Después de la salida abrupta de Ana María todos quedamos en un silencio tenso, que fue roto por Francisco, que no sabía dónde meter la cara, yo tampoco sabría dónde meterme con semejantes hijas.
—Damián, amigo... —Mi padre le restó importancia.
—No te preocupes, Francisco, de hecho ya sabíamos que esta cena no sería nada normal y pese a todo acabo mejor que la de Juliette y Alexander ¿seguimos comiendo?
No pedí permiso, no dije nada, solo me retiré. Todavía recuerdo que en la dichosa cena de mi hermano todo mundo se volvió loco, pero como estamos hablando "de los pequeños" no hay que tomarle importancia a las rabietas ni a las opiniones, quizá solo en esto pueda comprender a Ana María, para nuestra familia no somos nada.
Salgo de esa casa antes de volverme loco y me dirijo al bar que todos frecuentamos, encontrándome con Daniel, un chico de mi pelotón.
—¿Qué hace aquí, jefe? —me pregunta sonriente— ¿No tenía su dichosa cena?
Era de los pocos con los había entablado una "amistad" y que permitía que me tratara con cierta confianza, teníamos casi la misma edad, solo que él se veía un poco más joven que yo, quizá por su estilo de vida relajado, era de una familia acaudalada como la de Ana María, solo que él había querido dedicarse a la milicia.
—¿Tu no deberías estar con tu esposa? —Le regresó la pregunta porque no tengo ganas de hablar de la cena, que de solo recordarla, me queda el mal sabor de boca.
—Estoy con mi esposa —ríe y recién me doy cuenta de que una joven de pelo castaño claro se nos acerca con dos cervezas, una la cual me ofrece a mi— Anna, un placer verte.
—Lo mismo digo, capitán —sonríe y se sienta en las piernas de su marido, para diversión de este.
Anna y Daniel son una pareja rara y miren que he visto parejas raras (mi hermano y mi cuñada son una de ellas) para empezar, ambos se conocen desde hace mucho, son mejores amigos, pero lo más raro es que Anna quiso entrar a la milicia junto con Dan, la dejaron entrar, porque muchos estaban convencidos de que lo dejaría al ser muy duro, yo no estaba del todo de acuerdo, podía ver la determinación en los ojos de ella y tal como predije, se quedó y yo la quise tomar a mi mando, era una soldado como pocos y la consideraba un elemento valioso.
Cuando Daniel entró a mi cargo, los dos se sorprendieron al reencontrarse, yo notaba la corriente eléctrica entre ellos (es decir, soy un capullo, pero el amor entre ellos era muy evidente), me divertí de lo lindo poniéndolos en situaciones bochornosas, al final decidieron casarse de forma discreta a donde solo asistimos los más allegados y algunos familiares, los menos estirados al menos.
Dicha sea la verdad, pensé que Anna dejaría su cargo al estar casada, pero días después de su luna de miel, me quede pasmado al verla en su lugar habitual, recuerdo con una sonrisa cuando me dijo que haría falta más que una boda para deshacerme de ella.
—¡Capitán! —Salgo de mis recuerdos y veo que Anna chasquea los dedos enfrente de mi— Esta como en una nube ¿Quedó prendado de la belleza de su novia?
—Anna —Vi como Daniel le advirtió con la mirada que no entrará en terreno peligroso.
—De acuerdo, lo siento Rodrigo ¿qué tal fue la cena? —sentí un alivio indescriptible cuando comenzó a tutearme, lo prefería así.
—Horrible —revolví mi cabello de manera descontrolada como intentando aclarar mis ideas— Mi padre comenzó con un discurso y Ana María se enojó, después todos fingieron como si nada hubiera pasado...¡joder! —doy un golpe en la barra que asusta a mis subordinados— No somos objetos decorativos, tenemos sentimientos.
—Jefe... —Comenzó Daniel.
—Iré por otra cerveza —anunció Anna, dejándome a solas con su esposo.
—¿Cómo lo hacen, Dan? Yo no puedo ni ver a Ana María.
—Nos casamos por amor, Rodrigo, lo que quieren hacer contigo es...bueno no tengo palabras para eso ¿por qué no les dices lo que sientes? Por lo que me has contado de tus padres...
—Se les ha olvidado y ni menciones a mi hermano, porque ese es otro que parece haber olvidado lo que ha pasado con su esposa.
—Las personas no olvidan, recuérdalo.
Seguí charlando un rato con ellos hasta que Anna declaró que si queríamos estar decentes el día de mañana, era necesario que fuéramos a dormir, al menos unas horas.
No pude contradecirla.
(...)
—¡Rodrigo! —hago una mueca al escuchar la voz de mi madre gritándome, debí cerrar la puerta con seguro.
—¿Se le ofrece algo, madre? —le levantó hasta quedar sentado en mi cama para poder ver a mi madre de pie en la puerta de mi cuarto.
—Hoy estarás conmigo para la elección de flores, manteles y... —La verdad ya no registro nada de lo que me dice, estoy como en una especie de transe ¡¿Yo que pinto en esas cosas?!
—¡Arriba! Quiero que desayunes y te vistas, ya he avisado a tu padre que no irás al cuartel para que se haga cargo de tus subordinados.
En ese momento sentí pena por Daniel y Anna (los demás no me importaban tanto), aunque nada puede ser peor que lo que me espera a lado de mi madre y mi "suegra".
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Amor y Deber #LatinoAwards2020
ChickLitSegundo libro de la saga amores. Ana María y Rodrigo han vivido siempre a la sombra de sus hermanos mayores, los chicos perfectos... hasta este momento. Para su desgracia, el único error que sus hermanos cometieron los ha condenado para siempre. ¿Po...