminan de acondicionar la mía –explicó María.

–Así que después de todo no pierde la esperanza de que sumerjas tus dedos en ella –se burló la rubia.

–Reconozco que está intentando reivindicarse –sonrió –Esta mañana me pidió disculpas por lo de ayer y hasta me compró el desayuno.

–¡Wow! –exclamó Alba abriendo la boca en forma de "o" –Cuéntamelo todo.

–Naah –le restó importancia con un movimiento de mano –Quedamos que sin rencores y todo eso, pero lo que escuché ayer fue señal suficiente para mí de que ella y yo jamás habríamos funcionado de esa manera. Pero mejor dime tú... ¿A qué debo el honor de que la Co – Presidenta se digne a pasearse por mi humilde oficina?

Alba se desplomó agotada en la silla de visitantes.

–Acabo de toparme allí fuera con Elena Lacunza, la hermana de Natalia.

–¿Y resultó ser una víbora más venenosa que la hermana mayor? Porque a juzgar por tu cara...

Alba negó con la cabeza.

–Más bien todo lo contrario... ¿sabes? Ella es tan dulce... Me invadió el alma de ternura.

–¿Y entonces por qué tienes esa expresión en la cara como de que has asistido a un funeral?

–Porque me siento como si hubiese estado en uno –confesó preocupada –María... Esa chica rompió a llorar en mis brazos. Es obvio que tiene problemas y creo que suplicaba recibir un poco de consuelo, pero vino a buscar en el lugar equivocado.

–Quería el apoyo de satán y la muy perra lo hizo todo mal –dijo María comprendiendo a Alba.

–Exacto –asintió la hermosa hija de Miguel Ángel –De verdad que esa chica me dejó preocupada.

–¿Y qué hiciste cuando se puso a llorar? –preguntó presa de la curiosidad.

–La llevé a mi oficina y le pedí que la señorita Miller... –hizo una nota mental de que debía contratar a su propia secretaria –... Que nos preparara mucho té. Honestamente no se me ocurrió otra cosa, pero a pesar de que no esperaba que se abriera conmigo porque seguramente le han hablado fatal de mí, me quedó la sensación de que la dejé un poco más tranquila.

–¿Y la dejaste ir así como así, sin sacarle siquiera un poquito de información?

–Estoy segura de que ella necesita urgentemente desahogarse con alguien, pero es obvio que yo no soy ni seré jamás ese alguien –dijo con algo de melancolía. Realmente le habría gustado fingir ser una figura de apoyo para Elena –En fin, te advertí que la biblia prometía que se avecinaban cosas más surrealistas y aparentemente cada día está superando al anterior.

–Hablando de eso... –recordó María de pronto –... Le prometimos a la señora Galera que la visitaríamos cuando nos fuera posible para contarle los detalles sobre la obra y yo estoy que me muero de la vergüenza con ella.

Alba se rio recordando toda la Odisea en el teatro y sobre todo la situación tan bizarra que su wifey había vivido con Marta Sango.

–¿Crees de verdad que la actriz conozca a la señora Galera y te acuse de haberte quedado dormida durante toda su presentación? –seguía riéndose divertida.

–No lo sé, y tampoco lo quiero averiguar, te juro que me moriría de la vergüenza.

Misión, visión, valores y objetivos de una empresa no cumplidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora