Cápitulo 6

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EL CASINO

-Escuchame bien Joyce Viats, hoy nada puede fallar, hoy vamos a llevarnos todo el dinero de las apuestas, Briar te ayudará- Me sacudió la ropa y continuó. -Es sencillo, te has vuelto una reina en esto y lo harás mejor que nadie- concluyó para  finalmente ingresar al casino solo, sin Briar y sin mi.

-Tranquila Joyce, todo estará bien, estos ni siquiera se darán cuenta, de aquí no vas a huir mi niña- Afirmó Briar que se encontraba a mi lado sobandome la espalda en señal de contención.

Esa noche, esa bendita noche tenia que hacerlo, los tres, ibamos a trabajar juntos hoy, a pesar que Briar ya no se dedicaba a esto decidió ayudarnos hoy. Según mi padre y Briar era muy sencillo, seria la última vez, pues papá nos trajo aquí para cambiar nuestra vida. ¡Claro! Ellos no estaban arriesgando la suya. Como sea, Briar me enseñó muchos trucos, aprendí a mirar a los ojos a la victima, así no tendría remordimiento.

-¿Donde esta mi hermana Briar?- pregunté un poco nerviosa

-Olvidate de Kenia, entra.

-No me iré hasta que..-

-Está con Diana, vamos Joyce- Me jaló hacia el casino. -Tu padre debe estar desesperado

Cuando logramos entrar pude visualizar todo el ambiente de una manera rápida y eficáz. Sillas básicas de madera cubierta con cuerina, mesas redondas  y rectangulares muy brillantes.
Hombre y mujeres de un lado a otro, algunos sirviendo tragos y otros solo se saludaban entre sí. El ruido era ensordecedor para mis oidos, queria salir corriendo, pero la mirada intimidande de mi padre me lo impidió.

-Hola, ¿puedo acompañar su juego?- pregunté extremadamente en signo de coqueteo, tenia que asegurar mi estadía en esa mesa.

-Claro que si mi amor, ven aquí- una voz masculina me respondió y me llene de asco al sentir las miradas de todos sobre mi. Era un hombre de la edad de mi padre más o menos, vestía de traje y corbata. Por lo que visualice, era el que más dinero tenia, al estar sentado en la parte superior central de una de las mesas rectangulares me dio a entender eso.
La misión era fácil, yo veía las cartas de los apostantes de mi padre, se los decia a Briar y Briar a mi padre, este último ganaba y nos ibamos felices.

Sin necesidad de huir, como antes.

-¿Eres nueva por aquí?- murmuró mi acompañante.

Tenía miedo, si bien es cierto había hecho esto antes, ahora era distinto. No solo estabamos papá y yo, al estar Briar mi instinto me gritaba protegerla como hacía con mi padre, tenia que ser muy inteligente en cada paso para poder lograr que los tres salgamos con vida de esa cuna de matones.

-Digamos que si- bebí un poco de mi vino. -¿y tú?

-Claro que no muñeca, despues del juego iremos a tomar algo tu y yo a solas

-Claro que si- me levanté. -Ahora iré al baño- salí de la sala y me dezplacé hacía el tocador.

-Joyce, apurate no hay mucho tiempo- Oí decir a Briar por detrás de la puerta.

Iba a explotar de los nervios ¡maldita sea! Si esos matones  me descubrian no iban a dejarme en paz, de seguro me sacarían los órganos y lo venderían muy baratos por ser tan perra. Pero ya las cartas estaban echadas sobre la mesa, literalmente, ahora solo me quedaba jugar.
Salí del baño, me di un retoque en el rostro y continué mi trayecto, no si antes dejarle un informe a Briar sobre las cartas que jugaba el tipo al que yo estaba acompañando, o sea, rival de mi padre.

Llegué a la mesa, de reojo vi a papá y traté de no aticular gesto alguno para que nadie sospeché de nada, y es que uno núnca sabe quien lo está observando, y como Max Viats me enseñó desde que era una niña: En los detalles se esconde el diablo.

Papá, ¿ya nos vamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora