Cap. II

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Madrid, unos cuantos días después...

—¿QUÉ MIERDA ES ESTO, Miriam? —los gritos de la Co-Presidenta de "R.L. PLATINUM COLLECTION, INC" cimbraban por los muros cristalinos de toda la oficina. En sentido figurado, porque estaban diseñados prácticamente a prueba de balas, así que ni un sonido podría ser escuchado en el exterior.

—¿QUÉ COJONES PASA CONTIGO, LACUNZA? —respondió en el mismo tono, la Directora de Recursos Humanos, recogiendo los documentos que su mejor amiga acababa de tirar al suelo.

—LA GILIPOLLAS QUE CONTRATASTE PARA HACERSE CARGO DEL DEPARTAMENTO DE FINANZAS —seguía gritando con un ojo en las cifras arrojadas por las gráficas en la pantalla de su ordenador, y otra en la seductora Miriam Doblas, o como todos la llamábamos, Mimi —¡Ganamos tres millones menos, en relación con la semana anterior!

—Tranquilízate, Natalia, nos recuperaremos en la siguiente. Además, son solamente tres millones.

—Pero es que entiéndelo, no estamos cumpliendo con los objetivos del mes. ¿Qué cojones le voy a decir a mi padre? ¿Qué me está quedando demasiado grande la silla que me delegó?

—Vas a cumplir un año frente del Corporativo y has conseguido lo que ni tu padre ni Miguel Ángel en un periodo tan corto de tiempo. ¡Por dios! Hemos reportado un crecimiento del 2.3% en tan solo nueve meses. No existe poder humano que insinúe que la Presidencia te está quedando grande.

—Co – Presdencia —le recordó con bastante amargura y frustración la guapísima mujer de cabello oscuro, tez blanca y ojos achocolatados.

—Es cuestión de tiempo, Nat, tu problema es que eres una desesperada —decía Mimi sacando un cigarrillo y ofreciéndole otro a su workaholic amiga.

—No te atrevas a encender eso aquí —levantó una ceja amenazante —Y no soy una desesperada —se levantó de su escritorio y cogió el cigarrillo que Miriam le ofrecía —Es solamente que me gusta ver los resultados de mi trabajo reflejados inmediatamente, y Miguel Ángel es un grano en el culo, por más que le doy vueltas al asunto no encuentro una manera realista de extirparlo.

Se encaminaron a la terraza climatizada que formaba parte de la impotente, lujosa y enorme oficina de Natalia Lacunza Sanabdón, una mujer atractiva para cualquier ser humano sin problemas en la vista, pero demasiado ambiciosa y calculadora para sus apenas 28 años.

Desde que Natalia había asumido el cargo de su padre, Santiago Lacunza, como Co – Presidenta del Emporio "R.L. PLATINUM COLLECTION, INC." Exactamente nueve meses, dos semanas y cinco días atrás, se había convertido en un obligado ritual, salir a fumar con Mimi, beber café y discutir las mil y una posibilidades que existían para deshacerse de su socio Miguel Ángel Martínez.

—Es imposible, Natalia, ese viejo jamás accederá a venderte sus acciones —Mimi podía ser una mujer alocada, lesbiana, mujeriega, quizás hasta un poco irresponsable... Pero tenía los pies muy anclados en la tierra.

—He escuchado que no se ha sentido nada bien de salud últimamente... —respondió con suficiencia mientras le daba una calada al cigarrillo.

—Ese hombre es más terco que tú y yo juntas tratando de elegir una botella de un buen vino... Él, a diferencia de tu padre, piensa morirse en la raya y no se va a jubilar.

—Tiene que pensar en su patrimonio —aseguraba la mujer de pelo oscuro —En dejar asegurada de por vida a su familia y si él ya no se encuentra en condiciones de atender el negocio, tarde o temprano tendrá que vender su parte de la compañía.

—Sin embargo... Te estás olvidando de Marina...

—¡Por dios, Mimi, que es una cría que acaba de ingresar a la Universidad, nos llevamos diez años! Y si están pensando remotamente que voy a permitir que realice sus prácticas en la empresa y le voy a transferir mis conocimientos, están encendiendo sus velas al santo equivocado.

—¡Vamos, Nat! Este lugar es tan tuyo como de los Martínez, y no puedes negarte a eso, es más, aunque lo hicieras, tu padre no lo permitiría.

—Es absurdo —respondió con impotencia —Porque tienes la boca tan jodidamente llena de razón. Es increíble que esta compañía sea de mi familia, pero nunca vaya a pertenecernos por completo...

En ese momento, la puerta corrediza se abrió de súbito y una joven que portaba el uniforme de intendencia se incorporó bastante asustada a la terraza.

—¿Qué coñ...? —Natalia estaba a punto de echarle en cara el entrar sin llamar, pero se percató de que la piel morena de su empleada, con el nombre de África, escrito en su placa, se encontraba blanca como un papel —¿Está bien? —le preguntó en cambio.

La integrante del equipo de limpieza negó con la cabeza.

—El señor Miguel Ángel acaba de desmayarse en su oficina.

—¿Cómo? —Mimi sonaba intrigada.

—No lo sé, los muchachos de mantenimiento lo levantaron y lo recostaron en un sillón, pero él no reacciona —les explicaba la joven.

—¡Corre y llama a una ambulancia! —le ordenó la Co – Presidenta con todo el rigor de su autoridad —Y llama a la floristería para pedir que diseñen una preciosa corona para el funeral —le susurró con una sonrisa de medio lado a Mimi al ver que la chica morena había abandonado el sitio a toda prisa para cumplir con su orden.

¿Mejor? Imposible.

Misión, visión, valores y objetivos de una empresa no cumplidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora