Cap. XVIII

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Capítulo de regalo: cortito pero intensito.

Fueron las horas transcurridas más difíciles para la familia Lacunza, efectivamente Elena perdió demasiada sangre y sus cortes fueron verticales y profundos, lo que indicaba que deseaba suicidarse.

El médico les explicó que el setenta y cinco por ciento de los casos, los pacientes aparecen con cortes horizontales, los cuales muy rara vez resultan letales, ya que quienes lo cometen lo hacen con la finalidad de llamar la atención.

Pero Elena no, ella realmente se había abierto ambos brazos en canal y deseaba morir con todas sus fuerzas y hubiera conseguido su cometido de no ser por la oportuna intervención de la señorita Reche y esos torniquetes improvisados.

Tres horas después de su ingreso en urgencias, Elena se encontraba inconsciente pero estable, gracias a la transfusión de dos unidades de sangre y a la canalización con suero.

Había sido trasladada a una lujosa suite y por prescripción médica pasaría la noche hospitalizada para mantenerla en observación.

"Va a necesitar un tratamiento psiquiátrico urgente" advirtió el médico a los señores Lacunza.

Habían solicitado dos donadores para reponer la sangre que le había suministrado la rubia.

Teresa y Santiago no pudieron donar ya que ambos habían sufrido un bajón considerable de glucosa por la impresión.

Así que Natalia y Alba terminaron haciéndolo.

Quizás por la misma impresión, o por no desayunar adecuadamente, pero Natalia casi sufre un desmayo. Tuvieron que recostarla varios minutos y darle de beber un refresco de coca cola.

Ella verdaderamente estaba mal.

Mucho más pálida de lo normal y confesó que se sentía tremendamente mareada.

La enfermera que la atendió le aconsejó que se fuera a su casa para descansar y que ni se le ocurriera quedarse en el hospital respirando ese olor a muerte y formol.

La morena deseaba permanecer al lado de su hermana, pero en verdad se sentía fatal. Por lo tanto decidió obedecer e irse a casa.

Claro está que en esas condiciones sería incapaz de conducir, así que Alba se ofreció a llevarla.

Mimi pudo haberle ahorrado el viaje a Alba y llevar ella misma a Natalia, pero tenía el presentimiento de que justo ahora, su amiga estaría mucho mejor en compañía de la fotógrafa que de nadie más.

Así que no dijo nada y se limitó a acompañarlas al aparcamiento, donde Alba cogió las llaves del Porsche negro y emprendió la ruta rumbo al aparcamiento de Natalia Lacunza.

El trayecto transcurrió en silencio, Natalia se quedó dormida y Alba seguía sin entender el mecanismo tan complicado que tenía el equipo de sonido de ese coche y al final se quedó sin música.

Tuvo que llamar a Mimi para que le dijera la ubicación perfecta del Penthouse donde vivía la morena, porque no quería despertarla antes de tiempo, pero una vez que aparcó tuvo que proceder a despertarla.

Ojos marrones se abrieron solamente para descubrir que la noche había caído.

–¿Cómo estás? –preguntó Alba con suavidad.

–Un poco fuera de la realidad –respondió intentando ignorar que la cabeza le daba vueltas –sigo sin asimilar que mi hermana intentara matarse.

–Tranquila, Natalia, ella ha sobrevivido, la vida le dio una segunda oportunidad a todos para hacer las cosas de una manera mejor –le sonrió y acarició levemente su mejilla sin detenerse demasiado en ello y se bajó del coche.

Misión, visión, valores y objetivos de una empresa no cumplidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora