LA PIEDRA PERTENECÍA A SU PADRE.
Y AHORA LE HA DADO PODERES.
Cuando Andelin se muda junto a su madre para cuidar a su abuela al pequeño pueblo de Tybee Beach, comienzan a ocurrirle muchas cosas extrañas entorno a la piedra que su padre le dejó al mo...
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En la escuela, los pasillos son un hervidero de gente pegados a su casilla.
Me encaminó en dirección a la mía, la mayoría me mira y susurra, tal vez aún me recuerdan como el nuevo campeón. Todo es tan tranquilo, el clima se siente tétrico y las caras también se sienten de esa manera, el ambiente en general lleva la tragedia tatuada en la cara.
Saco mis cosas y las dejo caer dentro de la mochila. Me encaminó hacia mi primera clase cuando suena la campana. A la orilla del enorme pasillo, en una de las casillas se encuentra pegada la foto de Colin. La puerta de metal está tapizada con pequeñas notas adhesivas. Globos de colores y flores.
Observo detenidamente la imagen del chico con una sonrisa en su cara. Lo que resulta más difícil es que nunca vi una sonrisa en su cara mientras lo conocí.
El primer día que llegué a esta escuela, al final del día al acudir a la oficina principal para entregar mi hoja de asistencia, lo vi sentado en la pequeña salita, parecía que le habían dado un buen golpe en la cara.
Era un buen chico, aunque lo molestaban nunca les hizo daño, tenía esos poderes para defenderse y no lo hizo. Un dolor me atacó el pecho y seguí caminando hacia mi clase. Debía dejarlo ir por mi bien, aunque era imposible hacerlo, pero debía luchar para que no siguiera pensando en esa noche.
Iba a mi lugar habitual y antes de sentarme, los chicos al final del salón me llamaron.
― ¡Hey! ¡Andelin! ―gritó Marcus―. Reservamos un lugar para ti.
Eche un vistazo a regañadientes. Estaban unos cuantos chicos, miembros del equipo y del grupo de Clark, formando un círculo entre las mesas al fondo del salón.
― ¡Ven acá! ―Ordenó otro.
Pensé en quedarme en mi sitio habitual o ir con esos chicos, que no conocía muy bien y que eran amigos de Clark. ¿Qué más podía perder?
Caminé hacia ellos y me senté en el lugar al centro de la formación. Colgué la mochila en el respaldo y los miré un poco.
La conversación entre ellos era casi normal: en el siguiente partido. La noche de la fiesta, el entrenamiento de esta tarde e ir a cenar a la cafetería cerca del río.
―Clark dijo que debíamos hacer de tu vida un infierno― Un chico a mi lado se echó a reír.
―Eres muy bueno, ganamos y seguiremos ganado si estás con nosotros ―Marcus parecía entusiasmado.
La profesora entró en el salón y se acercó al escritorio, dejó sus cosas para comenzar a dar su clase. Aún seguían llegando chicos que entraban a toda velocidad.
Cuando Clark apareció, se detuvo en la entrada al verme sentado entre sus amigos, con una mirada furtiva fue hasta uno de los sitios libres cerca de nosotros y se tiró ahí.
― ¡Buenos días a todos! ―dijo la Profesora con la voz temblorosa―. La mayoría de ustedes ya conoce la triste noticia sobre uno de nuestros compañeros.
