Capítulo 18

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Cuando recuperé la conciencia, me encontré entre la maleza y los árboles, entumecido con los brazos alrededor de mi torso

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Cuando recuperé la conciencia, me encontré entre la maleza y los árboles, entumecido con los brazos alrededor de mi torso. La luz del sol se estaba ocultando casi por completo en las nubes oscuras del nuevo cielo, me arrastré despacio por la tierra y la yerba seca, atrofiado y adolorido, me levanté del suelo con tanta dificultad hasta que estuve de pie.

Tenía la ropa sucia, llena de tierra y manchada de sangre.
Las lágrimas me caían de los ojos involuntariamente.
Camine por la orilla de la playa arrastrando los pies, sentía que el pecho me ardía y el estómago me palpitaba como si tuviera un corazón propio, la cara también, el dolor se producía con cada paso que daba, cada movimiento, incluso con la brisa fría que empezaba a agitar en el anochecer me producía un ardor en la cara.
Subí las escaleras del Porche a gatas y me arrastré en la madera hasta la entrada, la casa estaba vacía, mi madre no había llegado todavía.

Me quite la ropa en el baño para observar las marcas en mi estómago, en mi pecho y mis brazos, los moretones comenzaban a dibujarse en mi piel.

Mi cara era un desastre, la sangre en la nariz hasta el cuello, los golpes violetas en la cara y mis ojos llenos de lágrimas. Tenía el cabello enredado y cubierto de tierra.
Me metí en la regadera, con el agua caliente, el dolor en mi era tan fuerte como nunca antes lo había sentido, nunca antes me habían golpeado, nadie, no había vivido esta parte jamás y no sabía qué hacer cuando mi madre me viera, solo estaba a punto de colapsar por completo. Cualquier cosa por la que no llore los días pasados, se amontonaba en mi para llorar.

Me pasé la esponja y el jabón con cuidado. Me enjaboné la cabeza y al final me envolví en la toalla, me vestí con la camiseta y mi ropa interior que era un bóxer color azul que me llegaba unos centímetros encima de la rodilla.
Observé que solo estaban las marcas rojas, violetas, en mi adolorido cuerpo.

Fui a la cocina a buscar algo de cenar en el refrigerador. Tomé el paquete de Jamón de pavo, la crema y queso, para preparar unos sándwiches.

Llamaron a la puerta, unos tres golpes seguidos.
Tenía el teléfono sobre la barra de la cocina, no había llamadas y tampoco me parecía que mi madre estuviera de regreso. Era demasiado tarde para las visitas.
Caminé despacio a la puerta y abrí temerosos. Bridie estaba de pie en el Porche de madera, con la luz de luna de fondo, los ojos de Bridie se quedaron pasmados, me recorrió de arriba a abajo con sorpresa. Empujo la puerta y se metió dentro de la casa sin dejar de verme, luego cerró.

Me sujeto de manera sutil la base de mi cabeza, observo detenidamente los golpes en mi piel. Deslizó sus dedos por mi barbilla.

― ¿Qué haces aquí? ―Intente alejarme de sus dedos.

― ¡Debes decirme quien lo hizo! ―soltó enfurecido.

―No es necesario, esto ya está hecho ―trague saliva.

―Si no me lo dices, voy a echar un vistazo en tus recuerdos y será mucho peor, Andy. ¡Di su nombre!

Me alejé unos pasos hacia atrás, lo miré y negué con la cabeza.

El Poder Del Sol© #1 (DISPONIBLE EN FÍSICO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora