Capitulo 7: Una historia de amor

103 12 15
                                    

¿Por donde comenzar? ¿Cómo es posible contar una historia, tú historia en concreto, sin ponerte a llorar? No lo sé, pero haré un intento, después de todo Valentina lo merece

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Por donde comenzar? ¿Cómo es posible contar una historia, tú historia en concreto, sin ponerte a llorar? No lo sé, pero haré un intento, después de todo Valentina lo merece.

No fui a dormir a casa, me quede bajo el amparo que me ofrecían Carolina y su hija, una casa que aunque pequeña, estaba llena de amor y calidez, algo que jamás había sentido en mi propio hogar, al menos no de manera tan frecuente.

Al día siguiente, después de que Carolina se fuera a trabajar, mi prima me abordó.

—Estamos solas.

—¿No tienes que ir a trabajar o algo por el estilo? —escuchó su bufido.

—Desde lo qué pasó con Cassandra, Alejandra y Juliette, Carlota esta insoportable y no tengo ganas de aguantarla, menos cuando estás a punto de contarme tu boba y cursi historia de amor.

Me sonrojo.

—¡No es boba ni cursi! ¿Acaso nunca te has enamorado? —Veo como desvía la mirada asi que mejor prosigo con mi relato.

Como ya había dicho en algún momento, en mi apuro por llegar a un trabajo que no me gustaba, pero que tenía que cumplir como buena hija, pase una calle sin fijarme y casi soy arrollada por un auto, sino hubiera sido por Vicente, quien lo vio todo y se preocupó por mi.

Vivimos en un mundo de apariencias, donde solo una prenda o una mirada lo dice todo y fue por eso que a nadie más le importe: no estaba vestida como la hija más pequeña de Francisco León, mi atuendo no era el más bonito ni llamativo y mi cabello era un desastre, pero a él no le importo.

Vicente salvo a la mujer que era no a la que aparentaba ser frente a los demás y eso fue lo que me enamoró.

Al principio, yo estaba aturdida y confundida, mi mente no podía procesar lo que había pasado, solo podía verlo a él y no me di cuenta de la situación hasta que la bocina del auto implicado sonó, ahí desperté de mi letargo.

Para mi mala suerte, el conductor me reconoció y se puso pálido al verme, no lo culpaba, si eso hubiese llegado a oídos de mis padres, quien sabe que hubiera sido de él.

Más personas comenzaban a acercase y yo me sentía asfixiada, Vicente fue el único que lo noto y me sacó de ahí, no hubo necesidad de un corcel blanco o que fuese vestido como un príncipe azul, para mi ya lo era.

—Entonces —comenzó Valentina— ¿Es tu príncipe azul porque te salvo de una muerte segura? Porque de ser así ahorita voy a que me atropellen a ver si me pasa lo mismo.

Le di un golpe.

—¡Deja de jugar! Y todavía no acabo ¿de acuerdo?

Ese fue nuestro primer contacto, después de sacarme de la multitud, me besó la mano y se fue ¡sin decirme ni su nombre! Como tarde rato en reaccionar, para cuando quise hacer algo él ya se había ido.

Pasaron varias semanas que no lo vi y eso que trataba de pasar siempre por el mismo lugar, pero no daba señales de vida y yo comenzaba a caer de nuevo en mi tediosa rutina, hasta que por fin apareció.

—¡Con otro accidente!

—¡Valentina!

Pues no, no fue con otro accidente, en realidad fue algo simple y meramente circunstancial, un día mi padre anunció que el abuelo compraría la fábrica de autopartes y que si quería acompañarlo junto con madre a hacer un recorrido para ver las instalaciones, se me hacía una perdida de tiempo, pero no quería ir al trabajo así que acepte.

Tal y como supuse era muy aburrido, yo no entendía nada sobre motores ni coche ni nada, solo fingía prestar atención hasta que lo vi.

Estaba pintando unas piezas de metal cuando nuestras miradas se conectaron, pero solo fue una fracción de segundo ya que mis padres reclamaron mi presencia, pero solo eso bastó para que nuestras vidas se unieran para siempre.

—No te pases en lo cursi —me riñó Valentina— Teóricamente ustedes no están unidos porque te vas a casar con el Salvatore menor.

—¿Enserio tienes que mencionarlo? Quiero olvidar ese pequeño detalle.

—De acuerdo ¿qué más pasó?

—Pues comencé a frecuentar la fábrica con algún pretexto tonto para ver a Vicente, hasta que un día me propuso salir a tomar un café.

—¿Solo eso? Bueno y me imagino que ya han...

Me puse roja.

—Ana María no me digas que sigues siendo virgen.

—¡Bueno! Ya te he contado como me enamoré de Vicente, ahora tu dime lo que te agobia.

—Dejémoslo así, suficientes problemas tienes tú, pero creo que puedo ayudarte...

La vi con los ojos muy abiertos.

—¿Es eso posible?

—Si, pero ponme mucha atención...

(...)

Después de un día lleno de emociones y planes con Valentina, ambas quedamos en el acuerdo que, aunque lo odiará con todas mis fuerzas, debía regresar a casa, si tenía suficiente suerte no sería por mucho tiempo.

Trataba de pasar desapercibida, pero no lo logré, mi madre estaba sentada en el sillón de la sala esperando por mi.

—Fue una total descortesía lo que hiciste frente a tus suegros —me reprochó— ¿Qué van a decir de ti?

—Lo mismo que dicen de mi hermana, supongo —me encogí de hombros como si eso le quitara hierro al asunto.

—¡Pero no son iguales! ¡Tienes que aprender a darte tu lugar!

—¡¿Y cuál es mi lugar según tu?! —El sonido de una bofetada resonó y lo próximo de lo que estaba consiente era de que mi cuarto sería mi refugio de aquí a que el plan de Valentina diera comienzo.

Amor y Deber #LatinoAwards2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora